Crítica de teatro

Crítica de ‘El abrazo’: lo que no pudo ser

Llega al Teatre Goya un montaje de Magüi Mira sobre las oportunidades perdidas con el reclamo de la popular actriz María Galiana.

María Galiana y Juan Meseguer, en la representación de 'El abrazo'

María Galiana y Juan Meseguer, en la representación de 'El abrazo' / Geraldine Leloutre

Manuel Pérez i Muñoz

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¿Qué pasaría si…? Los universos alternativos están de moda más allá de la factoría Marvel, como si algunos creadores escribiesen echándose un saco de remordimientos a la espalda, entre la nostalgia de lo personal y el sentimiento de culpa colectivo. Conocemos muy poco de la autora sueca Christina Herrström, pero se le intuye olfato a la hora de combinar elementos. En 2010, su ‘best-seller’ sobre adolescentes se transformó en el film ‘A thousand times stronger’, y ahora su obra ‘Me llamo Erling’ llega al Teatre Goya desde Madrid rebautizada como ‘El abrazo’, con versión y dirección de Magüi Mira.

El texto sitúa en el centro del argumento a personajes de avanzada edad, con conflictos propios de esa etapa, algo nada común en el repertorio internacional y muy necesario para romper con los estereotipos. Lo hace, además, desde una perspectiva integradora, evitando en lo posible la anécdota. Dos examantes se encuentran casualmente más de cuatro décadas después de su ruptura. La topada desencadena una tormenta subterránea de sentimientos que emerge luego para llevar la acción al terreno de lo sobrenatural. ¿Alucinaciones? Más bien un intento de crear metáforas vivas, entre el teatro del absurdo y los fantasmas de la culpa de Dickens.

Así, la frustración macerada de la pareja adquiere nombre y cuerpo. El deseo inalcanzado de ser madre de la protagonista se transforma en personaje, y aquí flota otro tema de interés: la maternidad frustrada vista con la perspectiva de la madurez. Podría llegar a funcionar, aunque en la práctica el montaje se pierde entre la comedia que no llega y la fantasía sin lirismo. Se acusa un ritmo algo mecánico, y una redundancia en algunos elementos, como la repetición del ‘waltz’ de Leonard Cohen. La escenografía huye del naturalismo, pero no consigue entrar en el terreno de lo fantástico: su plasticidad uterina resulta algo evidente.

Muchos ingredientes, no tan buena cocción

Conocemos a María Galiana por su entrañable papel de abuela en la televisiva ‘Cuéntame…’. También ha demostrado su garra teatral en papeles de calado como la Poncia de ‘La casa de Bernarda Alba’ de Amelia Ochandiano. Oficio tampoco le falta a su ‘partenaire’ Juan Meseguer, que despliega un rico abanico de registros como ese hombre que renuncia al amor por dinero, su única divisa frente al mundo. Los veteranos y su sintonía discontinua contrastan con la energía desbordada de Jimmy Roca, actor racializado cuya presencia esboza nuevas reflexiones sobre el color de la piel no presentes en el original. Muchos y buenos ingredientes que sin embargo no acaban de cocerse bien. 

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