Entrevista

Caetano Veloso: "Lo más insoportable de la política, con internet, todavía lo es más"

El músico brasileño reaparece con ‘Meu coco’, su primer disco desde 2012, donde reúne a colaboradores históricos y a jóvenes talentos. El álbum ha visto la luz en las plataformas digitales, y su edición física llegará el 17 de diciembre.

Caetano Veloso

Caetano Veloso / Fernando Young

Jordi Bianciotto

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‘Talvez’, la canción que grabó el año pasado con su hijo Tom (su autor junto con Cézar Mendes), ha obtenido un Grammy Latino. Es un tema suave, con ecos de la bossa nova y los estándares americanos, que bien podría haber cantado en su álbum ‘A foreign sound’ (2004).

Es cierto, una canción muy bonita y elegante. La canté una vez en directo. Me gusta mucho y me alegro mucho del Grammy, siendo una canción de mi hijo menor.

El nuevo álbum, ‘Meu coco’, es el primero en casi diez años, aunque en este tiempo le hemos podido ver girando en distintos formatos: con Gilberto Gil, con Teresa Cristina y con sus tres hijos, Moreno, Zeca y Tom. ¿Qué le apartó de los estudios de grabación?

Ni siquiera sentí que había pasado tanto tiempo. Todo siguió un curso natural. La gira con mis hijos se alargó mucho, más de dos años: llegaron a invitarnos desde China, Corea, Japón y Australia, pero no fuimos, porque ya estábamos un poco fatigados. El ‘tour’ con Gil también fue muy positivo: compuse una canción, ‘As camélias do quilombo do Leblon’, y le pedí a Gil que añadiera alguna parte. Hice otras composiciones, para Céu, por ejemplo. Cosas diversas. Comencé a pensar en un disco nuevo en verano de 2019, en Bahía, y la primera canción fue ‘Meu coco’. Surgió pensando en João Gilberto, recordando que él me había dicho que los brasileños somos chinos. Eso se había quedado en mi cabeza, en mi coco.

¿Por qué cree que decía eso João Gilberto?

Si lo hubiera conocido entendería que podía ser por mil razones. Las cosas que él decía siempre eran un enigma, pero resultaban inspiradoras y provocadoras. Había hablado con él de Chet Baker, trompetista y cantante de cool jazz, una influencia importante en la bossa nova. Al preguntarle si le gustaba, te decía: "Sí, Caetano, me gusta, pero es muy americano…; muy burro". Es decir, "americano, por tanto, burro". "Nosotros somos distintos, somos chinos", añadía. Él hablaba de esta manera. Era como un poeta. Todo el tiempo así. Te decía cosas que eran insinuaciones, cosas enigmáticas, sugerentes…

En el tema ‘Meu coco’ menciona los nombres de muchos compositores y cantantes de su país, de Noel Rosa, Dorival Caymmi y Ari Barroso a Nara Leão, Maria Bethânia, Elis Regina… Declaración de carácter brasileño.

Sin duda. Mencionar nombres y recordar que configuran la mentalidad brasileña es una cosa que he hecho otras veces y que retomé en esta canción. Ahí está el núcleo del disco. Yo hice hace años un álbum, ‘Cores, nomes’ (1982), y un amigo me ha dicho que el nuevo podría llamarse ‘Nomes, nomes’, porque menciono en él muchos nombres de cantantes y compositores, no solo en la canción ‘Meu coco’, sino en otras, como ‘Sem samba não dá’; también de músicos jóvenes.

Decían que internet traería una profundización de la democracia. Pero, al final, es más una amenaza que una conquista

Otra de las piezas, ‘Anjos tronchos’, resulta un poco siniestra con sus alusiones a los algoritmos que rigen nuestras vidas y a los "ángeles distorsionados de Silicon Valley", si bien al final nos hace notar que Billie Eilish crea sus canciones en su habitación con su hermano gracias al ordenador. ¿Se decanta por la esperanza pese a todo?

Desde luego. También me refiero al poeta Augusto de Campos, que en los años 50 hizo un trabajo de vanguardia utilizando la tecnología para crear poemas audiovisuales, y de la oportunidad que ordenadores y móviles nos dan para escuchar la música de Schönberg, Webern o Cage, antes más inaccesible. Hay cosas positivas ahí, pero también una amenaza: aquello que era más insoportable de la política, se ha hecho todavía más insoportable con internet. Por eso la canción es sombría, porque es la respuesta a mis amigos que se sintieron tan optimistas cuando apareció la Red. Decían que traería una profundización de la democracia, que todo el mundo podría expresarse. Pero, al final, es más una amenaza que una conquista.

En términos de sonido y arreglos, ‘Meu coco’ se distancia de su ciclo de tres álbumes de 2006-12. Se cuelan por momentos aquellas guitarras vanguardistas, pero también los ecos de la samba y la bossa nova, las percusiones ‘afro’ y las orquestaciones ensoñadoras. ¿Una obra de síntesis?

La verdad es que no sabía cómo iba a ser el álbum. ‘Anjos tronchos’ la hice con el mismo guitarrista de aquellos discos, Pedro Sá, y por eso salió con un sonido más parecido. Pero llegó la pandemia, paré y cuando vi que tenía que esperar demasiado empecé a trabajar en casa, en el estudio, con Lucas Nunes, que tiene 23 años. Fuimos invitando a músicos y arreglistas para cada tema, tratando de que cada uno tuviera su sonido particular. Contamos con Vinícius Cantuária, Marcelo Costa o Letieres Leite, un gran talento de Bahía, que murió poco después; una noticia terrible. Por eso es un disco tan variado, porque es el fruto de ver cada canción e invitar a alguien para completarla. Como la portuguesa Carminho, que cantó en ‘Você-você’, a partir de una discusión que tuve con ella respecto a esa palabra, ‘você’.

Y Jaques Morelembaum, que firma arreglos en tres temas que pueden hacer pensar en las orquestaciones de ‘Noites do norte’ (2000).

Y de ‘Livro’ (1997), y de las canciones de la América hispana de ‘Fina estampa’ (1994), y ‘A foreign sound’ (2004)… Al mismo tiempo, en el disco está un chico joven, cantante, compositor y arreglista increíble, Thiago Amud.

En agosto y septiembre realizó una gira por Europa circunscrita a cuatro países, Alemania, Francia, Bélgica y Portugal. ¿Prevé presentar ‘Meu coco’ en España el año que viene?

Espero que sí, aunque empezaremos la gira ‘Meu coco’ en abril en Brasil, que es un país enorme, un continente de habla portuguesa. Quizá después podamos venir.

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