Enric Palomar estrena 'Tres amores oscuros' con la OBC

La OBC, capitaneada por Josep Caballé, estrenará este viernes mundialmente 'Tres amores oscuros', una singular y ambiciosa obra de Enric Palomar (Badalona, 1964) que encaja a la perfección con el tema central de esta temporada: amor/odio. La pieza combina flamenco, música sinfónica y textos de Lorca. "He intentado plasmar esas pasiones ocultas innegociables que te llevan a la muerte. Trasladar ese arquetipo literario de Lorca a la música", explica el creador. "Las letras de Lorca son una patada al alma. He escogido pasajes muy erotizados, de ese amor oscuro, fuerte, incontrolable".

Aunque estaba concebida inicialmente para dos pianos -Marco Mezquida y Carles Marigó-, dos cantaores y orquesta sinfónica, al final la pieza contará con solo un cantaor, un sólido Pere Martínez, en silla de ruedas tras una rotura de peroné. La mezzosoprano Lidia Vinyes-Curtis canta en lugar de la cantaora María José Llergo, como estaba previsto. "Evidentemente con ella la obra suena diferente pero como es una cantante extraordinaria le ha buscado una textura dramática que va muy bien con la voz de Pere," señala Palomar, que desde hace 10 años reside en Berlín (Alemania).

El cantaor, que fue alumno suyo en el Taller de Músics y que conoce bien el estilo de Palomar, debe acercarse también al lirismo en determinados momentos. No todo es quejío. "Utilizo las características de su voz, que es muy flamenca, pero la ensancho al máximo, casi como si fuera una voz normal, aunque tratándola con sus especificaciones. Con humildad, creo haber conseguido uno de los sueños de don Manuel de Falla: colocar en igualdad de condiciones la voz de raigambre popular y la voz lírica".

Amor y muerte

'Tres amores oscuros' consta de tres partes. La primera versa sobre el final de 'Bodas de sangre', la segunda se inspira en una romería que aparece en la parte final de 'Yerma' y la tercera es un romance de Lorca sobre un episodio bíblico: la violación de Amnón a su medio hermana Tamar. El tono de cada uno varía. El primer movimiento tiene un final contemplativo y al segundo, le ha dado "un aire de aquelarre goyesco".

Se trata de una obra muy dramática. "Tiene algo de cantata escénica porque hay un diálogo entre el rol masculino y femenino donde se palpa esa pulsión de muerte", comenta el compositor que ha asignado a cada uno de ellos un piano. Palomar ha dedicado un año y medio a esta ambiciosa pieza de casi 50 minutos.

"No has de inventarte influencias raras sino mantener tu camino"

Palomar llegó a la música prendado por su amor por compositores impresionistas como Debussy y Ravel, con una fascinación por lo hispánico muy marcada. "Me hice músico persiguiendo ese tipo de sonido. Pero desde que vivo en Berlín he notado un viraje, una apertura a una mentalidad mucho más centroeuropea: en el tratamiento orquestal, de la forma y de la tímbrica".

Ahora solo desea seguir su camino, fiel a su estilo. Tiene encargos de música de cámara pero lo que más desea en estos momentos es ponerse a componer su quinta ópera. Sin desvelar nada, explica: "Soñar es insistir. Uno, cuando encuentra una línea en la que cree poder navegar con cierta honestidad, vale la pena insistir. No has de inventarte influencias raras sino mantener tu camino".

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