Exposición

El Reina Sofía reivindica el arte de la dictadura y el exilio

Se abre al público el tercer episodio de la nueva remodelación del museo que tiene como título "Pensamiento perdido: Autarquía y Exilio", que recoge obras de artistas de todas las sensibilidades desde el fin de la Guerra Civil hasta los 50

guerra civil

guerra civil / Europa Press / Eduardo Parra

Beatriz Martínez

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El Museo Reina Sofía inauguró el pasado mayo la primera parte de la ambiciosa remodelación (y reorganización) de los fondos de su colección permanente que se irá presentando a modo de capítulos hasta el próximo noviembre a partir de una perspectiva diferente que abandona la linealidad para apostar por los bloques temáticos de carácter conceptual que sirven para acercarnos a las obras desde una perspectiva contemporánea. 

Tras “Nos ven: de la modernidad al desarrollismo” y “Los enemigos de la poesía: resistencias en América Latina”, ahora le toca el turno al tercer episodio, “Pensamiento perdido: Autarquía y Exilio”, un recorrido a través de 300 obras realizadas en distintos formatos que intenta abordar el complejo contexto en el que vivieron tanto los creadores que permanecieron en España como los que tuvieron que exiliarse por razones políticas tras la Guerra Civil. En definitiva, un panorama artístico que abarca desde finales de los 30 hasta los 50 a lo largo de 16 salas, cada una centrada en una problemática (o realidad) diferente, y que comienza con la entrada de las tropas franquistas a Madrid en la película ‘Ya viene el cortejo’ (1939), de Carlos Arévalo, y termina con un fragmento de ‘¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú’ (1964), de Standley Kubrick y su mítica escena de la bomba atómica.

No es de extrañar que el episodio se abra y se cierre con momentos icónicos de películas, ya que en esta nueva estructura el museo apuesta por el diálogo constante entre diferentes disciplinas y formatos. De nuevo la arquitectura adquiere un inédito protagonismo: desde la maqueta de la Casa Sindical de Madrid de Francisco Cabrero-Torres Quevedo, edificio impulsado por el régimen y que actualmente corresponde con el Ministerio de Sanidad, a proyectos de planificación urbana en Madrid y en Tarragona, estos últimos creados por José Antonio Coderch. 

La España del silencio

También hay espacio para recordar la España del silencio y las prisiones, del hambre y las cartillas de racionamiento con obras como ‘La costurera’, de José Gutiérrez Solana o ‘Cárcel’, de Aurelio Suárez. Y, al mismo tiempo, la vanguardia frívola de postguerra, con Salvador Dalí, Luis Castellanos, el grafista Farinyes, el fotógrafo Santos Yubero o el escultor Ángel Ferrant, así como algunas portadas de La Codorniz de Enrique Herreros. 

Así mismo se recoge el I Congreso de arte abstracto de Santander, que reúne a la Escuela de Altamira con artistas como Mathias Goeritz o Pablo Palazuelo; la Escuela de Zaragoza o Grupo Pórtico, y la revista de vanguardia Dau al Set, donde participaron creadores como Joan Ponç, Modest Cuixart, Antonio Tàpies y Joan Miró. Además, algunas piezas de creadores que se convertirían en figuras internacionales, como Antonio Saura, Jorge Oteiza o Manuel Miralles, así como Delhy Tejero, de la que se exhibe por primera vez ‘Composición abstracta’ (1954).

Más cine para introducirnos en el exilio a través de la película ‘El éxodo de un pueblo’, de los franceses Louis Llech y Louis Isambert, para continuar con el cuadro de Pablo Picasso ‘Monumento a los españoles muertos por Francia’ y fotografías de Robert Capa de los campos de concentración de republicanos. Como novedad, los dibujos de Josep Bartolí y José García Tella. 

El recorrido continúa con aquellos que consiguieron trabajar fuera de nuestras fronteras, como el cineasta Josep Renau, el arquitecto Martín Domínguez, Antonio Bonet Castellana o José Luis Sert. Y no podía faltar la Exposición Internacional de Surrealismo (1940) organizada en México por André Breton, que se adentró en el tema indigenista y de la que se recogen obras de Remedios Varo o Diego Rivera con ‘Los vasos comunicantes’, de reciente depósito.

Con este tercer episodio, el Museo Reina Sofía pretende saldar una deuda histórica con las heridas de nuestro pasado más reciente para poner de manifiesto los distintos sentimientos y realidades que se vivieron en la época franquista, desde la opresión de los que se quedaron, a la nostalgia de los que se fueron, de la derrota a la resiliencia pasando por la integración de culturas.