Discos de la semana

Crítica de 'I’ve been trying to tell you': Saint Etienne, un experimento con alma

El trío londinense entrega su álbum más arriesgado, asentado en las ambientaciones, los ‘tempos’ pausados y el uso del ‘sample’

Los nuevos álbumes de The Felice Brothers, Patricia Barber, Jhay Cortez y Amyl and The Sniiffers, también reseñados

El grupo Saint Etienne.

El grupo Saint Etienne. / EL PERIÓDICO

Rafael Tapounet
Jordi Bianciotto
Ignasi Fortuny
Roger Roca
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Quizá lo suyo haya sido siempre demasiado sutil, y su irregular ritmo editorial no ha ayudado, pero Saint Etienne, un grupo hoy poco presente en el debate musical, representa una exquisitez pop siempre abierta a ideas que han cogido al mundo con el pie cambiado.Y ahora, a estas alturas, tras 30 años de carrera, entregan su álbum más arriesgado, este 'I’ve been trying to tell you', en el que la noción de canción se desdibuja en una marejada de ambientaciones intimistas, ‘tempos’ pausados e hipnóticos, y construcciones asentadas en el ‘sample’.

Saint Etienne llega hasta aquí tras entregar esbeltos álbumes continuadores de su canon pop (el último, ‘Home counties’, 2017) que, pese a sus virtudes, dieron modestas alegrías comerciales. Así que, de perdidos al río, los londinenses se dejan extraviar en un mundo paralelo muy de su gusto, el de la insinuación y la atmósfera, dejando el estribillo fuera de foco y elaborando un cambiante ‘collage’ de viñetas sugerentes que toma ideas de la estética musical de la banda sonora, del dub o incluso del post-rock (oigan la dinámica de guitarras de ‘I remember it well’). Y lo que termina haciendo de todo ello un distintivo álbum de Saint Etienne es la voz de Sarah Cracknell, más frugal y susurrante, pero en sintonía con los momentos más recogidos de un ‘Sound of water’ (2000). 

La arquitectura del ‘sample’

Pero el álbum presenta un poco más de cercanía conceptual con al menos una parte de su segundo trabajo, ‘So tough’ (1993): la de los interludios peliculeros y los ‘samples’. Aquí no hay trofeos pop incontestables como ‘Avenue’ o ‘You’re in a bad way’, pero el trío retoma su manera de integrar pistas ajenas en canciones propias y la lleva más lejos: si entonces fueron The Who o la banda sonora de ‘Peeping Tom’, ahora acuden a fuentes más inesperadas, como Natalie Imbruglia, cuyo ‘Beauty on the fire’ se funde con el código genético del melancólico ‘Pond house’. Otros préstamos vienen de artistas como Lightning Seeds, Honeyz o Tasmin Archer.

Las constantes de Saint Etienne se relajan apuntando hacia un paisaje etéreo transmisor de cierta nostalgia de los años 90, y que se acerca al clima emocional de aquel único y recordado álbum de One Dove (con producción de Andy Weatherall). El grupo se asienta en un ‘patchwork’ posmoderno que deriva hacia el exotismo (‘Fonteyn’), un ‘ambient’ naturalista (‘Little K’) o chill de puesta de sol (‘Penlop’). 

La cultura musical de Saint Etienne es vasta (recordemos el tratado literario ‘Yeah! Yeah! Yeah!’, de Bob Stanley), y la procesa para dar a 'I’ve been trying to tell you' muchas capas de matices y significados. No hay que dispensar a este álbum la misma mirada que a los anteriores: es una versión deliberadamente sesgada de su arte pop, pero con genuinos reflejos de su inteligencia y su alma. Jordi Bianciotto

Después de pasar tres lustros persiguiendo el secreto alquímico que permitió a Bob Dylan y The Band alumbrar las canciones de ‘The Basement Tapes’, los hermanos Felice entregan su octavo elepé, un disco de tono sombrío repleto de visiones apocalípticas y exhibiciones de genio lírico que brilla con especial intensidad en las canciones que abren y cierran la colección: la vibrante ‘Jazz on the Autobahn’ y la épica ‘We shall live again’, cuyos versos hermanan a San Francisco de Asís con los fans de AC/DC. - Rafael Tapounet 

El disco arranca con 'This Town', la fabulosa canción de Lee Hazlewood que hizo grande Frank Sinatra. Pasa casi un minuto y medio. Y Patricia Barber, cantante, compositora y pianista, no ha tocado una sola tecla. Solo canta. O medio recita. Porque puede. Porque pocas artistas saben decir una canción como ella. Con su temple, su 'cool', su inteligencia, su sofisticación. 'Clique', su primer disco de versiones en mucho tiempo, la retrata como lo que es: una jefa en el arte de contar historias. Roger Roca

El indiscutible nuevo abanderado del pop latino huye en su segundo álbum de estudio del reguetón más académico, buscando a menudo acercarse a otras texturas electrónicas (de hecho, el productor de house y dubstep Skrillex está en 'En mi cuarto'). El abanico de sonidos es grande, con mucha presencia también de trap, ritmo y temática de calle que domina. Todo eso lo acompaña con la que es la principal calidad del puertorriqueño: la de letrista con gran dominio de los tiempos y de la cultura pop. Ignasi Fortuny

De Australia, tierra con pedigrí garajero, sale esta banda que la armó con su debut y que ahora deja clara su indisposición a agotar el catálogo de ‘riffs’ matadores y vandalismos punk. La tropa de Amy Taylor, reencarnación ‘riot grrrl’, hereda la tensión cejijunta de The Stooges con bajos nucleares, aceleraciones hardcore y estribillos asombrosamente eficientes. Y con propiedades liberadoras: oigan ‘Hertz’, donde ella tan solo pide cándidamente que la lleven a dar un paseo junto al mar. J. B.

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