Galardón literario

Isaac Rosa gana el Biblioteca Breve con una novela sobre el miedo ante el fin del mundo

La novela de carácter picaresco tiene un importante peso político, algo habitual en la obra del autor sevillano

Roca

Roca / Jordi Cotrina

Elena Hevia

Elena Hevia

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Una novela sobre el miedo generalizado, sobre la incertidumbre que nos atenaza frente al cambio climático, la crisis pandémica y el posible fin del mundo, ha sido la ganadora del Biblioteca Breve. ‘Lugar seguro’ de Isaac Rosa, uno de los autores más en sintonía crítica con los tiempos que vivimos, se ha hecho con el premio. La novela “atrapa e incomoda” y refleja el “momento de incertidumbre de la sociedad actual”, según palabras del jurado formado por Juan Manuel Gil, Pere Gimferrer, Benjamín Prado, Elena Ramírez y Andrea Stefanoni. Por segundo año consecutivo, la gala de entrega quedó reducida por la pandemia a una rueda de prensa, en la que hubo un recuerdo para Fernando Marías, fallecido el pasado sábado, que fue vencedor del galardón en 2015.

Concebida como una novela picaresca, está protagonizada por un personaje, Segismundo García, que parece llevar en los genes sacar provecho a base de estafas y asuntos turbios, vidrioso sistema al que se dedican tanto su padre como su hijo. El último negocio de Segismundo, el que llevará a la familia al ansiado ascenso social, es la venta del lugar seguro del título, que se concretará en un negocio de búnkeres ‘low cost’ para aquellos obsesionados con esa idea apocalíptica que impregna el discurso actual y al que la pandemia no ha hecho más que añadir gasolina. “Segismundo es alguien que se subió al ascensor social y vio que se abría el suelo bajo sus pies”, explica el autor.

Rodeados de ficciones

Fiel a sus postulados, Rosa vuelve a facturar una obra con un importante peso político, algo que es ya una constante en su literatura y que señala que las desigualdades económicas son fundamentales a la hora de dirimir quién se salvará o no si, de verdad, se produce el fin del mundo, porque no todo el mundo tendrá el poder adquisitivo suficiente para conseguir el lugar seguro. Con todo, el autor quería huir de la novela panfletaria o aleccionadora. “Para evitar eso he utilizado un narrador no confiable que señala, exagerándolos, esos problemas reales o no, ya que la futurofobia imperante nos hace vivir rodeados de ficciones”. Así, la novela adopta, con un toque humorístico, la forma de antidistopía, lo que no la convierte en una utopía, “sino en un intento de imaginar otro futuro posible”.

En esa tesitura, la novela premiada dibuja un mundo habitado por varias tribus urbanas: los ‘botijeros’, “un colectivo que parece luchar por un retorno a lo rural, aunque mucho más que eso”, y los ‘prepas’, esos tipos risibles que montan su búnker bajo tierra mientras acumulan suministros y armas, “aunque la pandemia nos haya hecho un poco 'prepas'” a todos. Así, el sálvese quien pueda individual se opone a la salvación colectiva: “Lo que la novela intenta mostrar es que ante esas amenazas lo que nos salva no es el lugar seguro sino otras formas de seguridad, que tenemos que construir. Cuando ocurre algo así no ocurre lo que nos cuentan en las películas, que nos volvemos locos y nos matamos entre nosotros, sino más bien cooperación y responsabilidad”.