LO QUE NO SABÍAS DE...

¿Qué es verdad y mentira en la comedia 'Sis dies corrents'?

La directora, Neus Ballús, escribió el guion a partir de conocer a sus protagonistas

Son tres fontaneros reales que no se conocían previamente y debieron acostumbrarse a la improvisación

El equipo les preparaba cada día una avería que ignoraban para que tuvieran que repararla

corrents obrir

corrents obrir / FILMAX

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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La realizadora catalana Neus Ballús (La plaga, El viatge de la Marta) acaba de estrenar su tercer largometraje, Sis dies corrents, que obtuvo el premio del público y la Espiga de Plata en el festival de Valladolid y también consiguió diversos galardones en Locarno. Está protagonizado por tres fontaneros: Pep Sarrà está a punto de jubilarse y su compañero, Valero Escolar, se ve obligado a trabajar con un joven árabe, Mohamed Mellali, al que trata con un cierto desprecio. La película les sigue a través de seis jornadas en las que acudirán a las casas de otros tantos clientes para reparar alguna avería.

Lo más original es que el filme juega constantemente con la realidad y la ficción, ya que no se trata de tres actores, sino de tres obreros reales que improvisan la mayor parte de sus frases a medida que avanza la acción. Esta situación provoca que la naturalidad y la frescura, alternando el catalán con el castellano, impregnen cada diálogo y el espectador viva una experiencia insólita en la que se siente parte de esta cuadrilla y reaccione ante cada una de sus historias. La propia directora, Neus Ballús, nos explica cómo rodó esta película, diferente a cualquier otra y que ya se ha convertido en uno de los títulos de culto de la temporada.

-Entre la realidad y la ficción. “Es difícil decir hasta qué punto es ficción o documental. Ambas cosas son verdad y ambas son mentira. Los tres fontaneros son reales, son tres fontaneros de verdad que están ejerciendo, excepto Pep, que se ha jubilado como se ve en la película”.

-Un casting de calle. “Ellos no trabajaban juntos, sino que les encontré porque hacían clases en la escuela del gremio de Barcelona para actualizarse con las normativas. Allí hago lo que se llama un casting de calle, que es meterme en los contextos donde creo que puedo encontrar gente de este perfil y les observo para descubrir quiénes pueden ser los protagonistas de la película. En ese momento no había guion todavía, yo lo hago al revés, primero parto de los personas y, cuando las encuentro, lo escribo”.

La realizadora descubrió a sus protagonistas en la escuela del gremio de Barcelona. 

La realizadora descubrió a sus protagonistas en la escuela del gremio de Barcelona.  / FILMAX

-La preparación. “Conocí a más de mil fontaneros de Catalunya. A los que más nos gustaron les invitamos a un encuentro filmado donde les preguntábamos anécdotas o cosas que les ocurren en su día a día en casas de clientes. También les probábamos para ver si entraban rápidamente en el juego de las improvisaciones, de mostrarse, que es lo que necesitaríamos de ellos durante el rodaje. Les estuvimos preparando durante dos años, nos encontrábamos una vez a la semana o cada dos semanas de una forma muy relajada y sin mucha presión para poder conocerles con una cierta profundidad, para ver qué había de ellos que podía acabar configurando sus personajes”.

-El guion. “En base a las experiencias que nos contaron fue como escribimos las seis historias que configuran la película, así como la trama central de este conflicto entre Moha y Valero, que le trata con un cierto racismo, rechazo y prejuicios. Esto se basa en ver que en estas improvisaciones era algo que, como ellos habían vivido mucho en la obra, aparecía continuamente”.

La trama se centra en la tensión entre Moha y Valero (derecha).

La trama se centra en la tensión entre Moha y Valero (derecha). / FILMAX

-Los clientes. “Respecto a los clientes funcionó un poco de la misma manera, pero sin tener tan cerrado qué perfiles buscábamos. Yo creo que soy una directora de casting salvaje, que en otra vida fui esto o lo seré en la siguiente, porque siempre me voy fijando en gente que es interesante, que es singular, que puede aportar algo distinto a una película”.

-Rompiendo prejuicios. “El caso de la fotógrafa y del psicoanalista eran dos personas que yo ya conocía porque había detectado alrededor mío que podían ser muy interesantes de incorporar en esta película, que habla de estos prejuicios y de las categorías de personas que podemos encontrar en nuestra sociedad. Pero a la vez, cuando conoces a estas personas, se rompen todos los prejuicios y estas simplicidades. Porque todo el mundo es muy muy singular, complejo y sorprendente a la vez”.

Ballús escogió a la fotógrafa porque pensó que podría ser muy interesantes su visión.

Ballús escogió a la fotógrafa porque pensó que podría ser muy interesante su visión. / FILMAX

-Perfiles. “Todos los clientes son reales y tenía claro que quería a una persona mayor, a unas niñas, a unos paletas, pensaba que eran tipologías de clientes que podían generar un choque entre el equipo de fontaneros y ellos. Pasaron por el mismo proceso más o menos de preparación, de conocerles para ver qué aspectos de sus vidas podrían resultar interesantes para incorporar en el guion. Por ejemplo, la dieta del avi Pere, el hecho de cómo Judith fotografía aquello exótico, la masculinidad o esta tendencia de Alfredo el psicoanalista a analizar toda relación que ocurre a su alrededor”.

-El cambio de posición de Valero. “Vuelve a ser medio real y ficción porque Valero en la vida real no es tan racista como su personaje, aunque sí tiene prejuicios, es alguien que no tiene filtros, que es muy políticamente incorrecto y dice directamente lo que piensa aunque a los demás no les guste, incluso con un cierto ánimo de polemizar. Pero es verdad que en el proceso de hacer la película, una de las cosas que se enseña a los actores para poder estar bien en una escena es a escuchar al otro, que es algo que en la vida real tampoco hacemos muy bien. Y de hecho la película va también sobre cómo no escuchamos ni vemos a quien tenemos delante. El hecho de tener que interpretar escenas con otro obligó a Valero a callarse de vez en cuando, a mirar, a observar. Y aquello empezó a afectarle, no a cambiarle”.

La cineasta pensaba que las niñas podrían provocar un choque interesante con los fontaneros.

La cineasta pensaba que las niñas podrían provocar un choque interesante con los fontaneros. / FILMAX

-Del fontanero al espectador. “El rodaje y la preparación le pusieron más en contacto con sus vulnerabilidades, el miedo a jubilarse, a que las cosas cambien, a hacerse mayor, a que no le guste su aspecto físico. Valero, de alguna forma, a través de verse a sí mismo y aceptarse por primera vez empieza a aceptar un poco al otro. Eso es lo que ocurre en la película y Valero cuando hace las entrevistas cuenta que, antes, él categorizaba a la gente mucho más rápidamente y ahora escucha más, da segundas oportunidades y tiene menos prejuicios. Así que si hemos conseguido que le valga de algo este proceso de seis años que hemos estado trabajando, esperamos que en los 85 minutos de la película, la gente como mínimo se lo plantee”.

-Un rodaje diferente. “El método de rodaje de esta película no tiene nada que ver con las otras. Ellos son fontaneros reales y teníamos que rodarla en una semana para que no desaparecieran de sus trabajos y para mí era importante para que no se olvidaran totalmente de quiénes son. Creyendo que ahora, de repente, son actores podían dejarán de ser ellos mismos. Nunca tuvieron acceso al guion ni sabían exactamente de qué iría la película, sino que cada día recibían una citación que les decía en qué lugar empezábamos a rodar. No sabían con quién se encontrarían en la escena y tampoco con qué avería y cómo sería esa casa, ese lugar”.

Los tres fontaneros solo sabían a dónde irían cada día, pero no lo que deberían reparar.

Los tres fontaneros solo sabían a dónde irían cada día, pero no lo que deberían reparar. / FILMAX

-Averías reales. “Nosotros teníamos un fontanero en el equipo de arte de la película que generaba una avería en esa casa, en el aire acondicionado, en la caldera, en lo que fuera y ellos tenían que repararla realmente durante el rodaje. Para mí esto era importante porque les obligaba a estar trabajando y atentos a su profesión y hacía que la presión respecto a actuar o qué ocurría con la película se rebajará un poco. Su mente estaba ocupada con qué iban a hacer con ese aire acondicionado. Es un método que, para mí, les permitía estar más libres, ser más auténticos, más ellos mismos en una situación muy parecida a la que se encontrarían a la vida real, donde no saben qué va a ocurrir a continuación. Reaccionan a lo que les ocurre y tienen un objetivo que es terminar el trabajo, hacerlo lo mejor posible lidiando con sus inseguridades y miedos. Así podíamos obtener las interpretaciones más auténticas y naturales posibles”.

-Valero, el cotilla. “El equipo tenía que mantener en secreto lo que iba a pasar a continuación y Valero, que era muy cotilla, siempre les iba preguntando o cuando encontraba un guion por el set intentaba mirar a ver si podía entender cómo terminaba la película o que es lo que seguía. Entre nosotros teníamos que ocultar los secretos continuamente a los personajes, como en un juego muy serio para que esas incógnitas no se revelaran antes de tiempo”.

En cada hogar, el equipo provocaba una avería para que los protagonistas tuvieran que repararla.

En cada hogar, el equipo provocaba una avería para que los protagonistas tuvieran que repararla. / FILMAX