Entrevista

Carmen Linares: "Barcelona pinta en el flamenco, vaya si pinta"

La dama del cante jondo es un referente del flamenco tan grande como humilde

Este viernes regresa a Barcelona, en el programa de la Mercè, con una bailaora, su grupo -piano, contrabajo, batería, guitarras y voces- y la colaboración de Sílvia Pérez Cruz para conmemorar sus 40 años de carrera en solitario

Carmen Linares

Carmen Linares / Jean Pierre Ledos

Marta Cervera

Marta Cervera

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La última vez que vino a Barcelona fue en 2017.

Fue también fue en el Grec, con Marina Heredia y Arcángel. Fue magnífico. Hace demasiado que no vengo a Barcelona y tengo muchas ganas de volver. Barcelona es muy flamenca y siempre me ha recibido bien. He presentado todos mis trabajos importantes en esta ciudad que ha dado grandes artistas y que ha acogido a muchos andaluces. Yo misma tengo familia en Barcelona. Espero encontrarme con todos mis primos y sus hijos. En Barcelona ha habido mucha tradición del baile, del cante y de la guitarra. También hay tablaos muy importantes. Barcelona pinta, y vaya si pinta.

¿Es difícil condensar 40 años de carrera en una actuación?

Cuesta, sí. Me he dejado muchas cosas pero destaco lo más importante, como la 'Antología de la mujer en el cante' y mi incursión con los poetas. Haré una cosa de Lorca en la que homenajeo a Enrique Morente, de quien interpretaré su composición 'La leyenda del tiempo'. También haré algo de Juan Ramón Jiménez y de mi último disco 'Verso a verso', dedicado a Miguel Hernández. De él interpretaré 'Casida del sediento' con Sílvia Pérez Cruz que también la cantó conmigo en el álbum. Es un orgullo y un honor que Sílvia venga a cantar conmigo porque es una artista de una calidad impresionante, también en lo personal. ¡Te la llevarías a tu casa!.

El flamenco siempre ha estado en su ADN. Lo descubrió de pequeña. Su padre, ferroviario, Antonio Pacheco, la acompañaba a la guitarra y la animó a mostrar su don en peñas y tablaos. ¿Qué ha cambiado más en el flamenco en estos 40 años?

Ahora los artistas tenemos más libertad. Cuando yo empecé no podías salirte del canon del flamenco, de la raíz. Se miraba todo con lupa. Afortunadamente eso ha cambiado. El arte tiene que estar vivo y poder evolucionar para que esté sano. Para ser auténtico, el artista ha de evolucionar con el tiempo y ser él mismo. Cuando yo empezaba eso estaba más complicado. Pertenezco a una generación de artistas que ha roto con esa visión cerrada, por supuesto, con todo el respeto hacia las raíces del flamenco. Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar, Morente, Camarón, Mercé, Lebrijano y Menese somos artistas que hemos buscado nuestro camino intentando aportar cosas que sumen al flamenco como ha sido la incursión en la poesía.

Han allanado el camino para las generaciones posteriores. ¿Qué les toca hacer a ellos?

Seguir avanzando. Ellos ahora tienen más libertad, ya no se cuestiona tanto qué haces. Se da por sentado que puedes probar cosas diferentes. Te gustará más o menos, por supuesto. Lo que está claro es que si no tienes una base, lo que haces no queda, no pasa. Pero si un artista está preparado y hace las cosas con sentido, conocimiento y desde el respeto, todo es posible. Es fundamental conocer de donde viene todo, tus raíces. Si lo llevas en tu ADN es más difícil que te equivoques.

Ese aprendizaje fue algo natural en su caso.

Yo empecé cantando en casa, luego en peñas y tablaos. Se aprendía con la gente que tenías a tu alrededor pero también escuchando la gran discografía que hay. Por mi edad no he podido escuchar en vivo ni a Chacón, ni a Manuel Torrre, ni a la Niña de los Peines pero hay unas grabaciones increíble que te enseñan mucho. Por suerte he podido aprender de artistas muy buenos por tradición oral. En los tablaos se aprende. Trabajando con otros compañeros se aprende a estar en un escenario, a coger el hábito de cantar y a perder los nervios. Si estás relajada puedes dar lo mejor de ti al público. Cuesta menos cantar con el hábito del trabajo.

Cuando uno tiene una pena muy honda, no puede cantar. Al menos, yo no

¿La voz es el instrumento más frágil?

Absolutamente. Todo lo que te pasa se refleja en la voz. Dicen que cuando uno tiene una pena canta mejor. Pero no sé qué decirte. Lo que sí es verdad es que las experiencias vividas, sean alegrías o penas, forman un poso que queda ahí. Y todas esas vivencias te dan armas y sensaciones que transmites. Pero cuando uno tiene una pena muy honda, no puede cantar. Al menos, yo no. Cuando he tenido desgracias personales he tenido que dejar pasar un tiempo antes de volver a cantar porque si salgo al escenario me pongo a llorar. Pero después toda esa experiencia de vida se refleja en tu forma de encauzar tu trabajo, en tu manera de cantar y de transmitir. El flamenco se canta no solo con la voz, también con el corazón.

¿Qué ha cambiado la pandemia en su vida?

Ha dejado un poso de vulnerabilidad enorme. Todos hemos aprendido a valorar lo importante: la familia, los amigos y los abrazos se han echado mucho de menos. También la libertad. Ahora que ha pasado ya un tiempo te da para pensar y valorar realmente aquello que vale la pena. Me he dado cuenta lo mucho que necesitamo del arte, de la literatura, del cine, de la música, del teatro... La cultura nos ha salvado cuando estábamos encerrados. El ser humano necesita alimentar su espíritu. Yo no concibo la vida sin eso y sin actuar ante la gente.

¿Ha notado al público diferente en sus primeros conciertos?

Mi primera actuación fue en Granada, en el Palacio de los Córdova. Y estar allí viendo la Alhambra, el Sacromonte y al público con mascarilla era impactante. Notabas que había una una necesidad enorme de estar allí, por su parte y por la nuestra. Ese reencuentro fue muy bonito, nos ha dado mucha luz, tranquilidad y serenidad.

Yo he colaborado con muchas personas porque acercarte a otros te enriquece

Luz Casal y Estrella Morente han sido algunas de las artistas invitadas en este espectáculo del 40º aniversario. En cada concierto colabora con alguien diferente.

Invito a artistas que tienen que ver conmigo, con los que hay una admiración mutua y con los que he trabajado. Son amigos, gente que me aporta. Yo he colaborado con muchas personas porque acercarte a otros te enriquece. Trabajar con gente como Serrat, Poveda y Luz Casal permite situarme en otro punto, en otro color diferente a lo que suelo hacer.

¿Quién ha marcado más su carrera?

Mi padre fue muy importante. Empecé cantando con él, que tocaba la guitarra. Tuve la suerte de nacer en Linares, en una casa con un instrumento que sonaba siempre y formó parte de mi vida. Pero he aprendido de mucha gente, y no solo del flamenco. De los antiguos me han marcado Chacón, la Niña de los Peines, Mairena. Después Fosforito y también algunos de mis contemporáneos como Camarón y Morente. Son artistas que han estado siempre muy presentes en mi vida, aunque yo después he volado. Pero a veces aprendes de compañeros que no tienen un nombre conocido pero hacen cosas bonitas. De Pepe el de la Matrona, a parte del cante, me gustó su visión del flamenco, su concepto, su forma de vida. Se puede aprender de muchas maneras.

¿Qué música suele escuchar?

Escucho de todo. Me gusta mucho la música de Brasil y también cosas nuevas que salen en el flamenco. Mis hijos me ponen cosas de música 'indie' que me suenan a chino. Pero no hay que estar siempre con el oído ocupado. El silencio es muy importante para retomar energías.