El libro de la semana

Crítica de 'Grand Union', de Zadie Smith: adoración del fragmento

Cada relato participa de la prosa saltarina, sabia y crítica pero es, en sí mismo, una sorpresa. La autora ancla sus fragmentos de vida en fragmentos de la realidad sin que el mensaje esté por encima de su prosa burbujeante

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zadie / EFE / Ettore Ferrari

Sergi Sánchez

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Qué fácil es pensar que cuando un escritor concibe una historia como un exorcismo sobre el acto creativo está hablando de sí mismo. Seguro que Zadie Smith tiene en cuenta esta tentación, y la integra, juguetona, como parte de la explicación de su credo literario, al menos en lo que respecta a su primera colección de relatos, 'Grand Union'. Cuando el escritor deprimido de 'Bloqueo' habla de sus "proyectos paralelos", de su tendencia irrefrenable a dejarse llevar por los "vehículos de distracción", por su entusiasmo por sentirse ligero y libre, saltando de un tema a otro como una abeja en primavera, ¿no está definiendo el espíritu del libro? "Adoro los fragmentos (…) Alabo las cosas a medias, inacabadas, rotas, ¡los cascotes!", exclama. No se trata de trabajar a partir de los restos del naufragio, sino de hacer de la heterogeneidad una figura de estilo: cada relato de 'Grand Union' participa de la prosa saltarina, sabia y crítica de Smith pero es, en sí mismo, una sorpresa.

A veces las sorpresas te dejan noqueado, como si fueran bromas fueras de lugar. Cuando Smith aborda el relato distópico, parece demasiado enamorada de sus ocurrencias de partida. Claro, cómo no enamorarse de la tocata y fuga de Elizabeth Taylor, Marlon Brando y Michael Jackson durante el 11-S en 'Huida de Nueva York'. El peso de la Historia, los temas que centran las columnas de opinión de los periódicos que Smith frecuenta, siempre asoman el morro, como un acicate narrativo o como un daño colateral de la sociedad contemporánea. En '¡Conoce al presidente!' un juego de realidad virtual puede servir para entrar en el Despacho Oval o para asistir a tu primer funeral, que son casi lo mismo. 'Kelso deconstruido' imagina los últimos días de vida de Kelso Cochrane, víctima de un asesinato xenófobo en el Notting Hill de 1959. El escrutinio público en la universidad y la delación en las redes sociales ocupa el epicentro de 'Ahora más que nunca'. En el delicioso 'Educación sentimental', el feminismo y el racismo atraviesan delicadamente el recuerdo de los amores juveniles de una madre de familia. Smith ancla sus fragmentos de vida en fragmentos de la realidad sin que eso resulte programático, sin que el mensaje esté por encima de su prosa burbujeante.

Identidad literaria inaprehensible

Luego están los relatos de escritores y artistas en los que, como en 'Bloqueo', Zadie Smith parece atomizar su reflejo, para que nunca sepamos cuál es su verdadera cara o, por el contrario, entendamos que su identidad literaria es inaprehensible. El más conmovedor de todos es, quizás, el más autobiográfico. 'Por el rey' cuenta el encuentro, en primera persona, entre una escritora y un amigo artista, residente en París. Smith transmite con una gran sencillez la intimidad de una conversación entre dos colegas que pasan revista sobre su vida, y hablan de lo que significa envejecer, del placer sexual como borrador del tiempo, de los fantasmas del deseo. Y el cuento acaba con una epifanía, al modo de Carver o de Chéjov, un relato dentro del relato que reivindica un mantra -el ¡por el rey' del título, pronunciado repetidamente por un hombre con síndrome de Tourette- "como una expresión humana que todavía conservara un atisbo de significado por minúsculo que fuera". Y ahí está Smith, gran fotógrafa de esa humanidad fugaz pero persistente.

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