Crítica de música

El Pierrot clásico de Xavier Sabata

El contratenor catalán interpreta y dirige el ciclo de canciones de Schoenberg en el foyer del Liceu

Xavier Sabata, en el Liceu

Xavier Sabata, en el Liceu / A. Bofill

Pablo Meléndez-Haddad

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El foyer del Liceu acogió el martes el estreno de una particular versión del ciclo de canciones dramatizado de Schoenberg ‘Pierrot Lunaire’. La originalidad de la propuesta llegaba de la mano del contratenor Xavier Sabata, quien además de interpretar este auténtico monodrama también firmaba la puesta en escena. Las 21 canciones estrenadas en 1912 sobre poemas traducidos al alemán por Albert Giraud –y aquí escuchadas en catalán según la versión de de Miquel Desclot­– están escritas para voz femenina declamada y para un grupo de cámara, de ahí el interés por escuchar cómo las enfocaba Sabata. El cantante barcelonés combinó en su ‘Sprechtstimme’ momentos de voz hablada con otros impostados cuando había que subir al agudo, siendo así fiel a las indicaciones de la partitura, subrayando siempre la dicción para hacer inteligibles los poemas, aspecto que consiguió plenamente.

En su propuesta Xavier Sabata rehuyó del imaginario del cabaret vienés propio del ciclo, al igual que de los personajes de Colombina –que es quien lo interpreta– y de Pierrot, –sobre quién se canta–, apostando por una propuesta más relacionada con la tragedia griega, elegante y concentradamente dramatizada, con Sabata enfundado en una túnica. La disposición del espacio era espectacular, un escenario circular que giraba continuamente durante toda la función con el público dispuesto alrededor mostrando al intérprete en 360º, al igual que al grupo instrumental. Sutilmente amplificado, Xavier Sabata se paseó por las canciones conteniéndose casi en todo momento –salvo en alguna en la que optó por giros o movimientos más amplios o espasmódicos, a partir de ‘Heimweh’– bajo los focos bien dispuestos por la formación Cube.Bz –que también firma la plataforma escénica– con luz sobre todo cenital y blanca con la sola excepción del final de ‘Rote Messe’, cuando se tiñó todo de rojo.

Maria C. de Vaca colaboró en los movimientos, mientras que Francesc Prat dirigió a un espectacular Ensemble de la Simfònica del Liceu integrado por Kai Gleusteen, Guillaume Terrail, Albert Mora, Maxime Penard y Jordi Torrent.

Como prólogo, Sabata recitó –y de ahí el acento grecolatino de la estética– momentos del tercer libro de ‘Las Metamofosis’ de Ovidio, centrado en el personaje de Narciso. En la voz del narrador apostó por una declamación casi lineal, soltándose al meterse en el cuerpo de Narciso, todo sufrimiento.

Una gratificante experiencia que, aun cuando este estreno convocó a poco público, podría servir de plataforma para otros creadores locales que, como el inquieto Xavier Sabata, tengan algo que decir en el ámbito de la lírica.

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