Crítica de teatro

'Desig' fuera de tono y de sitio en el TNC

Las dimensiones de la Sala Gran suponen un lastre demasiado grande para una pieza emblemática de Benet i Jornet que exige la máxima cercanía del espectador

Cuatro intérpretes tan solventes como Laura Conejero, Carles Martínez, Raimon Molins y Anna Sahun llevan a un extremo algo desmesurado las tensiones de sus personajes

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tnc / David Ruano / TNC

José Carlos Sorribes

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Próximos a cumplirse los dos años de su fallecimiento, en plena pandemia, la figura de Josep Maria Benet i Jornet, Papitu, merece cuantos homenajes se le hagan. Todos los integrantes del amplio pelotón de la dramaturgia catalana de los últimos años lo consideran referente absoluto. Aunque solo sea porque a Papitu le tocó muchos años predicar en un desierto, el de la autoría teatral en catalán. Por ello, recuperar sus piezas emblemáticas, como 'Desig', es algo obligado para un teatro público como el TNC.

Así lo ha hecho esta temporada Carme Portaceli, su nueva responsable, quien puso en manos de una directora ya muy consolidada, como Sílvia Munt, recuperar la pieza que se estrenó en el Romea en 1991. Sergi Belbel, reconocido discípulo de Benet, fue entonces el director. No es esta una pieza fácil, a la que se le pone con frecuencia el adjetivo de críptica, y sí heredera de un tiempo en que su autor abandonó el naturalismo. Y lo hizo para embarcarse en los cauces marcados por el teatro del Nobel Harold Pinter. Benet dio un giro con 'Desig' a su trayectoria con una escritura sintética, con mucha trama oculta y pocas evidencias.

Reencuentro con el pasado

La pieza nos presenta a una pareja, ya madura, cuya vida en común parece en vías de disolución, sobre todo para ella. Están pasando un fin de semana en su segunda residencia campestre sin sus hijas. Unas enigmáticas llamadas telefónicas y la presencia de un extraño, aparcado en el margen de una carretera de la zona, alteran la rutina de la pareja. Serán para ella la puerta que abrirá el camino a un reencuentro con el pasado. Los ecos pinterianos se reflejan en unos diálogos, sobre todo los del matrimonio, de ráfagas cortas e intensas, fogonazos verbales y directos.

La de Benet i Jornet es una obra que debe respirarse de cerca, que pide la máxima proximidad, para que el espectador se zambulla en las convulsas pulsiones de sus personajes. Lo ha intentado el TNC con una nueva disposición de su espacio -los espectadores situados a dos bandas-, pero no acaba de conseguirlo. Porque 'Desig' no parece apta para las dimensiones de la Sala Gran, y sí bastante más adecuada para la Petita. Plausible es la idea hacer un homenaje a lo grande, pero no con una obra que exige la máxima atención del espectador.

No es el único problema de esta revisión de 'Desig'. Pese al esfuerzo del reparto, cuesta saltar las barreras y entrar en el montaje. El dramaturgo retrata unos personajes atados por el peso del pasado y también por un convulso presente. Tensiones que llevan a un extremo algo desmesurado cuatro intérpretes tan solventes como Laura Conejero, Carles Martínez, Raimon Molins y Anna Sahun. Queda la sensación de que el exceso de crispación poco ayuda a emprender el viaje que propone Papitu. Tampoco funciona un final con vídeo en el que Munt se deja llevar por un subrayado innecesario y de un efectismo que no casa con la austeridad que lo domina todo, empezando por un espacio escénico con apenas dos mesas y dos largos bancos.

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