Crítica de cine

'Los olchis': bienvenidos a Pestilandia

Un filme de animación con una factura sin relieve para unos curiosos personajes amantes de la basura

Trailer película 'Los olchis'

Quim Casas

Quim Casas

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La ciudad de Smellville (Pestilandia) hace honor a su nombre. Cómo asegura el policía local, ni los ladrones salen a robar de lo mal que huele. El problema es el gran vertedero que hay en el lugar, sus moscas, suciedad y malos olores. Pero para los seres de color verde y cuerpo apestoso llamados Olchis, que cabalgan a lomos de un dragón tan simpático como maloliente y gustan de vivir en la basura, Smellville es un auténtico paraíso. Los Olchis (Ogglies en el original) son unos populares personajes de literatura infantil creados por el escritor alemán Erhard Dietl. Su traslación al cine de dibujos animados es bastante plana, simpática, pero sin demasiado relieve ni argumental ni formal. Una película tradicional sobre personajes que no lo son en absoluto. Se echa en falta algo más de arrojo, tanto en la fantasía como en la comedia, cuando se está hablando de unos seres con desparpajo que gustan de llevar calcetines sucios y respirar aire contaminado. Esta divertida anomalía encuentra en el filme una respuesta académica, en la que no falta el punto de vista del niño ‘normal’ que acaba empatizando con quienes conviven su pudor alguno con residuos tóxicos, bolsas de plástico usada, lagunas de alquitrán, latas oxidadas y objetos pringosos. ‘Sticky fingers’, que dirían los Stones.