Festival de San Sebastián

‘Los ojos de Tammy Faye’: Jessica Chastain se pierde en los confines de su maquillaje

La actriz presenta en San Sebastián el 'biopic' de la una excéntrica telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker

Jessica Chastain, fotografiada en San Sebastián

Jessica Chastain, fotografiada en San Sebastián / Reuters / Vincent West

Nando Salvà

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Junto a su marido, Jim Bakker, la excéntrica telepredicadora evangelista Tammy Faye Bakker contruyó un imperio millonario que se derrumbó en 1989 cuando él fue encarcelado por haber hecho un uso fraudulento de las donaciones que la pareja recibía de los espectadores. Antes de eso, ella ya se había convertido en objeto de chistes recurrentes en ‘talk shows’ y programas de humor a causa de su voz estridente, sus elecciones de vestuario y su hábito de maquillarse como una ‘drag queen’. ‘Los ojos de Tammy Faye’, el 'biopic' que la actriz Jessica Chastain ha pasado casi una década tratando de poner en pie -además de su protagonista, es su productora- y que este viernes ha presentado a concurso en el Festival de San Sebastián, trata de convencernos de que aquella mujer en realidad fue algo parecido a una heroína, aunque en el proceso no logra que sus vivencias resulten particularmente interesantes.

Dirigida por Michael Showalter, por un lado la película pone énfasis en las cualidades humanitarias de Tammy Faye, que la llevaron a defender públicamente a los homosexuales y hablar en televisión sobre el sida en una época en la que ambos asuntos eran tabú, y celebra su determinación a hacer las cosas a su manera. Por otro lado, sin embargo, sugiere de varias maneras -ninguna de ellas convincente- que la mujer nunca fue consciente de las irregularidades que llevaron a prisión a su marido, y que ni siquiera se preguntó jamás por qué los fondos recaudados servían para financiar su lujoso estilo de vida en lugar de invertirse en las causas en las que ella supuestamente creía. Y en lugar de adentrarnos en su psicología se contenta con contemplarla deteriorarse, tanto por los efectos de las carencias emocionales como por su dieta diaria de lorazepam y Diet Coke, desde una perspectiva que oscila despistadamente entre la compasión y la burla.

En última instancia, y a pesar de los nobles motivos que al parecer llevaron a Chastain a hacerla, ‘Los ojos de Tammy Faye’ parece existir principalmente para darles tanto a ella como al actor Andrew Garfield la oportunidad de que desaparezcan tras capas y capas de maquillaje y ofrezcan una avasalladora exhibición de tics gestuales y vocales. En sus títulos de crédito, emparejando imágenes de cada uno de ellos con imágenes de archivo de los Bakker, la película intenta dejar claro hasta qué las caracterizaciones de los actores se parecen al aspecto que sus respectivos personajes tenían en realidad, como si esa simulación cosmética fuera suficiente para aportarle toda la autenticidad de la que el resto de su metraje carece.