Crítica de música

Jordi Savall besa el cielo en el Liceu con Beethoven

El músico catalán concluye con gran éxito su personal homenaje al compositor alemán en su 250º aniversario

Jordi Savall, al frente de Le Concert des Nations, en el Liceu

Jordi Savall, al frente de Le Concert des Nations, en el Liceu / A. Bofill

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Jordi Savall ha conseguido un nuevo hito en su impresionante carrera artística, concluir la revisión de la totalidad de las sinfonías de Beethoven que comenzó en junio de 2018. Y lo hizo en el Liceu, después de pasear su proyecto por el Auditori barcelonés, aterrizando en el Gran Teatre con las dos últimas, la ‘Octava’ y la popular ‘Novena’, si bien nunca funciona adecuadamente un concierto con ambas obras, de tan disímiles carácter. El homenaje de Savall debería haber concluido en el curso 2019-20, coincidiendo con el 250º aniversario del nacimiento del genio de Bonn, pero la pandemia lo impidió. El acontecimiento, en todo caso, culminó en un gran éxito después de haber conseguido, en todos los conciertos, una aclamación unánime, ya que el músico catalán evidenció un trabajo detallista y global en el que intentó con fortuna y junto a su orquesta, Le Concert des Nations –especializada en música antigua y barroca–, devolver la frescura primigenia de estas sinfonías tan manidas para recuperar su estructura originaria en cuanto a 'tempi', articulación, dinámica y tímbrica.

En esta última entrega del proyecto, en la 'Octava sinfonía' el buen humor imperante se esfumó sobre todo a partir del tercer movimiento, cuando sorprendieron varias frases poco claras, con poca presencia de la madera y demasiada de una trompa poco temperada, al igual que en el inseguro arranque del 'Vivace' final, con la cuerda algo descuadrada en ese difícil engranaje propuesto por Beethoven.

La ‘Novena’, en cambio, resultó enteramente convincente, con un segundo movimiento sin exageraciones, un tercero muy adecuado a la tímbrica de la orquesta y un ‘Finale’ de gran impacto. Al buen hacer de los maestros de la orquesta –destacando una vez más el concertino, Jakob Lehmann– el coro de la La Capella Nacional de Catalunya que prepara el tenor Lluís Vilamajó ofreció una interpretación fogosa y entusiasta, sin partitura. Los solistas vocales cumplieron correctamente, sobre todo el tenor Mingjie Lei, de suficiente proyección, mientras que la soprano Sara Gouzy despuntaba en sus intervenciones por su brillante timbre. El Liceu, lleno hasta la bandera, aclamó a los intérpretes con especial énfasis en la figura del ya legendario director catalán.

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