Un artista sin paragón

Muere Abelardo Carbonó, el padre de la psicodelia afrocaribe

El músico colombiano se ganó la vida como policía y serenatero hasta que en 2009 trascendió fronteras cuando el selló Soundway lo incluyó en su recopilatorio ‘Palenque palenque’

Abelardo Carbonó

Abelardo Carbonó

Mauricio Bernal

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En las notas que acompañan ‘El maravilloso mundo de Abelardo Carbonó’, el disco antológico editado en 2013 por el sello español Vampisoul que supuso el definitivo redescubrimiento del músico colombiano, uno de los compiladores, Étienne Sevet, hace una descripción bastante acertada de lo que implica adentrarse en el psicodélico planeta Carbonó. Era la primera vez que escuchaba un disco suyo. Y lo recuerda así: “Y entonces, como un avión que alcanza la velocidad del sonido, el disco llegó a ‘Carolina’. De repente, todo alrededor era luminoso, brillante, verde, y a pesar del invierno parisino, todo era extremadamente cálido. Pasaban los días y era imposible no escuchar aquella música una y otra vez, y no fijarse en cada detalle”.

Abelardo Carbonó, el hombre capaz de vestir de trópico el invierno parisino, falleció el pasado lunes en su casa de Barranquilla. Oficialmente, a causa de las complicaciones derivadas del covid, pero sus allegados saben que tuvo mucho que ver la muerte de su esposa en abril, también por culpa del virus. Ha muerto Carbonó y su relativo anonimato no debe distraer de su talla como artista, su influencia sobre las generaciones de colombianos que hoy dominan el panorama de la música latina y, sobre todo, su irreductible originalidad. Ha muerto Carbonó y la prensa de su país lo ha despedido con los más variados epítetos, “rey de la psicodelia champetúa”, “padre de la champeta”, “padre de la psicodelia afrocaribe” y “arquitecto de la psicodelia costeña”, entre otros. Para evitar confusiones, quédese el lector con tres conceptos de esta cascada superlativa: “champeta”, “afrocaribe” y “psicodelia”.

Un artista original

“Carbonó formó parte de una generación de músicos colombianos que le apostaron a algo muy interesante, que fue la mezcla de la guitarra psicodélica –tanto de la cumbia peruana como de la psicodelia rockera– con la música africana, en su caso con mucho sentido del humor”, dice Jaime Andrés Monsalve, director musical de la Radio Nacional de Colombia. “Fue un tipo absolutamente original. Cuando él empezó a trabajar en su propuesta la gente lo calificaba simplemente como raro, y aunque el componente africano está clarísimo en su música, él decía que no tenía ni idea, que él no oía música africana”. Son cosas que pasan. El músico al que describen como padre de la champeta, ese género que bebe principalmente de la música africana, no era consciente del ingrediente africano de su música. “Hay una vertiente cartagenera de la champeta y una vertiente barranquillera. Él fue el padre de la segunda”, dice Monsalve.

Carbonó vivió una vida alejado de los focos, de la fama y del reconocimiento público. “Era un hombre simpático pero de pocas palabras, no se expresaba muy bien y nunca tuvo apariciones importantes en los medios. En su momento pegaron un par de canciones, ‘Carolina’, y ‘A otro perro con ese hueso’, pero no llegó a todo el país”. Comoquiera que sus composiciones no le daban para vivir, durante muchos años se ganó la vida con un trío de boleros que ofrecían sus servicios en el parque de los Músicos de Barranquilla. Y antes de eso había sido policía. Él mismo contaba que se subía de uniforme a los buses a cantar.

Los primeros responsables de rescatar su música y hacer que trascendiera fronteras fueron los responsables del sello inglés Soundway, que incluyeron tres temas suyos en el recopilatorio ‘Palenque palenque’, en el 2009. Llegaron entonces las giras por Europa y el reconocimiento en su tierra más allá de Barranquilla. Luego, ‘El maravilloso mundo de Abelardo Carbonó’. Luego, más giras y más reconocimiento. Su maravilloso mundo, al fin y al cabo, estaba llamado a incendiar los gélidos inviernos del norte.

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