Entrevista

Asghar Farhadi: "En Irán las cosas están cada vez peor, pero también hay más esperanza"

El laureado cineasta iraní estrena 'Un héroe', la película que se hizo con el Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes

Asghar Farhadi, en el festival de Cannes

Asghar Farhadi, en el festival de Cannes / Efe

Nando Salvà

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La eficacia del método narrativo de Asghar Farhadi se ve reflejada en su palmarés personal; entre otros muchos premios ha ganado un Oso de Oro del Festival de Berlín por ‘Nader y Simin, una separación’ (2011), dos Oscars -uno por esa misma película, el otro por ‘El viajante’ (2016)- y el Gran Premio del Jurado del Festival de Cannes por el largometraje que acaba de estrenar en España, ‘Un héroe’. En él, como es costumbre en su cine, el iraní toma un incidente aparentemente mundano -en este caso, un acto aparentemente altruista por parte de un hombre desesperado- y lo convierte en punto de partida de una concatenación de malentendidos, medias verdades e incertidumbres morales.

 Como sucede con varias de sus películas anteriores, uno de los asuntos que aborda ‘Un héroe’ es el rol que las mentiras, bienintencionadas o no, juegan en la sociedad. ¿Qué le atrae de ello?

La mentira es un ingrediente esencial en nuestras interacciones. A veces mentimos de forma inconsciente y, en general, nos gusta pensar que omitir una parte de la verdad no nos convierte necesariamente en mentirosos. Hay quienes se creen sus mentiras hasta tal punto que las convierten en su verdad. Y a menudo contar la verdad sale más caro que faltar a ella. Todas esas situaciones demuestran que la línea que separa lo cierto de lo falso y lo correcto de lo erróneo no están tan definidas, y plantean dilemas morales y éticos muy interesantes.

Obviamente, el título de la película es irónico. ¿Cree que en la actualidad abusamos de la palabra 'héroe'?

Sí, porque se hace con mucha ligereza. Además, que se te considere un héroe o una heroína significa que se está creando una imagen muy determinada de ti, y que se espera que te ajustes a ella en todo momento. Yo creo que todos necesitamos cometer errores para ir ganando experiencia y mejorar, y que se nos impongan expectativas imposibles de cumplir puede tener efectos muy negativos. Es algo que ahora se hace más evidente a través de las redes sociales, que permiten crear ídolos muy rápido y destruirlos aún más rápido.

 ¿Qué papel desempeñan las redes sociales en la sociedad iraní?

Irán es un país represivo, en el que la libertad de expresión es muy limitada. Y la eclosión de las redes sociales ha dado a la gente un medio a través del que hacerse oír, de vehicular opiniones que tradicionalmente han permanecido silenciadas. A diferencia de lo que sucede en otros lugares, en mi país las redes se usan sobre todo para la discusión de asuntos sociales y políticos. A través de ellas, los iraníes finalmente han encontrado su voz, y una forma de sortear esa represión.

¿Cree que esa dinámica puede contribuir a un verdadero proceso de democratización en su país?

Eso espero. Por un lado siento que en Irán las cosas están cada vez peor. Hay cada vez más control estatal, más restricciones, más censura. Pero, por otro, creo que también hay más motivos para tener esperanza, sobre todo en las nuevas generaciones. Los jóvenes están más informados, tienen más conciencia social, política y ecológica, y sienten un mayor compromiso con la necesidad de cambio.

"Daría lo que fuera por trabajar de una forma más cómoda y tranquila y poder dar mi independencia por sobreentendida"

Hasta la fecha, usted ha rodado dos películas en Europa. ¿Alguna vez se ha planteado abandonar Irán de forma permanente?

Yo confío en que podré seguir haciendo cine en mi país sin necesidad de renunciar a mi integridad artística; es el lugar en el que nací, y el que mejor entiendo. Pero es imposible predecir el futuro. En cualquier caso, daría lo que fuera por poder trabajar de una forma más cómoda y tranquila, y poder dar mi independencia por sobreentendida. También es cierto, por otra parte, que las dificultades aumentan mi motivación para hacer las cosas bien.

¿Y de dónde procede originariamente esa motivación? ¿Cómo descubrió que su vocación era dedicarse a contar historias?

Mi abuelo era un gran narrador, y sabía cómo construir un relato. Dondequiera que estuviera, la gente se agolpaba a su alrededor para escucharlo; yo, que era un niño, lo veía y soñaba con ser capaz de hacer lo mismo. También me influyó el pequeño pueblo donde crecí, Homayoon Shahr. El barrio en el que vivíamos estaba habitado por familias de orígenes muy dispares, y esa diversidad estimuló mis dotes de observación de la gente. Mi padre era dueño de una tienda de comestibles, y mi hermano y yo lo ayudábamos al volver de la escuela. Yo me divertía imaginando las vidas de sus clientes a partir de lo que compraban.

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