Festival de San Sebastián

Festival de San Sebastián: un problema llamado Johnny Depp

El actor recibe este miércoles el Premio Donostia en plena controversia sobre la oportunidad del galardón, pues se halla inmerso en un proceso judicial tras ser acusado de maltrato por parte de quien fuera su esposa, Amber Heard

El actor Johnny Depp pone el Premio Donostia en el suelo en el 69º Festival Internacional de Cine de San Sebastián.

El actor Johnny Depp pone el Premio Donostia en el suelo en el 69º Festival Internacional de Cine de San Sebastián. / VINCENT WEST

Nando Salvà

Nando Salvà

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Johnny Depp se aficionó al cine viendo películas mudas, es un apasionado de la cultura romaní y está encantado de estar en el Festival de San Sebastián, gracias. Pero lo que convierte su presencia aquí en algo relevante no es eso. Lo noticiable es que ha sucedido a pesar de todo, que este miércoles se le concederá el Premio Donostia a un actor que ha protagonizado películas ilustres como ‘Ed Wood’ (1994) y ‘Dead Man’ (1995) y sido nominado al Oscar en 3 ocasiones pero que se halla inmerso en un proceso judicial tras ser acusado de maltrato por parte de quien fuera su esposa, Amber Heard.

Es imposible que los responsables del fueran tan ingenuos como para no prever las controversias que su la decisión de concederle el galardón acabarían generaría. El director del festival, José Luis Rebordinos, las respondió quejándose de estar siendo objeto de un "linchamiento" en redes sociales. "Johnny Depp no ha sido detenido, acusado o condenado por ninguna forma de agresión o violencia contra ninguna mujer", declaró asímismo. Y su afirmación resulta problemática por dos motivos. En primer lugar, porque es inexacta: se le acusó y no ha sido condenado, pero quizá lo sea el año que viene cuando los tribunales dicten sentencia. En segundo lugar, porque el festival se ha hecho suyas las batallas por la igualdad de género impulsadas por el MeToo, y en el ideario de ese movimiento está cuestionar la autoridad de un poder judicial que, en su opinión, tradicionalmente ha protegido a los promotores del patriarcado y silenciado a sus víctimas. Según esa lógica, pues, ondear la bandera del feminismo como el festival hace y al mismo tiempo apelar para ello a las decisiones de los jueces es un contrasentido. “Ese movimiento surgió con la mejor de las intenciones pero creo que se ha ido de las manos. Nadie está a salvo. Pero si estás armado con la verdad, no necesitas nada más”. Es todo cuanto Depp ha dicho en San Sebastián acerca de las acusaciones que pesan sobre él. No se han permitido más preguntas al respecto.

En su día, Rebordinos también afirmó que no le corresponde a él "juzgar cómo [Depp] se comporta en su vida privada", y sus palabras traen a la mente no solo un debate viejo y probablemente irresoluble acerca de si es conveniente o siquiera posible valorar las obras de arte con independencia de la moralidad de quienes las crean, sino también otro mucho más reciente centrado en lo que hoy llamamos la cultura de la cancelación. Lo que no admite discusiones es que el premio llega en un momento equivocado. Es muy dudoso que fuera necesario darle a Depp un galardón como el Donostia a estas alturas, cuando ya ha recibido casi todas las recompensas posibles y ha pasado a ser más relevante por sus problemas personales y legales que por su trabajo, pero si Rebordinos y su equipo sienten que es imprescindible reconocerle, ¿por qué no esperar a hacerlo en 2022 en espera de que el juicio se resuelva a su favor? Si Depp es declarado inocente nada de lo sucedido este año tendrá consecuencias pero, en caso contrario, ¿hasta qué punto quedará dañada la credibilidad del festival?