Entrevista

José González: “Antes hacía canciones repetitivas; ahora quiero hacer canciones de verdad”

El cantautor sueco, hijo de exiliados argentinos, publica ‘Local valley’, un álbum donde abre el foco al estado del planeta y que incluye sus primeras composiciones en castellano

José González

José González / Maria d'Oultremont

Jordi Bianciotto

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¿Cuál es ese ‘valle local’ que da título al disco y a una de las canciones?

Al globo terráqueo, nuestro jardín del Edén. Es nuestro pequeño lugar. Un valle que compartimos, pero en el que vivimos peleándonos en lugar de trabajar juntos.

Este disco, ¿es fruto del ‘shock’ del covid-19?

Casi todas las canciones estaban compuestas antes, y cuando estalló la pandemia, en marzo de 2020, me di cuenta de que tenían un aura que sintonizaba con la conciencia global. El tema ‘Visions’, por ejemplo, se inspira en los grandes riesgos que afronta la humanidad y en la comunidad internacional del altruismo efectivo, un movimiento enfocado a actuar sin pensar solo en nuestra generación y mirando más allá. Ahí entran en juego la pandemia, la inteligencia artificial, el bioterrorismo…

Sus canciones tendían a la introspección y ahora parece que abre el foco.

Cuando me invitaban a actuar en conciertos benéficos notaba que no tenía canciones adecuadas para interpretar, porque, en efecto, todas son más introspectivas, sobre relaciones personales. La primera que escribí de otro modo fue ‘Every age’, del tercer disco. ‘Visions’ es la continuación. Es mi propio ‘Imagine’.

¿Es autocrítico con su obra anterior?

En parte. En el primer disco, temas como ‘Hearbeats’, que no escribí yo [Massive Attack], o ‘Crosses’, reflejaban mi sensibilidad de aquel momento, pero tenía entonces 24 años y ahora, 42, y quiero construir otro repertorio.

Ahí entra la lengua: aquí canta por primera vez en castellano. Y en sueco.

Traté de hacerlo otras veces, y ahora ha sido más fácil, porque hablo en español a mi hija Laura, aunque ella se queje, porque soy el único que lo hace y prefiere el sueco. Cuando era joven sentía que el sueco y el castellano eran demasiado explícitos, y el inglés me parecía más metafórico y enigmático, pero ahora me siento incómodo si me quedo solo con el inglés.

¿Hay aquí una protesta contra la hegemonía ‘anglo’?

Más bien se trata de reforzar mis otras lenguas. Sé que, a la gente, en España y en Latinoamérica, le encanta escucharme en su idioma. Siempre me preguntaban cuándo iba a hacerlo. Pues ya está, por fin.

Sigue habiendo un halo místico en lo suyo, y en ‘El invento’ habla de “los enigmas del universo”.

Ahí formulo una serie de preguntas existenciales y les doy respuesta. Todas las culturas han dado respuestas sobrenaturales a esos interrogantes, y a mí las que me gustan son las que vienen de la ciencia y del conocimiento acumulativo. ‘El invento’ suele ser Dios, pero para mí, como humanista secular, esa figura no es necesaria. Es real para mucha gente, pero no deja de ser un invento. Victor J. Stenger hablaba de la “hipótesis innecesaria”.

Lleva unos años incorporando elementos rítmicos a su música, basada en la voz y la guitarra, y profundizando en las armonías y ‘tempos’ subsaharianos. Pero en su obra los cambios son lentos, sin rupturas.

Es verdad, soy lento, pero hay una evolución ahí. Ya en el disco ‘In our nature’ (2007), canciones como ‘Killing for love’ y ‘How low’ estaban inspiradas por Tinariwen, Ali Farka Touré, Ballaké Sissoko… En el nuevo disco, una de las maquetas que hice con Bombino terminó aportando la guitarra del tema ‘Valle local’. Hay influencias de Mali, pero también del Congo y de otros países africanos, del proyecto ‘Awesome tapes from Africa’, que recoge maquetas de todas partes. No siempre se nota en mis canciones, pero la música africana y del Caribe es la que más escucho y la que más me motiva.

¿Cree que a su música le faltaba un componente más físico o agitador?

Haciendo conciertos me di cuenta de que quería moverme hacia algo más bailable, más reconstituyente, y de ahí salieron canciones como ‘Swing’ o ‘Lasso in’, que parte del nyahbinghi, un estilo jamaicano muy antiguo, anterior al reggae. Antes hacía canciones más repetitivas. Ahora quiero hacer canciones de verdad; es ahí donde pongo el énfasis.

¿Qué quiere decir?

Muchas de mis canciones eran como trenes: seguían, seguían y no cambiaban demasiado. Con “canciones de verdad” quiero decir canciones con cambios de acordes clásicos, y con estrofas y estribillos.

Le hemos podido ver en escenarios muy distintos, incluyendo festivales ‘mainstream’, haciendo una música que a priori parecía destinada a un público minoritario. ¿Cómo lo ha hecho?

Me sorprendió que el primer disco funcionara, aunque luego ya me acostumbré. No tenía ningún ‘hit’, pero los locales se llenaban. Luego vino el proyecto Junip, y la película de Ben Stiller [‘La vida secreta de Walter Mitty’], que trajeron más público. Cada tres años ha pasado algo que me ha permitido seguir adelante sin cambiar demasiado. Creo que tiene que ver con cultivar un estilo que no está condicionado por lo que es popular en ese momento.