Discos de la semana

Crítica de 'Long promised road', de Brian Wilson: invocando viejos fantasmas

La banda sonora del último documental sobre Wilson combina ‘remakes’, un notable tema nuevo y canciones perdidas de los años 90, cuando el miembro de The Beach Boys trataba de encarrilar su vida

Los nuevos álbumes de Aeon Station, Andrea Motis, Paul Weller y Madee, también reseñados

Brian Wilson, en su última visita a Barcelona, en 2016

Brian Wilson, en su última visita a Barcelona, en 2016 / Ferran Sendra

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
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Ya nos hemos acostumbrado al risueño Brian Wilson otoñal, felizmente rescatado del abismo, disfrutando de su legado y de compañías cabales, pero no siempre fue así: hay que retroceder hasta tres décadas atrás para ver por el ojo de la cerradura al genio desahuciado que trataba de librarse del inquietante psicólogo Eugene Landy. De aquellos años inestables vienen las canciones que constituyen el corazón de este álbum, banda sonora del documental de Brent Wilson (sin relación familiar) que reconstruye una vez más el prodigioso viaje del compositor principal de The Beach Boys.

Un bonito tema de estreno, ‘Right where I belong’, firmado por Wilson y Jim James (líder de My Morning Jacket), con su esbelta dinámica melódica y sus armonías vocales, abre el álbum ‘Long promised road’ con un mensaje candoroso: “Para mí, el amor, eso es lo que de verdad es la música / Sé que el amor es lo que realmente quiero compartir”. Tal como diría aquel Brian Wilson adolescente que esbozaba sus primeras tonadas acariciado por la brisa del océano californiano. Y lo que sigue asombrando de su historia es que ninguna de las calamidades que sufriría en el futuro (la drogadicción, la enfermedad mental, la traición) destruiría su halo de inocencia. Ni siquiera en aquellos momentos (1992-94) en que, tratando de salir de la niebla, elaboró con Andy Paley (del dúo pop The Paley Brothers, productor de Jonathan Richman) cinco apreciables temas rescatados en este disco.

Homenaje a los héroes

Canciones inéditas que fueron concebidas en tiempos de rehabilitación y que, como las de otro disco frustrado, llamado ‘Sweet insanity’ (también con Paley), quedaron congeladas a beneficio de otros proyectos. Nos saludan ahora con su soleada gramática ‘beach boy’ y su secular melancolía (‘Must be a miracle’) e invocando el viejo blues con atropello tontorrón (‘I’m broke’). El número más disfrutable es ‘Slightly American music’, un homenaje a las fuentes del saber, a Elvis Presley y a Buddy Holly, al muro de Phil Spector (“que ni los Beatles pudieron derribar”) y a George Gershwin (“cuando oigo ‘Rhapsody in blue’ / siempre me hace llorar’).

La otra mitad del álbum apunta al ‘remake’ de temas del viejo grupo. A excepción del tierno ‘In my room’ (capturado en una toma en vivo), se trata de material alejado de su era surfera, con sendos guiños a Carl Wilson: ‘The night was so young’ (que este cantó en ‘The Beach Boys love you’, 1977) y la canción titular, ‘Long promised road’, composición con su firma (original de ‘Surf’s up’, 1971). Todo ello da forma a una pieza más en el puzle ‘wilsoniano’, que este otoño ha sumado otro lanzamiento, ‘At my piano’, con versiones instrumentales de los clásicos, a solas con teclado, tal y como las escucharían por primera vez sus abrumados compañeros de grupo (y su adorable padre). - Jordi Bianciotto

Harto de ver cómo la actitud obstruccionista de su ‘coéquipier’ Charles Bissell obligaba a retrasar una y otra vez la publicación del cuarto elepé de The Wrens (¡durante 14 años!), Kevin Whelan publica por su cuenta las canciones que había compuesto para aquel álbum junto a otras más recientes. El resultado es un magnífico debut en solitario y, a la vez, un emocionante y coherente epitafio para una banda que, con sus himnos inflamados de pasión, marcó el camino a Arcade Fire y mereció mucha más suerte. - Rafael Tapounet

Andrea Motis creció como artista entre los atriles de la Sant Andreu Jazz Band, pero esto son palabras mayores En 'Colors & Shadows' se alía con la alemana WDR Big Band, una de las más solventes y versátiles de Europa, sinónimo de arreglos lustrosos y sonido finísimo: ideal para arropar a Motis. El repertorio es casi todo de la cantante y trompetista, muy cómoda entre el swing moderno y las músicas de Brasil. Aunque como vocalista, donde resulta más convincente es en una balada en catalán, 'Sense pressa'. - Roger Roca

Con la colaboración del director y arreglista Jules Buckley, el ‘Modfather’ elige, sin caer en la obviedad, 18 canciones de todas sus épocas (con The Jam, con The Style Council y en solitario) y se da el lujo de interpretarlas con el respaldo de la Orquesta Sinfónica de la BBC. El ejercicio tiene algo de capricho innecesario y se echa en falta una mayor audacia en las nuevas versiones, pero tanto la voz de Weller (en una forma espléndida a sus 63 años) como las composiciones resisten la prueba con solvencia. - R. T.

La banda de Cabrils, descongelada tras 14 años, en su segundo disco en nueve meses (y ya prepara el tercero). Ahí está su reconocible flujo de electricidad con fondo poético, presto a las secuencias expansivas y a medios tiempos en los que flota una atemperada tensión interna. Cancionero lírico y mental, con un Ramón Rodríguez (The New Raemon) que es más fuente de sonido e hilo conductor que cantautor, apegado a los nublados textos de Mark Swanson. La despierta segunda vida de Madee. - J. B.

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