Otros escenarios posibles

La apasionante aventura de cartografiar la vida musical de Barcelona

El periodista Nando Cruz transforma en una exposición itinerante sus más de 200 reportajes sobre otros tantos conciertos 'invisibles' celebrados en la ciudad y alrededores en los últimos cinco años

El periodista Nando Cruz, Marti Fradera i Ada Sbriccoli en la exposición 'Altres escenaris possibles', en el Centre Cultural Albareda, del Poble-sec

El periodista Nando Cruz, Marti Fradera i Ada Sbriccoli en la exposición 'Altres escenaris possibles', en el Centre Cultural Albareda, del Poble-sec / JOAN CORTADELLAS

Rafael Tapounet

Rafael Tapounet

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El 24 de abril de 2016, el periodista Nando Cruz publicaba en EL PERIÓDICO DE CATALUNYA un reportaje sobre un recital de ‘corrandes’ en el bar del Centre Artesà Tradicionàrius de Gràcia. Sin que Cruz fuera entonces muy consciente de ello, aquella crónica titulada ‘¡Los de la barra, que callen!’, en la que se glosaban las procaces rimas improvisadas de un septuagenario artista de Folgueroles llamado Carolino, inauguraría una de las aventuras más asombrosas, emocionantes e inspiradoras en las que se ha embarcado el periodismo cultural barcelonés (y de más allá) en las últimas décadas: una serie de 221 artículos semanales consagrados a descubrir distintas maneras de vivir la música en directo en otros tantos espacios de la ciudad y alrededores. 

El epígrafe utilizado para agrupar todos aquellos reportajes bajo una bandera común, ‘Otros escenarios posibles’, da ahora nombre a una exposición que, a través de fotografías, textos, vídeos y mapas, pretende dar a conocer la existencia, a menudo insospechada, de esa red de espacios y circuitos musicales de proximidad que coexisten en los barrios de Barcelona y que, como explica el propio Cruz, aun sin tener presencia en los medios de comunicación, “garantizan la salud, la riqueza y la diversidad de la vida cultural” en la ciudad. El Centre Cultural Albareda del Poble Sec es, desde el 20 de enero, la primera parada de esta muestra itinerante (con estupenda web propia) que, en colaboración con el Institut de Cultura de Barcelona (Icub), recorrerá una cuarentena de centros cívicos en los próximos cuatro años, de Trinitat Vella al Besòs y de Sarrià al Turó de la Peira.

Iglesias y clubs de sado

La sección ‘Otros escenarios posibles’ se publicó de forma ininterrumpida durante 56 meses. En ese tiempo, Nando Cruz asistió a más de 220 espectáculos de música en vivo de todo género celebrados en discotecas, bares, bodegas, talleres, plazas, geriátricos, bibliotecas, iglesias, clubs de sado, tiendas de discos, asociaciones, okupas, solares, ateneos, cárceles, teatros, escuelas, centros comerciales, cines, galerías de arte, parques, barcos, casas particulares, balcones y otros lugares aún más insólitos. En la inmensa mayoría de esos conciertos, algunos de los cuales llegaban a reunir a varios centenares de espectadores, él era el único periodista presente.

Un momento de la actuación de Coàgul en el club Rosas 5.

Un momento de la actuación de Coàgul en una mazmorra del club de sado-maso Rosas 5, en noviembre de 2017. / Martí Fradera

“Cuando empecé con esto, no tenía ni idea de adónde me iba a llevar ni de todo lo que iba a conocer -explica Cruz-. De hecho, la idea inicial era hacer reportajes de conciertos en salas que quedaran fuera del circuito más trillado. Pero entonces alguien te habla de una orquesta de música folclórica que actúa en una fiesta ecuatoriana en un polígono de Granollers y vas y alucinas. Y empiezas a buscar más cosas así y a tirar de hilos. Yo descubrí un mundo de espacios, de maneras de organizarse y de públicos que desconocía, y esa ignorancia me avergonzaba porque llevo 30 años escribiendo de música. Al fin y al cabo, que en Barcelona hay una gran diversidad cultural es una cosa de cajón. Solo hace falta mirar el censo para saber que, si hay miles de paquistanís, tiene que haber espacios donde estos se reúnen a escuchar música, y si hay decenas de miles de personas venidas de Latinoamérica, habrá lugares donde esté sonando salsa, bachata y cumbia”.

Una revelación tras otra

Una ‘marching band’ junto al rompeolas, un maratón de reggae en un espacio que parecía condenado a ser el aparcamiento de un Mercadona, una misa nigeriana en el delta del Besòs, un concierto de claviórgano Hauslaib (instrumento único en el mundo), un activista que interpreta canciones antideshaucios en los vagones del metro, una estrella malagueña del pop anime, una multitudinaria fiesta boliviana en un polígono industrial, un quinteto alemán de doo wop en un bar de Les Corts, un recital de una superestrella de pop punjabi en el cine Aribau “organizado vía whatsapp por un chaval de 21 años de Vic”… Cada una de las actividades documentadas en ‘Otros escenarios posibles’ suponía para Cruz una experiencia nueva y singular, un descubrimiento revelador. 

Misa góspel de inmigrantes nigerianos en Sant Adrià del Besòs, en la Navidad de 2018.

Misa góspel de inmigrantes nigerianos en Sant Adrià del Besòs, en la Navidad de 2018. / JOAN CORTADELLAS

“En muchos casos, el hecho de llegar al sitio ya era una aventura -relata-. El 95% de los reportajes los hice en lugares en los que no había estado nunca, y eso, a nivel periodístico y vivencial, es muy enriquecedor. Ir a las dos de la madrugada a un sitio en el que parece no haber nadie, ver una luz, abrir una puerta y encontrarte a 500 personas bailando… Eso es algo que no vives cuando vas al Apolo. Para mí han sido los cinco mejores años de mi vida profesional, con diferencia. Y mira que ha habido veces en que pensaba: '¡Quién me manda venir a un polígono de Cerdanyola a dos bajo cero para ver un concierto de flamencotón a las cuatro de la madrugada!'".

Ese entusiasmo por descubrir tantas cosas excitantes que pasan bajo el radar de lo que los medios de comunicación llaman agenda cultural era lo que Cruz buscaba compartir con sus artículos. “Escribir cada uno de los reportajes era mi manera de decirle a la gente: 'Si hubierais estado allí, habríais flipado'”. También era su manera de reivindicar que todos los géneros musicales son igual de importantes. “La música es la disciplina artística más social que existe. Es una herramienta que utilizamos los humanos para socializar. Todas las músicas son importantes para alguna persona concreta o para un colectivo en algún momento, y por eso ninguna forma de relacionarse con la música es más válida que otra y ningún género está por encima de los demás”.

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