ANTOLOGÍA

Hay que leer para ir a los bares

Una compilación de literatura clásica y moderna realizada por Gonzalo Torné celebra la idea de reunión

'Allí donde nos encontremos' reúne textos de Shakespeare y Cervantes, de Miqui Otero y Anna Pacheco, entre muchos otros

Torné

Torné / Zowy Voeten

Elena Hevia

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Hemos experimentado el aislamiento, la obligación de la distancia para con los demás y ahora, si las malas noticias no vuelven a las andadas -ese aumento subrepticio del covid en Europa está a la vuelta de la esquina-, es tiempo de alegrarnos, de volver a abrazarnos o tomarnos una copa en un bar. Movido por ese sentimiento de celebración social, el escritor Gonzalo Torné ha compilado un puzle literario, ‘Allí donde nos encontremos’ (Temas de Hoy), que invita al picoteo en una selección de textos que se remontan al siglo V a. C. con Aristófanes y acaban con Manolo Martínez de Astrud y la letra de ‘Acordarnos’, evocación del cierre del bar de siempre y la creación de su nostalgia.

Aquí hay que decir que Martínez está un tanto apabullado de codearse con Cervantes, Shakespeare y Melville, pero no menos impresionado que los otros dos autores vivos de la antología,  Miqui Otero y Anna Pacheco, que han sido llamados también a compartir volumen con la Pardo Bazán, Rimbaud, Kafka, George Eliot o Carson McCullers. El texto de Otero, ‘A ver si nos vemos’, juega en una liga parecida a la de Astrud, orbitando alrededor de un bar mítico, El Bar, que muy bien podría ser la superviviente Bodega d’en Rafel en el barrio barcelonés de Sant Antoni, donde se ha presentado el libro este jueves.

"Como el ruido del extractor que te das cuenta que estaba cuando desaparece, hemos echado mucho de menos los bares y el papel que jugaban en nuestras vidas -explica Otero intentando huir de la retórica publicitaria-. Para mí los bares son parlamentos alternativos, un lugar para confesiones, una familia de adopción y un escenario en el que cada uno interpreta su papel". Además se detiene en el carácter no productivo de esos locales, a los que se va sin objetivo, para matar el tiempo, "para estar".

Tiempos de Whatsapp

Pacheco certifica por su parte la misma querencia. Su relato ‘Los saludos’ surge del encierro pandémico y de la constatación de haber perdido en él buena parte de sus antiguas habilidades sociales. "He ido arrastrando una frase de Carmen Martín Gaite que dice que existe una necesidad de hablar y de escuchar mal repartida por el mundo, de tal manera que no siempre que quieres escuchar a alguien lo encuentres y que alguien que quiera hablar contigo te encuentre a ti. Así la literatura sería ese lugar de encuentro, de refugio a esa carencia. Algo no muy distinto a lo que te ofrece un bar, que en tiempos de Whatsapp y de conversaciones distantes y diferidas permite que nos encontremos en un mismo momento".

Podría decirse que siendo un lugar central de socialización, la posada, la taberna, la bodega, la cafetería, el bar, en suma, no ha ofrecido muchas oportunidades a las mujeres para aparecer en ellas en la literatura, de ahí que se las muestre en los salones de Jane Austen o en el ágora de 'Lisístrata', la comedia griega. "También se incluye la letra de un tema de cabaret de la cantante dadaísta Emmy Hennings que muestra a la mujer en un espacio más transgresor", explica Torné, admitiendo que no todo en el libro lleva a la celebración y el optimismo espirituoso. Mal puede ser así si en la reunión se incluye a tremendos ‘cenizos’ como Kafka o Pessoa, a quienes quizá no querríamos tener como compañeros de barra pese a su genialidad.

En la mesa de un café

Sabido es que los bares son espacios que nos dirigen al encuentro, pero ¿son buenos para un oficio tan abstraído como el del escritor? Entre los tres escritores hay respuestas dispares. Mientras Pacheco y Otero admiran a quienes son capaces de escribir en ellos por lo que tiene eso de actitud romántica y se declaran incapaces de concentrarse, Torné asegura que, al igual que algunos autores como César Aira, buena parte de sus escritos se han forjado en la mesa de un café.

"La idea que ha guiado este libro -explica el antólogo- es que la lectura ha sido considerada muchas veces como un acto de aislamiento que nos aleja del bullicio y de la fiesta, pero por otro lado pocas actividades tienen tanto retorno social como la lectura. La persona que lee es más madura, más divertida, con más información para la vida social". Así que hay que leer antes de entrar en un bar.

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