LO QUE NO SABÍAS DE...

Las notas secretas del drama musical 'El amor en su lugar'

La obra que representan existió realmente y el texto es el mismo aunque las canciones desaparecieron

El plano secuencia inicial estaba trucado y rodado en dos países distintos

Todas las canciones se grabaron en directo y los actores escuchaban la música por un pinganillo

lugar obrir

lugar obrir / MICHAEL OATS

Eduardo de Vicente

Eduardo de Vicente

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Rodrigo Cortés es uno de los realizadores contemporáneos más interesantes de nuestro país y uno de aquellos con los que nunca sabes con qué te va a sorprender. Debutó con la sátira económica Concursante para luego seguir con la claustrofóbica Buried, saltar a continuación a la parapsicología con Luces rojas y adentrarse en el fantástico con Blackwood o el terror con sus recientes Historias para no dormir. Por todo ello, no es de extrañar que ahora estrene El amor en su lugar, un filme musical que, además, supone la primera historia de amor que explica en su carrera.

Para ello utiliza actores internacionales poco conocidos como la danesa Clara Rugaard, o el irlandés Ferdia Walsh-Peelo (Sing Street) en esta cinta ambientada en el gueto de Varsovia en 1942. La acción se desarrolla casi por completo en un teatro en el que un grupo de actores representa un musical. Pero uno de ellos planea huir del país y quiere que le acompañe una de las actrices que, en esos momentos, mantiene una relación con otro de los artistas. Es una cinta repleta de sensibilidad con hermosas canciones, estupendas interpretaciones y un tema muy original. El propio Cortés nos explica las anécdotas del rodaje.

-El original. “La obra teatral que vemos en la película existió realmente y hemos respetado los fragmentos que se conservan, la escribió Jerzy Jurandot y se estrenó en el 1942 en el teatro Fémina del gueto donde se representó durante cuatro semanas. Cinco meses después comenzaron las deportaciones. Era escritor pero también músico en una big band y la hizo para reírse de su situación allí. La obra sobrevivió pero no las canciones e intentamos ser muy fieles a esa aventura para homenajear a ese grupo de actores que hizo algo imposible. Incluso dentro de los océanos de las tinieblas siempre hay una luz que brilla en algún sitio”.

-El plano secuencia inicial de 11 minutos. “Era un plano complejo. El tranvía fue añadido digitalmente pero lo más complicado fue que no había cortes y fue rodado en dos países distintos (sí, hay truco). Lo difícil no fue hacerlo sino concebirlo, que la coreografía de la cámara y los actores fuera fluida e invisible. La parte inicial se rodó en unos estudios en Alemania moviendo a cientos de figurantes durante un complejo recorrido a través del gueto, empezar con la grúa, seguir con la steadycam, subirse a un carrito, el cámara car y acabar con la cámara al hombro. Tenía solo media hora para rodarlo por motivos de luz, dos o tres balas como mucho y había mucha presión. Luego, entramos en el teatro, rodado en el Parc Audiovisual de Terrassa y el Casino del Masnou, y fue la parte más compleja narrativamente, recorremos el teatro entero, conocemos a los personajes… Tenía que ser una coreografía muy fluida entre la cámara, los diálogos y los personajes, hacer sentir al espectador que estaba en el gueto para que durante el resto de la película siempre se sintiera ubicado”.

El plano secuencia inicial fue rodado, en realidad, en dos países distintos.

El plano secuencia inicial fue rodado, en realidad, en dos países distintos. / MICHAEL OATS

-La preparación. “Pedí a los actores que vieran varias películas cuya suma podía generar esa vibración para entenderla. To be or not to be, con la que guarda bastante relación con el juego entre la realidad y el teatro, Uno dos tres para el ritmo de la función teatral, Berlín Occidente por su desencanto humorístico, Cisne negro por tratar un tema clásico con una formulación muy contemporánea, Cabaret, Vania en la calle 42 o ¡Qué ruina de función! (versión cinematográfica de Pel davant i pel darrera) por los cambios de registro de los actores a los que empujan constantemente a salir a escena sonrientes y cantar, mientras que las bambalinas son más oscuras y representan la realidad de sus elecciones morales”.

-Un musical romántico. “Por primera vez he rodado una película romántica y un musical porque la historia tenía ese poder interno, no era discutible simplemente hay historias como esta que te apelan de forma muy profunda y creía que la tenía que desarrollar. Es un poco como Billy Wilder, que era muy vitriólico pero también muy romántico, no creía en la humanidad, pero sí en el amor”.

-Los ensayos. “Antes de empezar a rodar ensayamos por separado la obra que iban a representar. Tuve que dedicar casi todos los ensayos a levantarla ya que lo primero era ensayar el musical, trabajar el lenguaje de la escena del baile y las canciones y el lenguaje coral popular para llegar hasta la última fila. A las otras escenas le dedicamos como un 20 por ciento del tiempo, a las más naturalistas, donde los personajes tienen las emociones más profundas. Es un lenguaje distinto y tenían que pasar de unas a otras sin continuidad. Cambian de registro, cae el telón y regresa el naturalismo sudoroso y sucio de la humanidad.

-El reparto. “Para conseguir una mayor autenticidad era importante que fueran actores jóvenes poco conocidos, los 22 años de entonces no son los de ahora y tenían que interpretar y cantar tocando zonas muy profundas y emocionales porque no había playback. Era todo en directo y cada toma concreta era montada y eso lo hacen muy pocos. Desde Londres abrimos un casting por toda Europa y, así, la protagonista es danesa, hay muchos actores ingleses, pero también italianos, suecos o españoles.”

Los actores debían saber actuar, cantar y bailar por igual.

Los actores debían saber actuar, cantar y bailar por igual. / MICHAEL OATS

-Actores multidisciplinares. “Los intérpretes tenían que actuar, cantar y bailar, no había un elemento que importara más que el otro, no lo quería sacrificar. Fue un proceso muy minucioso y abierto ya que no podían hacer algo más o menos bien, sino que tenían que ser excelentes en todo. Eran formidables, unos grandes talentos con estupendas voces y una gran capacidad de bailar. No fue sencillo pero sí muy gratificante y el resultado te devuelve el esfuerzo del rodaje con creces. A Ferdia lo descubri en Sing street, donde debía tener unos 16 años. Nuestra película la rodó con 19 y tiene una madurez actoral brutal y un talento musical inaudito. Parece desprender una energía muy luminosa”.

-La niña ideal. “La niña que aparece no es actriz profesional y no tenía ninguna intención de participar en una película. Viene de familia de músicos y se interesó por la temática. Es española, curiosamente, de origen judío ya que su padre es israelí y se sometió a entrenamiento para hablar en inglés. Trabajaba con mucha seriedad y tenía una gran capacidad de concentración y naturalidad. Fue correr un riesgo, pero la jugada salió muy bien porque le daba mucha alma”.

La niña protagonista ni siquiera se había planteado participar en una película.

La niña protagonista ni siquiera se había planteado participar en una película. / MICHAEL OATS

-Cantando en directo. “Uno de los detalles que resultaban más bonitos e inesperados era ver cómo se rodaban las canciones. Era en sonido directo, no había playback y los actores oían la música por el pinganillo, pero el resto del equipo, no. Eso creaba una magia muy particular y muy extraña”.

-De las canciones a la banda sonora. “Quería que hubiera un gran contraste entre las canciones de la obra, alegres o dulces, y la banda sonora tensa, casi de terror. Era una gran paradoja, como la música no se ha conservado, solo los textos, Víctor Reyes tuvo que reinventar las canciones de la obra mientras que la música de la película es otra, los personajes salen del dilema moral y nos lleva al mundo de la experiencia humana y física que es, que no solo se ve sino que recorre y atraviesa”.

-La paleta de colores. “El trabajo de fotografía también estuvo lleno de contrastes y fue maravilloso porque era muy difícil retratar la oscuridad de las condiciones en el gueto, con una luz plomiza en el exterior sin dejar pasar ni un rayo de luz para mostrar la precariedad de ese lugar. Tenía que reflejar ese frio, el público no podía ni sacar las manos para aplaudir, no había estufas y más humo que calor. En las escenas del camerino el ojo del espectador tiene que trabajar entre las tinieblas mientras que en el escenario se recogen la luz de las candilejas cálida y acogedora, como una isla mágica imposible en mitad del gueto”.

-El sonido del miedo. “La escena en la que el nazi dispara en el teatro había sonido real, eran balas de fogueo pero el sonido de la pólvora restallando era igualmente perturbador. Las reacciones de los figurantes eran muy reales. Teníamos como un centenar y todos tenían un nivel de compromiso absoluto, se creó un clima muy especial, se sentían parte de algo importante. Agradecí mucho su presencia porque contribuyeron decisivamente a que el desarrollo fuera verosímil. Reaccionaban siempre muy disciplinados, se rodó en pleno verano e iban con abrigos sin quejarse”.

En la escena de los disparos del nazi el sonido era real.

En la escena de los disparos del nazi el sonido era real. / MICHAEL OATS

-La planificación. “Para rodar con tantos figurantes la mayor parte de la peli hay que tener muy claro qué ruedas y en qué orden para que no se convierta en una sangría económica. Se trata de distribuirlos por ángulos para aprovecharlos al máximo durante ese día, no convocarlos solo para tres planos, filmarlos desde un lado y el contrario. Fue un trabajo de planificación muy concienzudo”.

-Lágrimas sinceras. “Son muy buenos actores y en las escenas de lágrimas lloran de verdad. No recrean emociones, las invocan, generan esa emoción que les provoca una respuesta fisiológica. Es posible que al tener que repetir una escena muchas veces acaben exhaustos y tengamos que ayudarles con lágrima artificial, pero son recursos técnicos para jornadas muy largas o sin gran compromiso emocional. El rastro de la humedad de una lágrima pura resbalando por el rostro cuando es real te afecta emocionalmente”.

Las escenas con figurantes fueron minuciosamente planificadas para que no fueran una sangría económica.

Las escenas con figurantes fueron minuciosamente planificadas para que no fueran una sangría económica. / MICHAEL OATS