CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Piel quemada': reinventando los códigos del 'noir'

Laura Lippman dinamita los cimientos del género negro con una novela de corte clásico

Laura Lippman

Laura Lippman / Lesley Unruh

Marta Marne

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Adam conoce a Polly en Belleville, un pequeño lugar de paso donde nadie parece querer quedarse más allá de unas horas. A pesar de ello, los dos son forasteros y ambos se acodan en la barra del High-Ho. Demasiadas casualidades para un espacio con tan pocos encantos. No tardaremos en descubrir que a Adam le han encargado que localice a Polly; que Polly está huyendo tras abandonar a su marido y a su hija de tres años, y que en su historial cuenta con el asesinato de su primer cónyuge.

Mediante una trama de corte clásico que recuerda a ‘El cartero siempre llama dos veces’ o a ‘Pacto de sangre’ de James M. Cain, con ‘Piel quemada’ Laura Lippman reescribe las reglas del género. Desde las primeras páginas Polly soporta todos los estereotipos de la ‘femme fatale’. Adam se enamora de ella a pesar de su turbio pasado, y ambos inician una relación tóxica y adictiva plagada de secretos y silencios. Así las cosas, Lippman nos obliga a cuestionarnos los códigos que tan interiorizados tenemos del 'noir', invitándonos a entrar en un juego de intercambio de roles que se nos revela página a página.

La novela no solo destaca por un estilo depurado y por una introspección psicológica que evoca a Patricia Highsmith. La narración alternará el foco de Adam a Polly para que sepamos en cada momento como sienten y respiran; y de ahí saltará a un elenco de secundarios que le otorgan una organicidad extraordinaria al texto. Como broche, un final perfecto para una historia que terminada de otro modo dejaría un gusto amargo. ‘Piel quemada’ se disfruta por el viaje, pero ese colofón la convierte en renovadora del género.

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