Crítica de cine

Crítica de 'Todo ha ido bien': engorrosa eutanasia

François Ozon huye del tremendismo y la sensiblería pero falla al aportar envergadura emocional a la muerte asistida

"Me aterra la idea de morir sola", confiesa a este diario la actriz francesa Sophie Marceau, que protagoniza la cinta,

fotograma de TODO HA IDO BIEN  sophie marceau 27/01/2022

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Nando Salvà

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Cineasta habituado a explorar tabús sociales y puntos ciegos de la moral humana, en ‘Todo ha ido bien’ el francés François Ozon aborda la eutanasia; el resultado, eso sí, carece de la ambigüedad y la traviesa perversidad a las que durante mucho tiempo se asoció su filmografía. Basada en el libro homónimo de Emmanuèle Bernheim, en el que la autora relataba el proceso que culminó con el suicidio asistido de su padre, la película desatiende los dilemas éticos que el asunto genera para centrarse en las dificultades prácticas que planificar una muerte plantea.

En el proceso, Ozon no se preocupa por descifrar los detalles de la relación supuestamente compleja que da fuelle a la narración ni, en concreto, por investigar por qué la hija decide ayudar de forma incondicional al padre que tanto dolor le causó en el pasado; a su lado, ninguno de los personajes restantes llega a trascender la condición de boceto. El francés, entretanto, huye por completo del tremendismo y la sensiblería pero se muestra incapaz de encontrar soluciones dramáticas alternativas -a ratos coquetea torpemente con la comedia, a ratos con el suspense- con las que aportar envergadura emocional al relato y dotarlo de ritmo y estructura. En cambio, en su camino hacia una conclusión predeterminada, ‘Todo ha ido bien’ transcurre como una tediosa sucesión de escenas demasiado parecidas entre sí, tan absorbente durante casi todo su metraje como una visita al neurólogo. 

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