Crítica de ópera

Ollé asombra con su 'Pelléas' en el Liceu

El director de escena catalán estrena un aplaudido montaje de la obra maestra de Claude Debussy

PELLEAS

PELLEAS / David Ruano

Pablo Meléndez-Haddad

Pablo Meléndez-Haddad

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Esa búsqueda de la belleza que representa la obra maestra de Debussy, ‘Pelléas et Mélisande’, no se veía en el Liceu desde junio de 2012, cuando después de medio siglo de ausencia regresaba al Gran Teatre barcelonés en la icónica puesta en escena de Bob Wilson. Como entonces, esta vez la ópera ha vuelto a ser un fracaso de público, ya que los liceístas han preferido evitar perderse en el bosque con Pelléas para buscar a la bella Mélisande. Con entradas a un precio que se eleva hasta los 229 euros, incluso la oferta de dos por 175 no ha conseguido animar la venta.

En este esperado regreso, el envoltorio de la ópera impresionista por excelencia llegó de la mano del director de escena catalán Àlex Ollé (La Fura dels Baus) basándose en una propuesta que estrenara en la Ópera de Dresde (Alemania) en 2015. El montaje se mueve en un ámbito onírico y misterioso muy acorde con la partitura y plantea su propio universo simbólico, encerrando a los atormentados personajes en una caja negra en la que instala una casa giratoria -que cruje en cada movimiento- llena de transparencias. Es allí donde se suceden las escenas y ante la cual no falta un sinuoso bosque y el agua de un estanque, símbolos fundamentales de la obra.

La espectacular escenografía de Alfons Flores, un reflejo del mundo del inconsciente y un guiño al mundo de los sueños, deviene en uno de los principales activos de la propuesta, creando capas discursivas espléndidamente iluminadas por Marco Filibeck que sirven para adentrarse en el ambiente que Debussy retrató inspirándose en el relato de Maeterlinck y que, obviamente, también mira a Freud. Si no estuvo la cabellera de Mélisande emergiendo desde la torre del castillo, sí hubo una efectiva -y erótica- solución teatral en esa escena, mientras los tres mendigos de la cueva eran transformados en los monarcas del reino.

Josep Pons controló a la perfección la partitura, con una Simfònica liceísta entregada y ante un reparto sin fisuras encabezado por la fascinante Mélisande de Julie Fuchs, maravillosa en la invocación a los santos Daniel, Miguel y Rafael, así como en cada frase de su personaje. Modélico el Pelléas de Stanislas de Barbeyrac e impresionante el Golaud de Simon Keenlyside, tanto como el Arkel de Franz-Josef Selig. Óptima la Geneviève de Sarah Connolly, mientras que el pequeño Yniold aparecíó muy bien defendido por Ruth González, así como el Médico de Stefano Palatchi

La función se dedicó en memoria de Enric Martínez, trompa de la orquesta fallecido el mes pasado.