Espectáculos en auge

Conciertos de pop familiares: ¿son para los niños, los padres o ambos?

La muestra Petits Camaleons, de Sant Cugat, celebra su 10º edición abanderando la tendencia de juntar a padres e hijos ante artistas del circuito adulto, como, este año, Manel, Joan Miquel Oliver o Mishima

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camaleons / Raül Clemente Molina

Jordi Bianciotto

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Hace una década que el festival Petits Camaleons apostó por un programa de índole familiar que tanto pudiera gustar a niños como adultos, sospechando que los grupos de pop, rock, folk o mestizaje de consumo común podían entusiasmar, tal cual, a la audiencia más tierna, sin necesidad de bajar el listón ejecutivo, ni de disfrazarse, ni de adoptar un tono forzadamente infantil. A su director e ideólogo, Albert Puig, le dan grima los espectáculos en que “se trata a los niños como si fueran un poco tontos”, y dice haber comprobado en su piel que “hoy en día, ellos tienen acceso a todo” y que “son como esponjas”.

Siguiendo esta premisa, el festival de Sant Cugat afronta este fin de semana el grueso de su 10ª edición con artistas como Manel, Joan Miquel Oliver, Mishima, Lildami, Suu, Doctor Prats, The Tyets o Roba Estesa, repartidos entre dos escenarios (Teatre Auditori y la carpa adjunta), con capacidad para 700 personas cada uno. Los grupos manejan ahí sus repertorios habituales, interpretados con el mismo rigor de siempre, si bien reducen los pases a media hora y toman nota de algunos consejos. “Les sugerimos que se centren en sus canciones conocidas, porque este no es el lugar para presentar un álbum, y que eviten piezas de temática violenta o relativa a las drogas”, precisa Albert Puig. “Y nos suelen hacer bastante caso”.

Camarón para la familia

El ejemplo de Petits Camaleons es el exponente más rotundo de una tendencia desarrollada en la última década, con muestras como el extinto SonarKids, los conciertos (y discos) de minimúsica o la parcela Acustiqueta, del Acústica de Figueres. Y parte de la percepción del propio Puig, cuyos hijos tenían, cuando creó el festival, seis y nueve años. “Yendo en coche con la familia me di cuenta de que, si yo escuchaba a Antònia Font o a Camarón, ellos también, y sin ningún problema, y fue una experiencia comprobar cómo compartíamos la misma música”.

Una percepción parecida tiene Joan Miquel Oliver, que plantea una reflexión de fondo: vivimos un tiempo en que “ya no cuenta tanto lo que eres, el género o el no-género, y eso todavía no ha llegado al mundo de los niños”, estima. Por lo cual, “que ellos no puedan entrar en una sala para asistir a un concierto es una discriminación tan grave como si no pudieran entrar las mujeres o los negros”. En los clubs se vende alcohol, “pero también lo hay en las fiestas de Fin de Año y ellos están ahí”. El guitarrista y compositor de Antònia Font asegura que no hay cambios en su modo de hacer cuando actúa para los niños. “Les gustan mucho canciones como ‘Hansel i Gretel’, ‘Final feliç’ o ‘Honey’”, precisa.

El público más sincero

En Petits Camaleons hay ciertas peculiaridades pensadas para el público familiar, como la menor altura de los escenarios y la limitación del volumen sonoro, que no puede exceder los 90 decibelios (los conciertos adultos pueden trepar hasta los 120 o más). Frente al escenario se dispone una zona a la que los adultos no pueden acceder, y en ediciones anteriores (este año, el covid impone limitaciones) se organizaban ruedas de prensa con los artistas donde los críos podían formular sus preguntas con aquella entrañable y descarada naturalidad.

La proverbial sinceridad del rapaz debe ser tenida en cuenta por quien pisa el escenario, hace notar Eduard Polls, saxo tenor de The Penguins, grupo que, este sí, modula su registro cuando actúa con la marca paralela ‘Reggae Per Xics’, con la que el fin de semana pasado pasó por Petits Camaleons y que este sábado ofrece conciertos en Sant Boi de Llobregat (a mediodía) y en su natal Sant Feliu (por la tarde). “El público infantil no se pone la máscara de los adultos y no tiene en cuenta lo que pensará quien tiene al lado”, reflexiona el músico. “Así que expresa sus sentimientos, tanto si está agradecido como si se aburre y se pone a bostezar, o a llorar. Y si lo que ve no le gusta, no se quedará”.

De 0 a 99 años

The Penguins tienen hoy más trabajo con ‘Reggae Per Xics’ que con sus conciertos ordinarios, y han entrado con fuerza en las fiestas mayores con una propuesta que describen como “de 0 a 99 años”. En el base está el ritmo jamaicano, con creciente repertorio propio como el que nutre su nuevo álbum, ‘Quadern de bitàcora’.

Petits Camaleons cifró en más de 8.000 los espectadores de su edición de 2019, y luce consolidado con esa noción de la música en directo que junta generaciones. Aunque, ¿su éxito deriva de programar aquello que, se supone, gusta a los niños, o de apuntar directamente a los padres? “Estos son, al fin y al cabo, quienes compran las entradas”, encaja Puig, observador de la evolución del gusto paterno. “Ahora ellos son de la generación ‘indie’, que iban al Primavera Sound, y eso lo notamos con grupos como Mishima”, advierte. También funciona como valor seguro “el mestizaje con componente festivo”, subraya. Pero por Sant Cugat han pasado desde trovadores galáctico-comarcales como Sisa, Albert Pla o Quimi Portet hasta grupos de flamenco, rumberos o de música árabe, y Albert Puig ve una clave en la dosificación de los conciertos. “He comprobado que, en pases de media hora, a los niños les gusta todo”.

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