UN CLÁSICO DEL SIGLO XX

Kurt Vonnegut: la vis cómica del Apocalipsis

La aparición de una nueva traducción de la fundamental 'Matadero cinco' da inicio a una nueva colección dedicada al autor que continuará con 'Desayuno de campeones'

Una biografía parcial y el próximo estreno de un documental ponen de nuevo en valor la figura de un escritor indispensable que no ha tenido aquí una merecida suerte lectora

Kurt Vonnegut

Kurt Vonnegut / IFPA

Elena Hevia

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No ha tenido Kurt Vonnegut la suerte lectora que se merece en nuestras librerías. Lo cual es del todo incomprensible si tiene en cuenta que en los Estados Unidos de los 60 y los 70 fue el autor de culto por excelencia. En el petate de los jóvenes obligados a marchar a la guerra de Vietnam se incluía indefectiblemente la obra maestra del autor, 'Matadero cinco', con su carga de antimilitarismo, crítica frente al capitalismo, humor salvaje y descreimiento. Hoy, a 14 años de su muerte y a uno de la celebración de su centenario, el aura Vonnegut no ha perdido su atractivo. Sus  ocurrencias circulan por internet como mantras que todavía mantienen afilado su mordiente. En Twitter el fantasma del autor tiene más de 200.000 seguidores para su asombro en el más allá. Su sitio web sigue vendiendo sus ingenuos dibujos y las editoriales españolas intentan una y otra vez que los jóvenes de aquí se apunten, de una vez por todas, a la vonnegutmanía. Y es que, como ‘El guardián entre el centeno’, las novelas del norteamericano pueden ser la perfecta puerta de entrada, el primer deslumbramiento de la lectura. Dale un libro de Vonnegut a un adolescente y tendrás un lector.

Ese convencimiento es lo que ha llevado a la editorial Blackie Books a hacer la ofensiva definitiva. Creando la Colección Vonnegut, con nuevas traducciones, que se inicia con 'Matadero 5', ya en el mercado, y tendrá su continuación en noviembre con 'Desayuno de campeones'. Además coincide en los anaqueles 'Los hermanos Vonnegut' (Es Pop), una biografía conjunta y bastante parcial del escritor y de su hermano mayor, el climatólogo Bernard Vonnegut y que solo abarca su trayectoria del desierto como escritor de cuentos alimenticios. A la que hay que sumar este otoño en Netflix el documental ‘Kurt Vonnegut: Unstuck in time’, dirigido por el singular Robert B. Weyde, director de algunos capítulos de la serie ‘Curb your entusiasm‘ y autor apócrifo de innumerable memes.

Así que, ya que a Vonnegut jamás le gustaba contar una historia siguiendo el camino habitual desde el punto A hasta el punto Z, desmenuzaremos su figura dando vueltas y rodeos a través de algunas de sus facetas.

El mensajero del fin del mundo

Sí, en el origen de la literatura de Vonnegut está el apocalipsis. Porque él mismo lo vivió cuando fue capturado como prisionero en la batalla de las Ardenas y trasladado a la ciudad de Dresde, donde recluido en las instalaciones de un matadero y almacén de carne, vivió la destrucción de la ciudad a manos de la aviación aliada. “Una Atlántida hundiéndose bajo olas de fuego” y como tal “una obra de arte”, como escribió más tarde. Murieron unas 40.000 personas, buena parte de ellos civiles. El futuro escritor tuvo que quemar los cadáveres de sus compañeros. Tenía 23 años y contó a su familia sus penalidades en una carta célebre en la que ya se vislumbraba la voz concisa, directa, cruel y divertida que acabaría siendo su estilo literario. La destrucción de Dresde, controvertida, absurda y de nulo valor estratégico, fue el motor que animó una y otra vez sus historias, aunque solo podría escribir sobre ello directamente 25 años después de los acontecimientos en 'Matadero cinco'.

El autor de ciencia-ficción

Durante años, librerías y críticos relegaron al autor a las estanterías del género, sin darse cuenta de que las fórmulas especulativas solo eran una manera de abordar una crítica ácida a la deriva de la civilización occidental con sus guerras frías y cálidas y sus crisis climáticas y sanitarias, que le llevó a escribir, visionario, “el sistema inmunitario de nuestro planeta intenta deshacerse de la gente”. También ha sido una influencia fundamental en autores como Ted Chiang, quien sencillamente le robó la idea de un tiempo extraterreste -trafalmadoriano- un tiempo sin tiempo, sin un antes y un después, que sucede todo a la vez y marca la estructura de 'Matadero cinco'.

El humorista

Suele decirse que la literatura norteamericana descansa en dos pilares: la épica de Melville y el humor de Mark Twain. La marca de la casa del autor estaba sin duda con el autor de Huckleberry Finn, a quien se acabó pareciendo físicamente con su pelo alborotado, sus ojeras y su bigote poblado, pero comparte con Melville el asunto de la epopeya humana, del bien y del mal.  “Reír y llorar pueden ser respuestas al agotamiento y la frustración. Yo por mi parte prefiero reír, simplemente porque hay menos que limpiar después”, dijo.  Las numerosas conferencias que el escritor impartió a lo largo de su vida, especialmente en actos inaugurales universitarios, son piezas de la mejor comedia norteamericana. Algunas de ellas pueden verse en internet.

El pacifista

Bajo esa mirada carnavalesca y desacomplejada se esconde un profundo moralista que no duda en poner en evidencia el sinsentido de la guerra. “Digo cualquier cosa para ser cómico, a menudo en las situaciones más horrible”. Así pasa revista a los posibles ‘beneficios’ del bombardeo de Dresde en términos bélicos y no encuentra razones: “Solo una persona se benefició de todo ello. ¿Quién fue? Yo. Recibí unos cinco dólares por cada persona que murió allí”, dijo refiriéndose a la fortuna que le reportó su obra maestra. Tan solo una semana después de la marcha sobre Washington  para poner fin a la guerra de Vietnam y unos meses después de la publicación de 'Matadero cinco', en 1969, el autor dio un discurso, ‘Dejen que se detenga la matanza’ y se convirtió así en uno de los rostros visibles de la oposición a la contienda.

El pesimista

Otra característica que comparte con Twain es su mirada desencantada frente al mundo. No se confundan bajo la apariencia de tipo bonachón y ocurrente se escondía una profunda amargura. No en vano, su madre se suicidó unos días antes de que el gobierno de Estados Unidos movilizara al joven Vonnegut. El peso de esa muerte y de la relación conflictiva que mantuvo con su madre le llevó a emularla, sin éxito, en 1984 en la culminación de una profunda depresión que arrastró durante años. Ya se había separado de su primera mujer y el matrimonio posterior con la fotógrafa Jill Kremetz fue un auténtico infierno doméstico. En sus últimos años el carácter del escritor se agrió bastante, lo que no sorprende en un autor que ha destruido la Tierra, con mucha gracia, en dos de sus 14 novelas.

El censurado

Hoy algunos de los libros de Vonnegut son lectura obligatoria en los institutos de Estados Unidos, pero eso no ha evitado que las capas más conservadoras del país hayan tenido históricamente al autor en e punto de mira. En los 70 ‘Matadero 5’ fue quemado en la plaza pública y la amenaza sombría de la censura no ha dejado de perseguirle en la era Trump hasta anteayer. La Kurt Vonnegut Memorial Library ofrece ejemplares gratuitos a todo aquel alumno que quisiera saltarse la prohibición y leer esa obra maestra. Como diría el autor: "Es lo que hay".

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