Crítica de música

Crítica de José James: suave malabarismo

Con todo el 'flow', todo el temple y su musicalidad intacta el artista se reencontró con un público fiel que llenó la sala BARTS

José James

José James

Roger Roca

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"¡I'm back!" (¡He vuelto!), repetía el martes José James entre aplausos. Y no estaba claro si lo decía porque efectivamente, volvía al Voll-Damm Barcelona Jazz Festival, o hablaba en sentido figurado. Durante un tiempo pareció que James, vocalista de Minnesota de voz suave, ahumada y narcótica, artista de maneras súper 'cool', iba a comerse el mundo. Pero su carrera discográfica dio tantos bandazos que el mundo le perdió de vista. Hoy va por libre pero sigue en pie. Con todo el 'flow', todo el temple, su musicalidad intacta y un público fiel que llenó la sala BARTS.

En estos años José James ha querido ser muchas cosas, pero donde brilla como nadie es en ese cruce donde el soul y el jazz hacen esquina con el hip hop. Sus piruetas con los estribillos de 'Code' y 'Blackmagic', dos de sus viejos éxitos, fueron de gama superior. Pasen y vean: James agarra una misma frase y le da vueltas y vueltas como lo haría un malabarista del tocadiscos. James juega con las sílabas y los acentos como si fueran piezas de un Lego. James deja colgada una nota y la recoge con un sentido del tiempo perfecto. Lo hace en cada concierto y cada vez le funciona. Y más cuando a su lado tiene a un batería como Richard Spaven, asombroso metrónomo humano y fuente inagotable de variaciones sobre un mismo beat. Además, a James se le dan bien las versiones de los clásicos del soul, como 'Ain't no sunshine' de Bill Withers. Pero cuando se pone romántico por cuenta propia se dispara el azúcar. El dueto con su invitada, la cantautora Taali, no fue apto para diabéticos. Pero James, talento único, ha decidido hacer con su carrera lo que le apetezca. Respeto, pues.