As polifacético

Alan Moore, el mago del caos, salta al cine con 'The show'

El crucial autor de los cómics 'Watchmen' y 'V de Vendetta' firma su primer guion de un largometraje, que estrena Filmin

Alan Moore.

Alan Moore.

Quim Casas

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‘The show’ es el título del primer largometraje escrito por Alan Moore. Una mezcla de ‘neo noir’, fantasía, esoterismo y comedia negra ambientada en la localidad británica de Northampton, en la que nació Moore en 1953. Disponible desde este viernes en Filmin, es el último jalón en la trayectoria de uno de los máximos renovadores del cómic.

Porque, ¿qué habría sido del Joker cinematográfico de las tres últimas décadas sin la existencia del cómic ‘Batman: la broma asesina’? Si no fuera por ‘Watchmen’, ¿hasta que punto existiría una visión reflexiva, madura y crepuscular del temario de los superhéroes? ¿No aportó la novela gráfica ‘From hell’ una de las interpretaciones más lúcidas del mito de Jack el Destripador? ¿Cuan expresiva y simbólica debe ser la máscara de Guy Fawkes empleada en ‘V de Vendetta’ para que el grupo Anonymus la tomara como suya en sus actividades de protesta social?

Detrás de estos cuatro cómics está la figura totémica de Moore. En 'Batman: la broma asesina' (1988), dibujado por Brian Bolland, aparece el germen de lo que será el Joker en los filmes ‘Batman’ (1989), ‘El caballero oscuro’ (2008) y ‘Joker’ (2019). ‘Watchmen’, publicada por DC en 1986, con dibujos de Dave Gibbons, hizo replantearse a la industria de los tebeos estadounidenses el superhéroe tradicional. Moore otorgó una visión perversa y decadente, apocalíptica y neorrealista, a las figuras del Doctor Manhattan, Ozymandias o Rorschach; si, solo a Moore podía ocurrírsele un superhéroe, o algo parecido, que luce una máscara de lana con los dibujos del famoso test de Rorschach.

Serie magnífica

Zack Snyder adaptó ‘Watchmen’ casi viñeta por viñeta en el filme de 2009, mientras que Damon Lindelof se basó en la obra de Moore para crear una historia alternativa, multiplicada en referencias y tramas temporales, en la magnífica serie homónima de 2020. Moore ni la habrá visto, pero debería gustarle con frases de este tipo: "¿Quién soy? Si lo supiera, no llevaría una maldita máscara".

 ‘From hell’ (1993-1997) es inabarcable. Con los tortuosos dibujos en blanco y negro de Eddie Campbell y generosas notas explicativas al final de cada entrega, es algo más que una interpretación del mito del Destripador: es un tratado sobre la era victoriana elaborado con manchas gráficas y psicológicas tomadas del expresionismo. Los hermanos Hughes la llevaron al cine en 2001, en color y con Johnny Depp; nada que ver.

En ‘V de Vendetta’ (1982-1989), Moore moduló un cruce entre ‘1984’ de Orwell y la Conspiración de la Pólvora, que es como se conoce el intento de atentado contra el rey Jacobo I en 1605 por parte de un grupo de católicos liderados por Guy Fawkes. Las hermanas Wachowski produjeron la versión para el cine en 2005, tergiversando el ideario más ácrata del cómic original, ilustrado por David Lloyd. Moore dijo basta, borró su nombre de los créditos y renunció a recibir ni un solo euro, dólar o libra por ninguna otra adaptación al cine que se haga de sus obras.

Odio al control

Actitud coherente. Su anarquismo le hace odiar todo tipo de control. Se ha hecho un nombre escribiendo tebeos: sumemos ‘Capitán Britania’, ‘Miracleman’, ‘La cosa del pantano’, ‘A Small Killing’, ‘Tom Strong’, ‘Promethea’ y uno de los últimos, ‘Cinema purgatorio’, recién publicado en castellano, revisión sórdida de algunos mitos del Hollywood clásico dibujado en blanco y negro por Kevin O’Neill. Paralelamente, se entregó a la causa del ocultismo: Aleister Crowley es uno de sus referentes, no duda en definirse a sí mismo como el mago del caos y su larga melena encanecida y abundantes anillos en los dedos de las manos le asemejan a un mago esotérico del siglo XXI.

En la película ‘The show’, largometraje que prolonga situaciones y personajes desarrollados antes en tres cortos, Moore, además de firmar un guion rocambolesco con elementos de vudú, escapismo, parapsicología y filosofía zen, interpreta a un antiguo cómico maquillado como la Luna y que actúa como demiurgo de los sueños.

Tiene especial querencia por reciclar figuras tradicionales de la literatura anglosajona para establecer su propio sistema referencial. En ‘La liga de los hombres extraordinarios’, su otra colaboración con Kevin O’Neill, iniciada en 1999, Moore reunió al Hombre Invisible, Jekyll y Hyde, el capitán Nemo ('20.000 leguas de viaje submarino'), el cazador Allan Quatermain ('Las minas del rey Salomón') y Mina ('Drácula') convirtiéndolos en una especie de Liga de la Justicia posmoderna y decimonónica del viejo Imperio Británico. La adaptación al cine en 2003 añadió a Tom Sawyer y Dorian Gray, y Moore aún debe preguntarse el por qué.

Muchas personas en una

En la bellísima ‘Lost girls’ (1991-2006), realizada con su esposa Melina Gebbie, el autor trasladaría a un universo erótico las figuras de Wendy (‘Peter Pan’), Dorothy (‘El mago de Oz’) y Alicia (‘Alicia en el país de las maravillas’). En ‘The show’ hay calles y paradas de autobús que tienen nombres tan ilustres como el del escritor Joseph Conrad y el compositor Malcolm Arnold. En las series limitadas ‘The courtyard’ (2003), ‘Neonomicon’ (2010) y ‘Providence’ (2015-2017), dibujadas por Jacen Burrows, Moore explora el ciclo de Cthulhu ideado por H. P. Lovecraft.

Además, con el músico Tim Perkins ha elaborado obras conceptuales llevadas al teatro de vanguardia y registradas en tres discos, y con Mitch Jenkins, director de ‘The show’, desarrolló ‘Unearthing’ (2006-2010), ensayo, película, proyecto fotográfico y disco triple de ‘spoken word’ y ‘dark ambient’ alrededor de otro guionista de cómics de idéntico apellido, Steve Moore.

Parece muchas personas, pero es solo una: Alan Moore, el mago del caos.

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