Crítica de cine

Crítica de 'Las ilusiones perdidas': lo que nos une a Balzac

Xavier Giannoli subraya la idea de que las 'fake news', la cultura del troleo y la obsesión tanto por el 'clickbait' como por monetizar contenidos editoriales ya existían hace 200 años.

Las ilusiones perdidas

Las ilusiones perdidas

Nando Salvà

Nando Salvà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A través de la que se considera una de sus obras maestras, 'Las ilusiones perdidas', Honoré de Balzac llevó a cabo una corrosiva crítica de la vida cultural en el París de principios del siglo XIX y, en concreto, de un mundo editorial podrido y una incipiente industria periodística tan consciente de su poder para manipular al público y hacer y deshacer fortunas como dispuesta a usar los métodos más inmorales con el fin de aumentarlo. En su adaptación cinematográfica, el francés Xavier Giannoli subraya la idea de que las 'fake news', la cultura del troleo y la obsesión tanto por el 'clickbait' como por monetizar contenidos editoriales ya existían hace 200 años.

Para ello, y mientras contempla el convulso proceso de educación moral de un trepa que protagoniza un rápido ascenso y una humillante caída -y en el proceso experimenta fama, fortuna, romance y degradación-, la película insiste en expresar su respeto al venerado texto original a través de una narración 'en off' tan presente que no solo agarrota el metraje sino que por momentos convierte las imágenes en redundantes. Pero, a pesar de ello y de la rigidez con la que Giannoli orquesta la vertiente sentimental del relato, 'Las ilusiones perdidas' logra resumir las 750 páginas del libro de Balzac en dos horas y media de metraje que avanzan con agilidad y brío propios de los frescos 'scorsesianos' sobre la mafia -aunque, eso sí, sin el virtuosismo visual de aquellos-, y que componen un retrato absorbente de un mundo que se presumía moderno y progresista pero vivía anclado en un clasicismo casi estamental y una corrupción sistémica.

Suscríbete para seguir leyendo