Polémica

El artista Sean Scully abandona Barcelona harto del catalán y el nacionalismo

La familia de pintor ha trasladado su residencia a la ciudad francesa de Aix-en-Provence

El artista irlandés Sean Scully

El artista irlandés Sean Scully / Marc Vila

El Periódico

El Periódico

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

El celebrado artista visual Sean Scully, nacido irlandés y nacionalizado norteamericano, ha abandonado su casa en Barcelona, donde residía parte del año junto a su esposa, la fotógrafa suiza Lilianne Tomasko, según cuenta el propio pintor en un reportaje del 'Financial Times'. Scully y su esposa, que hablan con fluidez castellano, dicen haberse visto obligados a marcharse por el clima nacionalista de la ciudad. "En Barcelona, ibas a reuniones y hablaban siempre en catalán, como diciendo ‘te jodes’", cuenta el pintor. Además, en ese mismo artículo se queja de que al hijo de la pareja, Oisin, un chico de 12 años escolarizado en Barcelona, le decían que debería hablar catalán, en lugar de español durante el recreo. El artista, de 76 años, que tiene casas y estudios en Nueva York, Londres, Múnich y Berlín, se ha quejado de la presión que asegura haber sufrido: "Y al final, no pudimos soportar Barcelona por esa mierda".

Scully y Tomasko han cambiado su residencia en Barcelona por la ciudad francesa de Aix-en-Provence. Nominado dos veces para el premio Turner, el pintor, que ha expuesto en Europa y Estados Unidos, tiene obra en museos tan importantes como el Metropolitan, el MoMa y el Guggenheim de Nueva York.

En 2015, inauguró un espacio permanente que lleva su nombre en la capilla del Monasterio de Santa Cecilia en Montserrat. Allí se exponen grandes pinturas murales y vidrieras en las que el artista quiso plasmar su vinculación con el monasterio en una suerte de inspiración espiritual que ha definido como “física”. Asimismo Scully estuvo en negociaciones con el Ayuntamiento de Barcelona en 2014 para donar 200 obras a cambio de que estuvieran en un espacio museístico propio; las negociaciones no cuajaron. No puede decirse, pues, que Scully no sienta simpatía por Catalunya en general y Barcelona en particular.

El estilo de Scully, difícil de definir, se enmarca en una abstracción geométrica y emocional a partir de unos colores vibrantes y capas superpuestas.