Novela negra

Cristina Cassar Scalia, la heredera de Camilleri

La autora siciliana, creadora de la subcomisaria Vanina Garrasi, sitúa sus ficciones en la ciudad de Catania, a la sombra de un volcán tan temido como amado

Cristina Cassar Scalia   Foto Marco Ficili/Cortesía Duomo ediciones

Cristina Cassar Scalia Foto Marco Ficili/Cortesía Duomo ediciones / Marco Ficili/Cortesía Duomo ediciones

Elena Hevia

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Catania, al pie del Etna en Sicilia, no aspira a ser la ciudad más limpia de Italia. De hecho, a los cataneses el resto de Italia se la trae al pairo. Ellos no se miden con nadie, ni con Palermo, a la que desprecian porque Catania tiene la pasión y la capital, los secretos; cuando es sabido que en sociedades ocultas y criminales -en la Mafia, para abreviar- ambas son eficaces por igual. Lo que no tiene Palermo y sí Catania es el volcán, siempre en activo aunque haga siglos, desde 1600, que no haya causado destrucción. Los cataneses aman su volcán, la ‘muntagna’ que, dicen, jamás ha matado a nadie aunque de tanto en tanto expulse una característica ceniza negruzca y arenosa que lo cubre todo, oscureciendo los impresionantes edificios barrocos y estropeando las aspiradoras.

Es en este escenario donde la escritora Cristina Cassar Scalia hace actuar a su investigadora, Vanina Garrasi, subcomisaria de la policía judicial de la ciudad, que se labró un prestigio en la lucha antimafia, donde por desgracia presenció la muerte de su padre, también policía.

Arena negra’ (Duomo), en alusión a la que expulsa el volcán, es la primera de las cinco novelas de la autora, una oftalmóloga que trabaja en Catania de quien no todos sus pacientes conocen su doble vertiente sanitaria y literaria. Y las comparaciones no se han hecho esperar. Así se la considera “la heredera de Camilleri”,  o la “Giménez Bartlett siciliana”, algo que no le disgusta, aunque piense que sus referentes fundamentales son Georges Simenon y Leonardo Sciascia. Algo hay de las intenciones sociales del maestro de Racalmuto en esta historia que cuenta la aparición de un cadáver momificado en una casa semirruinosa que 60 años antes funcionó como el prostíbulo más solicitado y lujoso de la ciudad. “En realidad no quería escribir una novela negra, pero mi idea de partida incluía un cadáver y la imagen de una vieja casa real que heredaron unos amigos, un edificio un poco inquietante. Esto me llevó a crear a una investigadora que construí como la policía que a mí me hubiera gustado encontrar en un libro”, explica la autora una brumosa mañana de enero en una terraza con vistas a la cenicienta catedral de Catania.

Viejas películas y curiosa gastronomía

Poco es lo que la autora le ha dado a su criatura: como a Cassar Scalia, a Vanina también le gustan mucho las viejas películas italianas de Monicelli, Scola o Antonioni, esas que glorificaba ‘Cinema Paradiso’. “Además le hago comer todo lo que me gustaría comer a mí y me veo obligada a reprimirme”. Y es que la gastronomía, tan importante para los cataneses -que hacen cosas tan raras como mojar el brioche en la ‘granita’, un granizado típico de la zona-, es aquí tan palpable como en las novelas de Simenon o de Camilleri.  

Como se trata de sacar a la luz un pasado a la vez brillante pero sórdido, la arena del título le sirve a la autora para exprimir un símbolo eficaz: “Necesitaba dos erupciones, una que en 1959 provocó que el crimen quedara oculto y otra en la actualidad que reactivara lo que estaba escondido bajo la ceniza”. Naturalmente, escribir desde Sicilia supone enfrentarse a la eterna disyuntiva de si colocar las acciones de la Mafia y sus derivadas en primer plano. Aunque los delitos de la subcomisaria Garrasi, por lo menos en esta primera entrega, son comunes, su creadora tiene muy claro que no se puede hacer novela negra sin tenerla presente. “Lo contrario es desvirtuar la realidad y esto es algo que quiero cuidar. La prueba es que muchos policías leen las novelas de Vanina, algo que aprecio mucho”.

El poder de la Mafia, eterna protagonista de Sicilia, aunque ahora sus acciones violentas no parezcan estar tan en primer plano como en los 90 –cuando el padre de Vanina murió en un atentado- se explica según Cassar Scalia por el histórico vacío de poder del Estado italiano respecto a la isla. “Cuando la gente no se siente protegida busca poderes alternativos y de ahí nace la Mafia, de la percepción de haber sido abandonados, de necesitar protección. El peligro es que puedes conseguir todo esto pero el coste es muy alto porque las reglas de la Cosa Nostra son peligrosas y violentas”.