EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'Dónde estás, mundo bello', de Sally Rooney: solipsismo sadosentimental

La ficción postmillenial de la autora de 'Gente normal' regresa con torpe acierto en 'Dónde estás, mundo bello'

El fenómeno Sally Rooney: ¿realmente hay para tanto con la escritora 'millennial'?

Sally Rooney

Sally Rooney

Laura Fernández

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Tan escandalosamente íntima como de costumbre, y he aquí el fuerte de Sally Rooney, aquello que hace, y sigue haciendo, como nadie, ahondar en la vulnerabilidad hasta hacerla, por momentos, dolorosamente insoportable, 'Dónde estás, mundo bello' redibuja, con torpe acierto, las fronteras de la punzante narrativa de la escritora irlandesa del momento, con permiso de Maggie O'Farrell. Que ¿cómo lo hace? Jugando a desdoblarse e introduciendo, en su, por momentos deliciosa y sumergible, ficción postmillenial, a dos amigas que podrían pasar por dos versiones de sí misma – la que pudo haber sido y la que es –: Eileen, una redactora de una revista literaria subvencionada que cree que no va a dejar de sentirse minúscula y fuera de todo tipo de sistema nunca, y Alice, una escritora de éxito que aborrece el éxito y que ha dejado de entender el mundo.

De hecho, es alrededor de lo incomprensible del mundo en el que vivimos que se articula su relación, y el intento de Rooney de escapar a su solipsismo sentimental que, en su caso, termina siendo sadosentimental. Como en 'Conversaciones entre amigos', sobre todo en' Gente normal', su par de anteriores libros, los personajes de Rooney se hacen daño constantemente, pero no entre ellos, sino a sí mismos, apartándose de aquello que desean, o alejándolo concienzudamente, como si sólo pudiesen sentir placer a partir de la humillación, la privación o el desprecio, o como si la culpa no les dejase disfrutar de aquello que sienten que no merecen. El deseo femenino en Rooney es complejo y, en muchos sentidos, retorcidamente narrativo: necesita de una historia en la que salir perdiendo a propósito.

Alergia de la vida adulta

El temor, tan grunge, tan de finales del siglo XX, a que las cosas se acaben – ese preferir la amistad con la persona que te gusta a tener cualquier tipo de relación con ella por miedo a que no funcione y desaparezca de tu vida para siempre – sustenta, en su obra, y aquí de forma más explícita, una autocrítica autocomplaciente a la alergia a la toma de decisiones y, de paso, a lo que se tenía por vida adulta. Los chicos que pretenden a Eileen y Alice son, a su manera, por completo instrumentales, y sirven, a la narradora – más juguetona que nunca: hay literatura neoepistolar, y cadencia y forma, por momentos, de un guion cinematográfico – para explorar lo que verdaderamente importa en ese mundo incomprensible: importarle a alguien. No a todo el mundo, sino a alguien.

Lee aquí un fragmento del libro 'Dónde estás, mundo bello', de Sally Rooney

Porque sí, carga Rooney contra la fama – que vuelve, literalmente, loca a Alice, que opina que “la gente que se hace famosa de manera intencionada está profundamente desequilibrada” –, pero también y sobre todo contra la fealdad del mundo. Y aunque forzado, es curioso y jugoso el miniensayo que esbozan el par de amigas sobre cuándo y cómo desapareció ese mundo bello, el anterior a la invención del plástico y el fin de la Unión Soviética. ¿En definitiva? Por más que intente atacar al sistema – y a conciencia, por momentos –, las únicas bombas que Rooney sabe hace explotar aún son las que dirige contra sí misma.

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