Crítica de cine
Crítica de 'El espía honesto': la última ejecución
Austera reconstrucción de la historia real de un oficial de la Stasi condenado a muerte por espionaje y traición
Quim Casas
Periodista y crítico de cine
Profesor de Comunicación Audiovisual en Universidad Pompeu Fabra y docente en ESCAC, FX, Cátedra de Cine de Valladolid y Museu del Cinema de Girona. Autor de diversos libros sobre David Lynch, David Cronenberg, Jim Jarmusch, Fritz Lang, John Ford y Clint Eastwood. Miembro del Comité de Selección del Festival de Cine de San Sebastián.
El título original alemán del filme podría traducirse por 'Primer plano', y es tan sugerente como ambiguo. El título internacional en inglés es mucho más explicativo: 'La última ejecución'. Y el que ha recibido entre nosotros se centra más en el tipo de personaje protagonista que en el contexto histórico: 'El espía honesto'. Ciertamente, se trata de la reconstrucción de un caso real, el de la última ejecución cometida en la antigua Alemania comunista, en 1981, seis años antes de que se aboliera la pena capital, y su protagonista es un espía sumamente honesto superado por las circunstancias.
También se trata de un filme en teórico primer plano. No es que todos los ángulos de la cámara sean ese, el del rostro del protagonista, pero si que la directora Franziska Stünkel lo concentra todo en las facciones y miradas del personaje, figura trágica incrustada en una película de tonalidad muy distante, casi aséptica, estilo ideal para mostrar una forma de vida y de conflictos, los de las dos Alemanias, que resultaron decisivos después del fin de la segunda contienda mundial, durante lo más duro de la Guerra Fría y al comienzo de los años 80, cuando Rusia, Alemania, Europa, empezaban su viraje hacía un mundo que, teóricamente, debía ser mejor.
El filme se basa, con licencias, en la historia de Werner Teske, oficial de inteligencia de la Stasi que fue condenado y ejecutado por espionaje y traición. Las presiones de sus superiores en el servicio ponen al profesor Franz Water, trasunto de Teske, siempre al límite, obligándole a hacer cosas en las que cada vez cree menos. Stünkel rueda con extremada calma, incluso los momentos de mayor tensión. Es un filme muy austero, distinto a cualquier otro que se haya hecho sobre los complejos entresijos de la Alemania Oriental.
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