Finalistas en liza

Análisis sociomusical de las canciones de Tanxugueiras, Rigoberta Bandini y Chanel

El trío gallego y las dos cantantes catalanas escenificaron el empoderamiento femenino de modos distintos e incluso antagónicos

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Jordi Bianciotto

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Cada una de las tres canciones representaba unos valores y cuerpo ideológico distintivos, con poder para captar adhesiones por sí mismos, si bien hablamos de un festival de canciones en el que la textura musical, los ritmos y ganchos melódicos son también determinantes. Repasamos los temas que encabezaron el (polémico) ranking final del Benidorm Fest, coronado por Chanel.

‘Terra’ (Tanxugueiras): ‘meigas’ venidas del futuro

reivindicación de las lenguas cooficiales

¿Pero era ‘Terra’ una canción adecuada para Eurovisión? Su fondo folk no iba a ser una novedad, recordando el currículo de Irlanda y las sacudidas balcánico-esteparias de los países del este (sin ir, más lejos, el ritual forestal de Ucrania del año pasado, ‘Shum’, de Go_A, que presentaba similitudes y que quedó quinta). ‘Terra’ proponía zancadas épicas, voces en trance con un aura ultramontana venida del futuro (tramas electrónicas, vestuario y maquillaje filo-gótico propio de nietas de las ‘meigas’ a las que no pudieron quemar) y un recorrido melódico monocorde que se escapaba un poco del canon ganador eurovisivo. Composición propia con entusiasta apoyo de las redes.

‘Ay, mamá’ (Rigoberta Bandini): cohete pop con candor maternal

El otro gran damnificado del Benidorm Fest es este tema que eleva la figura materna acudiendo al pecho femenino, literalmente, como origen de la Humanidad y la belleza. ‘Ay, mamá’ es un cohete pop construido con habilidad y sentido del humor, con su irónica cita culta a Delacroix, su balbuceante “mamamamama…” y su ‘crescendo’ triunfal. Derrocha ganchos y estribillos, hasta el punto de que en los resúmenes de TVE los fragmentos seleccionados podían ir cambiando y todos funcionaban.

Como la canción de Tanxugueiras, ‘Ay, mamá’ es una creación propia, de Rigoberta Bandini (el alias de la barcelonesa Paula Ribó) y su pareja, el guionista cómico Esteban Navarro (del dúo Venga Monjas), que la acompañó al teclado en escena, donde la arroparon también dos primos y un refuerzo de dos bailarinas. Apuesta de ‘hazlo tu mismo’ sin complejos y puesta en escena simpática, aunque algo pobretona e inocente (más allá de la gigantesca teta planetaria) para competir con los futuribles tiburones de Eurovisión. Pero la canción representó una apuesta distinta, refrescante, con opciones para superar el ruinoso historial moderno de RTVE en el festival. Ya nunca podremos saber hasta dónde habría llegado Rigoberta en Turín, si bien este verano no le faltarán los bolos.

‘SloMo’ (Chanel): la dominadora apuesta latina

Chanel Terrero, cantante, bailarina y actriz, viene del teatro musical, no es compositora y ‘SloMo’ es el ingenio elaborado por cinco híper-profesionales, entre ellos el avezado eurovisivo Leroy Sánchez y el ‘hit maker’ Keith Harris, coautor de éxitos de The Black Eyed Peas y el rapero will.i.am. Buscando una voz para su tema, vieron en esta catalana de Olesa de Montserrat, nacida en La Habana, a la intérprete ajustada para encarnar el rol de ‘vedette’ latina con barrio, labia y cadera, labor que bordó en el Benidorm Fest con sus meneos sinuosos y su vestuario urbano a lo Nathy Peluso.

‘SloMo’ puede responder a lo que, desde RTVE, tal vez se crea que el resto de Europa espera de un artista español, asociando el país a esa latinidad (mezclando castellano e inglés) que desde hace un tiempo apunta a la hegemonía del pop de consumo. Rimas de “boom” con “zoom” y estribillo testarudo y en bucle, apelando a la “slow motion” con toda la intención sexual, si bien el punto álgido está antes, en el puente, cuando advierte, chula ella: “y no se confundan / señora y señore / Yo siempre toy ready / pa’ romper cadera, romper corazones”. Si a Tanxugueiras y Rigoberta les envuelve un halo feminista, Chanel no quiere quedarse atrás, entendiendo su empoderamiento por otra vía, la dominadora en la guerra de sexos. Pero su canción fue la menos defendida de las tres en ese planeta activista llamado Twitter. 

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