Estreno de cine

Crítica de 'Un bocado exquisito': combinación de sabores

Algo más turbio late debajo de esas imágenes estilizadas de esta teórica comedia romántico-culinaria

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Un bocado exquisito'

Estrenos de la semana. Tráiler de 'Un bocado exquisito' /

Quim Casas

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La película se abre con esta cita de la escritora, ensayista, música y poetisa punk y feminista Kathy Acker: "Si me preguntas lo que quiero, te lo diré. Lo quiero todo". Y eso, absolutamente todo, en la vida, el trabajo y el amor, es lo que pretenden los protagonistas de 'Un bocado exquisito', aunque, después, el filme ya no tenga ninguna otra relación con la prosa afilada de la malograda Acker.

Katrine Greis-Rosenthal (vista en la serie danesa en tiempo real 'Cara a cara') y Nikolaj Coster-Waldau (el Jaime Lannister de 'Juego de tronos') encarnan a un matrimonio con dos hijos y propietarios de un restaurante de alta cocina de Copenhague; ella planea y decide, él manda en los fogones. La obsesión de ambos es conseguir la preciada estrella Michelin. Mientras tanto, como rebelan las dos primeras secuencias, se entretienen con juegos eróticos entre ellos para mantener la viveza de su relación.

'Un bocado exquisito' tiene la apariencia de otra película más sobre gastronomía, con largas escenas en las que se detallan los cuidadosos preparativos de manjares varios. Pero algo más turbio late debajo de esas imágenes estilizadas hasta abocar una teórica comedia romántico-culinaria a la categoría de drama turbulento: una nota anónima dirigida al marido, pero que descubre antes la esposa, lo revuelve todo.

Mediante 'flashbacks' con títulos relacionados con los sabores (dulce, ácido) se va recomponiendo la historia. Entonces, los elementos estrictamente gastronómicos se ven perturbados por la situación real de la en apariencia armoniosa y bella pareja. Una lograda combinación de sabores.