Discos de la semana

Crítica de 'Once twice melody', de Beach House: un disco en el que perderte

El dúo de Baltimore lleva su dream-pop a un estadio perfeccionista y evasivo en un ambicioso doble álbum autoproducido

Los nuevos elepés de Big Thief, Hurray for the Riff Raff, Erik Urano - Merca Bae y Ethan Iverson, también reseñados

Beach House

Beach House / David Belisle

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Más paisajes fabulosos de alta definición, redobladas abstracciones de mírame y no me toques, y construcciones vaporosas en las que podríamos refugiarnos a pasar el resto de nuestros días. Y encima, el disco es doble: 18 canciones dispuestas en cuatro capítulos (que han ido goteando desde el 10 de noviembre), lo cual, en el lenguaje de Beach House, trae consigo un plus de significado, un mensaje de expansión y dominio del terreno de juego sin limitaciones.

‘Once twice melody’ es, por lo demás, su primer álbum autoproducido, tras su largo tándem con Chris Coady y la entente con Pete ‘Sonic Boom’ Kember de su anterior entrega, ‘7’ (2018). Nos trae una versión del dúo de Baltimore corregida y aumentada hasta el infinito, compendio de sinfonías flotantes, baladas espaciales e incursiones maquinales con corazón manejadas de modo químicamente pulcro por los titulares del artefacto: Victoria Legrand, voz del otro lado del espejo, y a cargo sobre todo de la parada de teclados, y Alex Scally, más centrado en guitarras y bajos. Entre la tropa de cómplices, David Campbell, el padre de Beck (entre otros méritos), firmando arreglos de cuerda.

Ese desamparo cósmico

El dream-pop bautismal de Beach House, puesto en solfa en aquel debut de 2006, ha ido derivando en un lenguaje más panorámico y abrumador si cabe, aunque quedan vestigios de aquella sonoridad algo más física, cercana al viejo ‘shoegazing’, en piezas como ‘Only you know’ o ‘Superstar’. Pero se despliega un imaginario flotante encaminado a transmitir emotividad a partir de una idea de desamparo cósmico, con esas citas al cielo y las estrellas que gotean en varias canciones.

Beach House supo construir en otro tiempo una especie de paraíso sónico que aquí se muestra todavía más reluciente y celestial, si bien pondrá de los nervios a quienes no soporten esa proyección tan evasiva del pop. Pero, aunque un tema como ‘The bells’ se relama en una pureza bucólica, Legrand y Scally exhiben amplitud de recursos: ‘Pink funeral’ se abre paso insinuando un fondo oscuro, ‘New romance’ nos habla de quiebras emocionales con parsimonia y purpurina mágica, y ‘Runaway’ desliza una provechosa trama robótica. Ahí, en el flaco más electrónico, con restos del industrialismo de Kraftwerk, despuntan la balada incorpórea ‘Through me’ y el bucle de ‘Over and over’.

Es posible que uno termine de escuchar ‘Once twist melody’ preguntándose a qué huelen las nubes, pero la suavidad y la frondosidad no son, ‘per se’, ingredientes tóxicos en el lenguaje musical. Beach House levanta catedrales de sonido a su ensoñadora manera, esa es su estética musical y aquí la sublima, dejando un final abierto, en ‘Modern love stories’, con vistas al crepúsculo: “todas las fiestas terminaron”, y con la oscuridad en ciernes, “el universo nos recoge”. Que así sea. Jordi Bianciotto

Otros discos de la semana

Adrianne Lenker, trovadora de cuestas empinadas, sin apuros para casar el jovial violín bluegrass con el chasquido pop de ancestros pos-punk, se suelta con un cancionero extralargo (20 temas, doble álbum) con vistas a la gran América, de Topanga Canyon al desierto de Sonora. En esos lugares, y otros, se fraguó esta obra de talante panorámico y sonoridad mutante, un peliculón que te atrapa serenamente manejando estribillos encantados, letanías ‘roots’ y bucles ensoñadores, con vigor y alma. - J. B.

La vida en la Tierra es un concepto bastante imponente. Alynda Segarra lo explora con ambición pero sin grandilocuencia en un elepé emocionante y heterogéneo que viaja de la melancolía al entusiasmo, del alegato político (‘Precious Cargo’) al susurro de los árboles y del pop de estadio arrebatado (‘Pierced Arrows’) al trip-hop introspectivo, sin alejarse nunca, pese al ropaje electrónico de algunas de las canciones, de su esencia folk-punk (‘Rhododendron’ es puro Modern Lovers). Un triunfo. - Rafael Tapounet

La conexión entre el rapero Erik Urano y el productor Merca Bae era algo que debía ir a más desde que publicaran la canción 'Molecular'. Ahora presentan un trabajo con 10 pistas que huye de la simplicidad, pues ofrece una mirada voluntariamente rupturista y experimental a todos los niveles. Un álbum situado en una dimensión sometida por la tecnología que resulta escalofriante y que dibuja un mundo deshumanizado y frío. - Ignasi Fortuny

Ni una nota de más. Ni una floritura porque sí. Ni rastro de impostura. El pianista Ethan Iverson, antes en The Bad Plus y aquí líder de un trío con Larry Grenadier y -palabras mayores- Jack DeJohnette, dice solo la verdad. La suya, por supuesto: sabio en historia del jazz moderno y enamorado de la sencillez de las canciones, Iverson inventa melodías que se pegan a la memoria porque hacen equilibrios entre lo que uno espera que ocurra y lo inesperado. Contención, imaginación y emoción. Fabuloso. - Roger Roca

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