Vuelve el autor de 'Rey Carbón'

Max: "Lo peor no es el número de abusadores sino el de personas que miran hacia otro lado"

El dibujante barcelonés regresa con ‘Fiuuu & Graac’, obra que toca el tema del acoso, con el viento y un pájaro como protagonistas y experimentando con la búsqueda de la esencia del cómic

El dibujante Max, este miércoles en la librería Generación X de Madrid.

El dibujante Max, este miércoles en la librería Generación X de Madrid. / DAVID CASTRO

Anna Abella

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Un cómic "sin palabras, sin viñetas, sin fondo, sin bocadillos… buscando la esencia del medio", con tinta negra danzando sobre aire blanco en un experimento que "busca explicar, o no explicar nada, con el mínimo de recursos". Así define el dibujante Max -Francesc Capdevila- (Barcelona, 1956) su nueva obra, ‘Fiuuu & Graac’ (La Cúpula, en castellano y catalán), "una peripecia mínima y simple, de acción, como las que hemos visto en el cine y los dibujos animados clásicos, con persecuciones, carreras, saltos, trompazos... como el Coyote y el Correcaminos. Si fuera una película sería un ‘slapstick’". Solo que en ella, el Coyote sería el viento, Fiuuu, poderoso, agresivo y de forma cambiante, y el Correcaminos, una grajilla, Graac, "un pájaro pequeño e indefenso", pero astuto. Una elección nada inocente, pues "toca un tema de actualidad, el acoso", explica el dibujante desde su casa, en un pueblo de Mallorca.

Max, uno de los referentes del ‘underground’ de los años 70 y 80, viene transitando por la experimentación con el lenguaje del cómic, prescindiendo del color, el fondo de las viñetas o la palabra, sobre todo desde ‘Vapor (2012), pasando por ‘El tríptico de los encantados’ (2016) y hasta el premiado ‘Rey Carbón’ (2018). "Quería ir más allá. Llegar al grado cero del guion porque, cuanto más complejo es un guion, más te obliga a explicarlo visualmente de forma compleja. Y para trabajar con estos dos personajes en un espacio de cielos abiertos necesitaba lo contrario". 

Doble página de 'Fiuuu & Graac', de Max.

Doble página de 'Fiuuu & Graac', de Max. / MAX

Le inspiró el relato ‘La costurera y el viento’, de César Aira -"un autor prodigioso"-, porque convierte al viento en personaje que actúa y habla. Y pensé si eso podría dibujarse sin darle aspecto humano". Al inicio de ‘Fiuuu & Graac’ incluye una cita de ‘Fulgentius’, también del escritor argentino, que hace referencia a pájaros volando "como bellas ideas que se despliegan sin objeto". "Me fascinó, porque cuando digo lo del grado cero del guion, también es una bella idea sin objeto: el arte por el arte. Algo que no está de moda. Y quise reivindicar eso". 

En la sociedad hay siempre aquellos que miran hacia otro lado ante un abusador

En ese liofilizado guion, el viento, que toma la imagen de un muelle -"el reto fue darle una forma que permitiera expresar cosas sin que fuera antropomorfo"-, se encapricha y obsesiona por la grajilla, a la que persigue y acosa hasta la extenuación en una coreografía gráfica sobre el papel. Son personajes opuestos. "Pero solo planteo, sin darle vueltas, el tema del abuso, que existe en la escuela, el trabajo, el hogar, de género, de todo tipo… y tenemos que intentar solucionarlo. Quizá es una reacción mía al exceso de novela gráfica de temática autobiográfica profunda y problemática. Parece que el cómic se haya reducido a eso. Yo trabajo ficción", explica Max, que sin embargo también introduce en la trama el comportamiento de un grupo de grajillas, "uno de los animales más inteligentes y con una conducta sociable y afectiva entre ellos, que se preocupan los unos por los otros". "Parece, solo lo parece, que quieran ayudar a Graac. Porque en la sociedad hay siempre aquellos que miran hacia otro lado ante un abusador. El problema más gordo no es el número de agresores sino de personas que miran hacia otro lado y permiten que el acoso se perpetúe", denuncia.  

Página de 'Fiuuu & Graac', de Max.

Página de 'Fiuuu & Graac', de Max. / MAX

Graac es un pájaro solitario, va por libre, a contracorriente. Como él, Max siempre ha seguido caminos no convencionales. "Sí. Siempre he sido rebelde y he ido por libre, algo que nunca he querido abandonar desde que era adolescente. Y cuando empecé en ‘El Rrollo enmascarado’ [revista referente del ‘underground’ barcelonés de los 70] yo era el más jovencito y me encontré muy a gusto, igual que luego en El Víbora’, con una libertad total de acción de la que no he querido abdicar nunca. Ha sido mi faro durante mi carrera, y aunque pagas un precio, lo pagas a gusto". Ese precio, admite, es que "las ventas son cada vez más pequeñas". Aunque fue Premio Nacional con 'Bardín el Superrealista', su ‘best-seller’, dice, fue ‘Peter Pank’. "Funcionó muy bien, creo que por la conjunción del momento social y la efervescencia creativa de un joven. Eran los inicios de la democracia y aquella actitud de libertad estaba entonces muy valorada socialmente. Luego la sociedad cambió y ahora parece que sea todo lo contrario y no se valora tanto la experimentación y la vanguardia", lamenta.

Siempre he sido rebelde y he ido por libre, aunque pagues un precio por ello

La pandemia le ha dejado tocado. "Mis padres estuvieron ingresados y tras mes y medio sin poder ir a verlos, mi padre murió, aunque no de covid", se sincera. "Todo esto me tenido de muy mala leche durante año y medio. Ha sido terrible", dice un Max que supo volcar todo ese malestar y esa rabia en 'Manifiestamente anormal’, un panfleto furioso y políticamente incorrecto publicado aún en confinamiento. 

Ahora ha podido publicar ‘Fiuuu & Graac’ en castellano y catalán (aunque las diferencias entre ambas ediciones se concentren en la grafía del canto del cuco), gracias a una beca a la creación que el Gobierno balear creó para ayudar a los autores durante la pandemia. "Me ha permitido trabajar en libertad. No puedo vivir solo del cómic, debo completarlo con encargos de ilustrador. Y ya veremos cómo acabamos, porque generaciones anteriores a la mía han tenido una jubilación precaria y horrorosa porque nunca se les reconocieron los derechos de autor", constata sobre la precariedad del oficio. 

No desfallece en su esfuerzo por "mostrar que el cómic no tiene fronteras y puede ampliarse a cualquier territorio". "Nos hemos conformado en convertirlo en novelas gráficas pero tiene derivaciones en la música, el arte, la danza… Este libro es un cómic porque está publicado en este formato. Si lo colgase en una pared sería una exposición de arte. Y podría ser un espectáculo de danza contemporánea". Si hiciera una exposición, sonríe, "podría titularse ‘La batalla entre la línea y la mancha’" y no sería colgando originales en las paredes, algo que le "chirría un poco". Sería aparcando convenciones, como ya hizo Paco Roca en el IVAM con ‘El dibuixat’, o como la muestra que el propio Max creó en 2019 en el Centro José Guerrero de Granada, ‘Viñetas desbordadas’, con la escritora Ana Merino y el dibujante Sergio García. "Allí aprendí a sacar el cómic del papel y ponerlo en un espacio tridimensional". Siempre más allá.


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