Una superstar de las letras francesa

El evangelio según Amélie Nothomb

La excéntrica escritora relata la pasión de Cristo en su novela 'Sed', por la que se ha sido tachada de "sacrílega"

BARCELONA 02/02/2022  Icult.  Rueda de prensa Amelie Nothomb, en el CCCB         FOTO de ALVARO MONGE

BARCELONA 02/02/2022 Icult. Rueda de prensa Amelie Nothomb, en el CCCB FOTO de ALVARO MONGE / Álvaro Monge

Elena Hevia

Elena Hevia

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Primero vino Nikos Kazantzakis con ‘La úlltima tentación de Cristo’, que Scorsese llevó al cine. Ahí Jesucristo en plena agonía en la cruz quiso quitarse de encima su carga divina y redentora para vivir felizmente junto a María Magdalena. Luego fue José Saramago que describió con crudeza esa pasión y muerte. Ahora llega la escritora franco-belga Amélie Nothomb, sí la de los sombreros estrafalarios, la que es seguida por decenas de lectores como una estrella del rock, y escribe su versión, sintética, legible y brillante, como todos sus libros, para abordar el tema en 'Sed' (Anagrama) desde su propio punto de vista: las últimas 24 horas de esa persona que existió históricamente y de la que poco importa –por lo menos a la autora- sí fue o no el hijo de Dios. “Fue un hombre que se sometió voluntariamente al sufrimiento, uno de los más terribles que se conocen, eso es lo que más me interesaba”, cuenta Nothomb esta soleada tarde de febrero en Barcelona, poco después de haber seducido a los fotógrafos posando como un Cristo con los brazos abiertos. Icónica Nothomb. Ni siquiera un tema tan serio como el de la Pasión de Cristo le hace abandonar una portada de sus libros. Aquí también está ella en primer plano.  

La escritora franco-belga Amélie Nothomb, en el CCCB.

La escritora franco-belga Amélie Nothomb, en el CCCB. / Álvaro Monge

Y es que en el fondo, lo que cuenta 'Sed' no es Historia Sagrada sino Historia Humana: el flechazo que la Amélie de 3 años sintió cuando su padre le habló de ese superhéroe llamado Jesús –“yo sentía que Jesús era eso, un superhéroe no tanto porque hiciera milagros sino porque se somete voluntariamente al dolor y no hay nada más humano y terrible que el dolor”. Este libro, el número 22 de esta grafómana empedernida, está también vinculado a su padre, porque es el último que el diplomático y aristócrata pudo leer antes de fallecer y pasarle así el título nobiliario a su hija, la baronesa Amélie Nothomb.  

Pese a su destino terrible, el Jesús de Nothom es ligero y humano como todas las  novelas de la autora, quizá demasiado humano, muy consciente de un cuerpo que también le sirve para amar más que espiritualmente a María Magdalena y es capaz de adoptar una irónica distancia frente a las exigencias divinas. “Decidí que esta novela debía escribirse en primera persona por eso todas las mañanas durante cuatro meses me levantaba consciente de que iba a subir al calvario e inconsciente de que mientras lo hacía, mi padre estaba próximo a la muerte”.  

Un Vaticano tibio

¿Qué hace la excéntrica y mundana Nothomb escribiendo sobre un tema religioso? Al margen de que su familia, en la que se incluye un biógrafo y amigo íntimo de André Malraux, sea tradicionalmente católica, el interés por el cuerpo –sea de Cristo o no- empapa la mayoría de sus novelas, especialmente las autobiografías en las que relató su anorexia. Que esta novela se llame 'Sed', la que sintió Cristo en el Calvario cuando le acercaron una esponja empapada de vinagre, entronca con esa inquietudes y fantasmas, pero eso no ha importado demasiado a las críticas de todo tipo que ha despertado la novela. “Tengo la sensación por las cartas recibidas de  creyentes y no creyentes que no se me ha leído bien. Mi libro no es religioso y quizá por eso las reacciones del Vaticano y de la vieja curia ha sido más bien tibias, y eso sin contar las horribles cartas en las que se me tachaba de sacrílega y blasfema. La salvedad ha venido de los jóvenes sacerdotes que sí han comprendido lo que quería decir y eso ha sido muy satisfactorio”.

El libro de Nothomb se une al escrito por Emmanuel Carrère sobre la fe y la trascendencia religiosa, 'El reino'. ¿Hay algo en Francia que incite a los escritores a preocuparse por ese asunto? A Nothomb le hace gracia la pregunta: “Francia está fatal y Bélgica le va a la zaga. Vivimos una crisis que es más psicológica que económica y estamos buscando respuestas, pero tendría que pensarlo más profundamente”.

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