Discos de la semana

Crítica de 'Multitude': Stromae, dominador en su regreso

El cantante belga convierte sus angustias más íntimas en un poderoso material pop enriquecido con sonoridades exóticas, nueve años después de su celebrado ‘Racine carrée’.

Los nuevos elepés de Band of Horses, Keren Ann & Quatuor Debussy, Ayax y Marta Sánchez Quintet, también reseñados.

stromae / Cuaderno

stromae / Cuaderno

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El disco más esperado de estos días es un artefacto en francés, europeo y mestizo, con brochazos de electrónica, pistas rítmicas afro-latinas, las cuerdas de la Orquesta Nacional de Bélgica y timbres aportados por instrumentos como el portugués ‘cavaquinho’, el violín chino o el andino charango. Bonito rompecabezas de pop global con el que Paul van Haver, Stromae, exorciza pesadillas y ejercita cierta mala uva sin dejar de empujarnos a la pista de baile.

‘Multitude’ releva al celebrado segundo álbum, ‘Racine carrée’, que en 2013 elevó a Stromae como sensación pop continental sugiriendo un bagaje torturado: el éxito ‘Papaoutai’ apuntaba a la ausencia de figura paterna, él que perdió la suya a los nueve años, nada menos que en el genocidio de Ruanda. Ha hecho falta casi una década (apenas salpicada por algunos cameos y colaboraciones, como aquel ‘Arabesque’ con Coldplay) para que Stromae se sintiera con fuerzas para superar sus confesados problemas mentales y entregar el tercer álbum, que luce finalmente celebratorio y sufrido, concienzudo y acusador.

Vivo e invicto

Después de los dos hermosos temas divulgados en los últimos meses, ‘Santé’ (número de ritmo aparatoso para mayor gloria de la clase obrera) y ‘L’enfer’ (coro de tragedia griega y ‘crescendo’ con chirridos siniestros acompañando su canto acerca de la soledad y el suicidio), sigue ahora el recital con otra decena de canciones de supervivencia y desafío. Encabezadas por la arrolladora ‘Invaincu’, con sus cánticos a la búlgara (del Orenda Trio) y su ‘tempo’ marcial a tono con un texto en el que proclama su curación ‘in extremis’: “Mientras esté vivo / soy invicto”.

Stromae se las apaña para transmitir en ‘Multitude’ su catálogo de angustias íntimas sin que suene a postureo flagrante, transmitiendo credibilidad e ingenio, y sorteando tanto el efectismo como la frivolidad. Eso es lo que nos capturó en otro tiempo, y sigue haciéndolo ahora, con ese cruce de lírica confesional a corazón abierto, no exenta de vocabulario crudo, y un lenguaje musical que es a la vez imperativo y refinado.

Hay que acudir a la emotividad de ‘La solassitude’ (con su fondo de insatisfacción permanente: la soltería le hace sentirse solo y la vida de pareja le cansa), al ritmo sincopado con regios arreglos de cuerda de ‘Fils de joie’ (donde defiende a su madre cuando le dispensan el insulto ‘hijo de puta’) o a la fanfarrona ‘Riez’, en la que se mofa de quienes dudaron de su potencial artístico. Más elaborado y con más capas y matices que sus dos primeros álbumes, sin sacrificar la frescura, ‘Multitude’ reafirma los poderes de Stromae como constructor de un pop tan grande como íntimo. Y, después de todo, apuesta por la luz en ese epílogo llamado ‘Bonne journée’, donde nos confiesa que, pese a todos los pesares, “el vaso está medio lleno”.  Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

En su sexto elepé de estudio, el primero en cinco años, Ben Bridwell renueva la alineación del grupo para volver al sonido de sus inicios, a medio camino entre la urgencia confesional del indie y la intensidad épica del rock de estadio, siempre con la emoción por bandera. Apostando por un enfoque directo, casi pop incluso (magníficas ‘Crutch’ y ‘Lights’), Bridwell repasa sus dudas, flaquezas e inseguridades para concluir que quizá las cosas no sean maravillosas pero no por ello hay que dejar de creer. Rafael Tapounet

La neocantautora israelí, largamente asentada en Francia, envuelve su repertorio con las refinadas cuerdas de este cuarteto de Lyon, haciendo compatible la extrema sutileza con la corrosión de la guitarra eléctrica reverberada y ‘velvetiana’. Ocasión para reivindicar un repertorio con pliegues melancólicos y tensión flotante, en francés e inglés, en el que no falta aquel ‘Jardin d’hiver’, firmado con Benjamin Biolay, que dos décadas atrás reanimó la carrera del recordado Henri Salvador. J. B.

En su segundo disco en solitario, Ayax presenta todos los estilos con los que durante estos años ha ido construyendo su figura y su obra, pintada con pincel fino aunque muchas veces suene a brocha gorda. Se perciben así un buen número de las 14 canciones del álbum, en las que el rapero granadino, narrador de escenas a menudo, muestra esa fórmula tan propia: actitud y relato callejero con afilada cultura, con el cine como fuente en muchos casos. Ignasi Fortuny

La pianista madrileña Marta Sánchez, activa en la escena de Nueva York desde hace años, maneja un quinteto que es como una máquina de alta precisión. Sus partituras, casi siempre melancólicas, son de una sofisticación extraordinaria. Las melodías van, vienen y se entremezclan de tal forma que apetece más dejarse llevar que intentar descifrarlas. Y esta es la gracia: que 'SAAM', con toda su complejidad, con su sutileza, se te lleva la imaginación a lugares que quizá no podrías ni nombrar. Roger Roca

Suscríbete para seguir leyendo