Entrevista

Linn Ullmann, la niña de papá y de mamá, pero no de ambos

La respetada escritora noruega se inspira en su infancia y en los últimos días de su padre, Ingmar Bergman, para abordar en ‘Los inquietos’ una novela sobre la vulnerabilidad de la vejez

Jury member  Linn Ullmann attends the Palme d'Or Winners Press Conference during the 64th Annual Cannes Film Festival at Palais des Festivals on May 22, 2011 in Cannes, France.  (Photo by Francois Durand/Getty Images)

Jury member Linn Ullmann attends the Palme d'Or Winners Press Conference during the 64th Annual Cannes Film Festival at Palais des Festivals on May 22, 2011 in Cannes, France. (Photo by Francois Durand/Getty Images) / Francois Durand/Getty

Elena Hevia

Elena Hevia

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Ella, la chica que protagoniza ‘Los inquietos’ (Gatopardo / Les Hores), última novela de la escritora Linn Ullmann, quiso a sus padres sin reservas. “Uno era la noche y la otra, el día”, escribe. A ambos quiso por igual aunque “allí donde empezaba el uno se acababa el otro… Yo era la niña de él y la de ella. Pero nunca fui la niña de los dos”. A Ullmann, una de las autoras más respetadas en lengua noruega –podio que comparte con Karl Ove Knausgard-, no le incomoda su carismática filiación, pero sí que el ser hija de Liv Ullmann, una de las grandes actrices del cine europeo, y del cineasta Ingmar Bergman se convierta en su tarjeta de presentación. No lo necesita y además desvirtúa la percepción que se pueda tener de su trabajo. Delicada autora multipremiada con inquietudes que la equiparan a escritoras que hoy están abriendo un camino singular en la literatura, como Rachel Cusk o Deborah Levy, Ullmann, con siete novelas publicadas, ha decidido iniciar una trilogía novelística de claro trasfondo autobiográfico que es pura literatura fragmentaria y poética. Entrevistarla no es tarea fácil, aunque las formas sean de lo más amigables, porque se resiste como una anguila a establecer que los personajes sin nombre de la obra sean la maravillosa actriz que es su madre y ese enorme director recluído en la isla sueca de Faro que fue su padre.

Cuando faltan las palabras

La novela evoca los veranos que la niña (¿Linn Ullmann?), novena hija que un cineasta (¿Ingmar Bergman?) tuvo con distintas mujeres, pasó junto a su padre y los años de decadencia de éste cuando al creador empezaron a faltarle los recuerdos y las palabras. Padre e hija, director y escritora, abordaron entonces la idea de un posible libro de conversaciones de las que a la muerte del realizador solo quedaron unas cintas. “Mi padre y yo discutimos sobre escribir un libro sobre el hecho de hacerse mayor. Él ya empezaba a dar muestras de envejecimiento físicas y mentales, hablamos sobre ello, grabamos las conversaciones, pero el deterioro de mi padre hizo que tuviéramos que crear un nuevo lenguaje entre nosotros. No conseguí preguntarle nada de lo que quería preguntarle y él no contestaba nada de lo que quería contestar, sentí aquel trabajo como un fracaso total”. Pero no lo fue. Aquello acabó convirtiéndose en la semilla de ‘Los inquietos’ que no es exactamente una novela sobre un padre genial. “He querido escribir una novela sobre los lazos familiares y sobre el hecho de crecer, de hacerse mayor y de mirar atrás. También es una historia sobre el fracaso, sobre estos proyectos maravillosos que acaban haciéndose añicos. En el fondo, siento que en todos mis libros aparece la fragilidad de la vulnerabilidad”.

Se siente muy lejos la autora de los arquetipos que se establecían en la época de sus padres. “El padre de la novela es un macho a la antigua y a la vez una mente brillante. La madre una mujer muy bella. El padre es el que mira y la madre, el objeto de su mirada. La niña está entre ambos y su sensación es que no puede identificarse con ninguno de los dos”. Los tiempos han cambiado y hoy la vida de familia de Linn Ullmann nada tiene ver con aquello: “Mi marido es escritor y nos responsabilizamos de las tareas domesticas al 50%. Y yo diría que mis hijos han evolucionado mucho más si cabe en este terreno. Mi hija pequeña que acaba de cumplir 18 años –todavía no me lo creo- es una joven extraordinaria que tiene una comprensión del género y su fluidez muy distinta a la que tengo yo”. Ullmann da clases de escritura en la universidad y una de las primeras cosas que le dice a sus alumnos es que descarten esa idea del genio tocado con un gran sombrero. “Les digo que si quieren escribir lo primero que tienen que hacer es quitarse ese sombrero porque escribir es intentar decir algo concreto de la manera más simple y precisa”. 

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