Óbito

Muere Ricardo Bofill, el genio indomable de la arquitectura

Tan genial como inclasificable, el autor del Walden 7 deja más de mil obras repartidas por el mundo, no en vano le gustaba definirse como ‘nómada’ y afirmaba que cada lugar requiere su propia arquitectura.

Suyos son el edificio Vela y el Teatre Nacional de Catalunya, en Barcelona; el monumental complejo Les Arcades du Lac, en Francia, y el 77 del West Wacker Drive de Chicago

Cinco creaciones en España de Ricardo Bofill

Cinco obras internacionales de Ricardo Bofill

Natàlia Farré

Natàlia Farré

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Mil proyectos repartidos en 35 ciudades. Un currículum muy sucinto para uno de los grandes arquitectos del país, pero que da idea de lo ecléctico de su obra y de su internacionalidad. Un genio que se describía como “nómada” y que afirmaba que “no se puede hacer la misma arquitectura en todas partes del globo”. Un genio que empezó su trayectoria “yendo hacia la construcción del artista total”, de ahí su interés por el cine, la psiquiatría y la política. Un genio tan polémico como respetado, tan culto como deslenguado –lo mismo afirmaba su pasión por Gaudí que su rechazo por la obra de Le Corbusier . Y un genio que este viernes ha fallecido a los 82 años en Barcelona, la ciudad en la que nació, de la que tuvo que marchar, a la que volvió para montar despacho y en la que construyó obras tan conocidas como discutidas. Ahí están el Walden 7, el Hotel Vela, el Teatre Nacional, el aeropuerto del Prat, Institut Nacional d’Educació Física o el inicial edificio de viviendas de la calle de Bach. Era Ricardo Bofill Levi (Barcelona, 1939). 

El edificio Walden 7, una de las obras más conocidas de Ricardo Bofill.

El edificio Walden 7, una de las obras más conocidas de Ricardo Bofill. / Ricardo Bofill Taller de Arquitectura

Su singladura empezó con la expulsión de la universidad por rojo y continuó con la prohibición de construir en Espanya por parte de Carlos Arias Navarro

En sus memorias dejó escrito que se fue de Barcelona en cuanto pudo porque la ciudad “era fea, sucia y pequeña”. Cierto. Pero tan cierto como que su primera huida fue por necesidad académica: en 1957 fue expulsado de la Escuela de Arquitectura por rojo –promovió el Sindicat Lliure Universitari- y tuvo que largarse a Ginebra a acabar sus estudios. Tan cierto como que su marcha a París (e internacionalización), tuvo a un protagonista indiscutible: Carlos Arias Navarro. El que fue último presidente del Gobierno de la dictadura le prohibió construir en España cuando ostentaba la vara de Madrid. Y tan cierto como que cuando marchó a Francia ya llevaba una parte de trayectoria escrita, entre otras cosas, el proyecto del Walden 7 y la fundación del estudio Taller d’Arquitectura.  

Edificios monumentales

El primero, una ‘kasbah’ faraónica y un edificio del que mucho se ha escrito para bien y para mal, y que pasa por ser una obra clave de la arquitectura que plasma en ladrillo las ideas del Mayo del 68. Y que Bofill definía como “una utopía social”. La construcción, que toma el nombre de una obra de Burrhus Frederic Skinner, comparte formas e ideas con el complejo la Muralla Roja, en Calpe, con la fama de ser el edificio más ‘instagrameado’ de España. El Taller d’Arquitectura compite en monumentalidad a su lado. Levantado sobre lo que fue una inmensa cementera, Bofill adaptó todos los elementos industriales, silos incluidos, en lo que llamó La fábrica, un espacio de trabajo y vivienda tan colosal como su ego, del que nunca renegó. 

El complejo Abraxas, en Marne-la-Vallée, uno de los proyectos del programa ‘villes nouvelles’ impulsado por el gobierno francés a principios de los 80 y diseñado por Ricardo Bofill.

El complejo Abraxas, en Marne-la-Vallée, uno de los proyectos del programa ‘villes nouvelles’ impulsado por el gobierno francés a principios de los 80 y diseñado por Ricardo Bofill. /

Mucho se ha escrito para bien y para mal del Walden 7, una ‘kasbah’ faraónica que pasa por ser una obra clave de la arquitectura que plasma en ladrillo las ideas del Mayo del 68

Aunque su construcción fue posterior a la formación del equipo, cuya gracia no residió en su espectacular concepción sino en la transversalidad de sus integrantes: reunía, entre otros, gente de disciplinas tan diferentes como el poeta José Agustín Goytisolo, el pensador Xavier Rubert de Ventós, el crítico literario Salvador Clotas y Serena Vergano, musa de la Escola de Barcelona y primera mujer del arquitecto. Pero para entender la trayectoria de Bofill hay que entender sus orígenes: burgueses, cosmopolitas y cultivados. Por parte paterna, familia republicana y liberal que contribuyó a la Renaixença; y por parte materna, familia judía de origen veneciano dedicada al mundo de las antigüedades. 

La Fábrica, edificio que alberga el estudio de Ricardo Bofill, Taller d'Arquitectura, e y su domicilio particular.

La Fábrica, edificio que alberga el estudio de Ricardo Bofill, Taller d'Arquitectura, e y su domicilio particular. / RBTA

Obsesión innovadora

Con su padre, también arquitecto y vinculado al Gatcpac, hizo su primer trabajo, una pequeña casa para su tía en Eivissa de inspiración vernácula y muy alejada de los proyectos que deja en cartera: el complejo cultural Royal Arts de Riad, en Arabia Saudí; y una ciudad inteligente sin emisiones de carbono y con tecnología 5G, en China. Pero entre unos y otros ha habido espacio para mucha carrera y muchos estilos, aunque lo que mejor define su trayectoria es la lucha constante que libró por cuestionar el pensamiento dominante en la arquitectura y su afán por adaptarse a los espacios y lugares. Y su obsesión innovadora. Lo fue con el primer rascacielos -77 del West Wacker Drive- que levantó en la ciudad que los acunó, Chicago.  Y en sus proyectos en Francia. “Inventamos la fachada de cristal sin soporte, así como el doble muro cortina, con el cual construimos las sedes de Dior, Cartier o Parisbas” en París, explicó en el discurso de aceptación del título ‘honoris causa’ por la UPC el pasado mes de septiembre. 

Lo que mejor define su trayectoria es su lucha constante por cuestionar el pensamiento dominante en la arquitectura, la innovación y su afán por adaptarse a los espacios 

Con todo, estos no eran sus trabajos franceses más conocidos ni siquiera más monumentales o atrevidos. A redefinir el espacio urbano y la construcción de viviendas con elementos prefabricados para abaratar costes pero sin rebajar prestaciones se dedicó en los proyectos del programa ‘villes nouvelles’ impulsado por el gobierno francés a principios de los 80. El primero fue Les Arcades du Lac, en Saint Quentin-en-Yvelines, posmodernismo 'avant la lettre’ en su intento de aunar tecnología e historia de la arquitectura. Luego llegaron el complejo Abraxas, en Marne-la-Vallée, diseñado como un anfiteatro con imponentes columnas y arco de triunfo incluido, y el faraónico Antigone de Montpellier. 

Y muchos más hasta llegar a mil y afirmar: “La tónica constante de mi trayectoria es la insatisfacción. Creo que es necesario construir cada proyecto para poder equivocarme”. Se va uno de los grandes arquitectos de Barcelona y lo hace poco después del adiós de otro de los buenos, Oriol Bohigas, con el que mantuvo una complicada relación que, al final, supieron resolver.