Discos de la semana

Crítica de 'The lockdown sessions', de Elton John: un desacomplejado cajón de sastre

El músico empaqueta sus colaboraciones de confinamiento en el álbum más disperso de su carrera, en el que destacan los dúos con Brandi Carlile, Stevie Nicks y el malogrado Glen Campbell

Los nuevos álbumes de Parquet Courts, Lee Morgan, The Courettes y Jarvis Cocker, también reseñados

elton john

elton john / EL PERIÓDICO

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Roger Roca
Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El covid-19 torpedeó la gira de despedida de Elton John y su respuesta en este tiempo ha sido un goteo de ‘singles’ colaborativos que ahora confluye, junto a otras composiciones, en este álbum para tiempos con el paso cambiado. ‘The lockdown sessions’ no engaña desde su mismo título, y transmite improvisación y excepcionalidad, aunque la falta de lógica interna se hace notar en ese cancionero que mezcla electrónica hedonista, ‘power ballads’ clasiconas y nocturnidades de r’n’b con asaltos al rock’n’roll setentero, soul-góspel y guiños country. 

Con este álbum de material propio y algunas versiones, Elton John viene a decirnos que sigue entendiendo la música como objeto de diversión y de relación social. En algunas de estas canciones, él es uno más (o casi), lo cual le retrotrae, ha dicho, a sus tiempos juveniles como instrumentista de sesión. Pero la pieza de apertura, ‘Cold heart’, que no es más que un ‘mix’ para la pista de baile de temas del pasado, da a entender que estamos ante una obra de entretiempo, aunque aquí le acompañe el canto de Dua Lipa (y la producción de Pnau, trío australiano con el que llegó a ofrecer un curioso concierto en Eivissa, en 2012, en el efímero 123 Rocktronic Festival).

La pista LGTBI

Desfilan numerosas voces de nueva planta que proyectan, en principio, a Elton John a las audiencias juveniles, como Nicki Minaj y Young Thug (rapeando en el potable medio tiempo ‘Always love you’), el creador pop Charlie Puth (en el baladón ‘After all’) o la anglo-japonesa Rina Sawayama, que domina ‘Chosen family’, tema con pretensiones de himno LGTBI. Conecta con esa sensibilidad la versión (sin novedades) de ‘It’s a sin’, de Pet Shop Boys, con Years & Years. El álbum da acomodo a la entente con Gorillaz (y 6lack) en la enrarecida ‘The pink phantom’, ya alumbrada en el último álbum de la banda virtual, ya la versión ritual de ‘Nothing else matters’, de Metallica, incluida en el reciente disco de tributo al ‘Black album’.

Lo mejor tiende a amontonarse en el tramo final, de resonancias mucho más clásicas, a partir de esas sabrosas ‘Simple things’ tramadas con Brandi Carlile, con acentos ‘roots’ y la guitarra de lujo de Derek Trucks. Resultan simpáticas tanto ‘E-ticket’ con Eddie Vedder (Pearl Jam), heredero del rock’n’roll de un ‘Saturday night’s alright for fighting’, como la cita con Stevie Wonder en ‘Finish line’, y el encuentro con Stevie Nicks se anota un sentido ‘crescendo’ en la apreciable ‘Stolen cars’. Aunque nada cala tan hondo como el rescate del dueto final, que viene de antes de la pandemia: ‘I’m not gonna miss you’, una canción en la que Glen Campbell se dirigía a su esposa cuando ya presentía que el alzhéimer se lo llevaría por delante y que nos baja de repente a la realidad más desoladora después de la fiesta (y de la dispersión). Jordi Bianciotto

Se diría que el inesperado acercamiento al ‘mainstream’ que supuso el formidable ‘Wide Awake!’ (2018) hizo aflorar las divergencias estilísticas en el seno del cuarteto neoyorquino, que en este séptimo álbum trata de conciliar la apuesta por la pista de baile y los sintetizadores con el post-punk guitarrero de sus inicios sin que ambas direcciones lleguen a fundirse en un todo armónico. La brillantez de canciones como ‘Plant life’ (muy Talking Heads), ‘Just shadows’ y ‘Pulcinella’ redime el conjunto. Rafael Tapounet

¿Cuántas noches seguidas querrías ver a tu grupo favorito en directo? Aquí van tres noches, que a cuatro pases por noche dan un total de 12 conciertos. Ocho horas de música grabadas en 1970 en un club de California por uno de los más grandes trompetistas modernos junto a un quinteto electrizante; la versión extendidísima del único directo que el autor de 'The Sidewinder' grabó jamás como líder. ¿Un exceso? ¿Cosas de la industria del disco? En las dosis adecuadas, más bien un regalo que nunca se acaba. Roger Roca

El título no engaña. La portada, tampoco. En su tercer elepé, este dúo danés de guitarra y batería surgido de la fértil escena nórdica de rhythm and blues garajero amplía su radio de acción para acercarse al pop rutilante de escuela Phil Spector, evocado con puntería en ‘Hey Boy’ y ‘Too late to say I’m sorry’, excitante combinación de muro de sonido y ‘fuzz’. Todo ello sin dejar de rendir pleitesía a otros héroes como los Sonics, los Ramones, Wanda Jackson o los Beatles, a cuyo batería homenajean en ‘R.I.N.G.O.’. R. T.

 Siguiendo el hilo de su implicación en el filme de Wes Anderson ‘The French dispatch’, el ex-Pulp proyecta su fascinación por los hitos del pop francés. Respeta ambientes y contornos, y exhibe pericia en esa lengua, cubriendo desde del ’yéyé’ garajero de Jacques Dutronc a la Françoise Hardy más poética, evocando a Brigitte Bardot vía Gainsbourg y marcándose un simpático dueto con Laetitia Sadier (Stereolab) en ‘Paroles, paroles’ con vistas a Dalida y Alain Delon. Entretenimiento con clase. J. B.

Suscríbete para seguir leyendo