Estrenos de cine

'Competencia oficial', la sátira del cine que unió a Penélope Cruz y Antonio Banderas

Los dos intérpretes trabajan por primera vez juntos en 'Competencia oficial', comedia negrísima ambientada en el mundo del cine en la que asistiremos a una batalla de egos que generará un buen puñado de situaciones tan disparatadas como divertidas.

Antonio Banderas y Penélope Cruz, en un fotograma de 'Competencia oficial'

Antonio Banderas y Penélope Cruz, en un fotograma de 'Competencia oficial' / EPC

Beatriz Martínez

Beatriz Martínez

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Parece imposible, pero Penélope Cruz y Antonio Banderas, los dos actores más internacionales de nuestra cinematografía (con permiso de Javier Bardem) no habían coincidido nunca juntos en la pantalla más allá de entregar juntos el Oscar a Pedro Almodóvar por 'Todo sobre mi madre'. Se conocen desde hace más de treinta años, pero a nadie se le había ocurrido unirlos antes. ¿Cómo podía ser? “Era raro, raro”, reconoce la intérprete nominada este año al Oscar por su papel en ‘Madres paralelas’. “Ya estaba bien, no tenía sentido, a la gente le extrañaba, y con razón”. Fue entonces cuando a ella le llegó el guion de ‘Competencia oficial’ y se lo mandó a Banderas, que enseguida entró en el proyecto. Cruz sería Lola, una directora de cine excéntrica, Banderas, Félix, un actor de éxito. Como suele ser habitual en las películas de Mariano Cohn y Gastón Duprat, responsables del proyecto, sería de una comedia muy negra, y en este caso, además, con el elemento cinematográfico añadido porque, al fin y al cabo, ‘Competencia oficial’ va de eso, de hacer una película y de la lucha de egos que se genera hasta el punto de que se convierta en una batalla campal. 

“Ojo, no solo de egos. Sin duda es un elemento importante de la película, pero hay otras cosas que me interesan mucho, como esa descripción quirúrgica que hacen los directores de la estupidez humana”, cuenta el actor en la presentación de la película en Madrid. “Y de eso encontramos en todas las parcelas, no solo en el cine, sino también en la vida diaria, solo hay que mirar las hostias que se están dando entre sí los políticos en la Comunidad de Madrid y en el Partido Popular”. 

Eterno estudiante

Penélope Cruz está de acuerdo con Banderas en lo que se refiere al ego. “No es algo exclusivo de nuestra profesión, que además es muy colaborativa. Nunca trabajamos solos, necesitamos a un equipo, es una cadena. Para mí nunca ha sido un motor a la hora de ponerme en frente de una cámara, aunque entiendo que para otros sí lo haya sido. A mí lo que me enganchaba era la necesidad de contar historias, de explorar la naturaleza humana y de enfrentarme a retos”. ¿Cómo vamos a entender a los demás si no nos entendemos a nosotros mismos? Es una de las reflexiones que deja en el aire la actriz. “En este oficio de intérprete siempre eres un eterno estudiante. Por muchos años que pasen, siempre nos acompaña una cierta inseguridad, y nunca llegas a saberlo todo ni tenerlo bajo control, y eso también es bonito, porque significa que siempre estás aprendiendo cosas nuevas”. 

Uno de los atractivos que les ofrecía esta película era utilizar los arquetipos de sus personajes para poder llevarlos hasta los límites que ellos consideraran oportunos. En definitiva, por una vez, además de interpretar, podían jugar. “Ha sido una experiencia muy colaborativa, porque pudimos construir nuestros roles y darles un sentido”, continúa Banderas, que encarna al galán ególatra que le tiene envidia al actor de método y de prestigio que encarna Óscar Martínez.

En cuanto al personaje de Penélope Cruz, que adopta un look indescriptible, "es como una artista conceptual barra directora de cine que se piensa que es una genia y en realidad es una persona muy inestable”. ¿Tuvo algún tipo de referencia a la hora de componer el papel? Penélope ríe. “Unas cinco personas, no todas eran mujeres, ni pertenecían a esta profesión, a algunas ni siquiera las conocíamos. Pero nos divertimos mucho viendo vídeos, materiales en los que aparecían”, continúa. “Maldades”, añade Óscar Martínez, “todos hemos puesto un poco de eso en la película. No se trataba de hacer una película blanca, sino que tuviera sus dosis de mala leche”. 

‘Competencia oficial’ nos muestra de forma hilarante cómo son las tripas de una película, los ensayos, el rodaje, la manera en la que se dirige a los actores, en este caso enfrentándolos de forma real para que se odien. “A mí eso me pasó en una película que hice de boxeo. El director nos decía a cada uno de los protagonistas por separado mentiras para que nos cogiéramos manía y nos pegáramos de verdad en el ring. A veces te encuentras con cosas así de chaladas”.

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