Crítica de música
Miguel Ríos, acústico pero electrizante en Pedralbes
El cantante granadino mostró su buena forma en la presentación de su nuevo álbum, ‘Un largo tiempo’, fundiendo el rock con el blues y el country
Jordi Bianciotto
Periodista
Jordi Bianciotto
Después de los fuegos artificiales de ‘Symphonic Rios’, llegó su reverso, un Miguel Ríos más recogido, de tejidos acústicos, sin batería ni percusiones, aunque todavía portador de la electricidad anímica del rock’n’roll. Inteligente y bien hilvanado movimiento del cantante granadino, que no se asienta tan solo en un giro de sonoridad sino en ese álbum resabiado, ‘Un largo tiempo’, lleno de composiciones propias que dan la respuesta al lejano interrogante (apenas respondido en la escena de nuestro país) de cómo envejece una estrella del rock.
Pues lo hace, antes que nada, con buen humor: ‘Hola Ríos, hello’, abrió el concierto de este domingo en Pedralbes con el artista encogiéndose de hombros y brindando con una sonrisa el ‘mea culpa’ a propósito del retiro que no fue. Luego, el nuevo repertorio deparó miradas autobiográficas (‘Memphis-Granada’), reflexiones punzantes sobre la vida de artista (‘Cruce de caminos’, a propósito del pacto de Robert Johnson con el diablo) y notas justicieras sobre el momento presente: de ‘El blues de la tercera edad’, con su protesta generacional, a la enmienda pandémica de ‘La estirpe de Caín’.
Cabaret con toque bluegrass
Material vivido, con poso, afín a la solera de los lenguajes sonoros elegidos: eternas ruedas armónicas de rock’n’roll, la hondura del blues, el toque country del violín, el ‘pedal steel’ y el banjo. El Black Betty Trio, con la guitarra acústica de Jose Nortes marcando el camino, resultó ser un cuarteto esa noche, y hubo acentos novedosos en, por ejemplo, esa ‘Alabama song’, de Weill y Brecht, con pinceladas de bluegrass, encarada al relato de correcaminos de ‘A contra ley’. Registros que sintonizaron con el Miguel Ríos que, en otros tiempos, se apartó del canon rock para cantar cabaret berlinés con Ana Belén o girar con una ‘big band’.
Recuerdo para su amiga Pilar Bardem
Resulta casi bochornoso afirmar que sí, que una vez más, el señor Ríos estuvo arrollador y consistente en las tareas vocales, ahora a los 77, además de presto a bromear sobre su delgada figura en los constantes diálogos con el público. Y a detener el concierto para recordar a su amiga fallecida Pilar Bardem, "mujer artista, combativa, solidaria", a quien dedicó un emocionado ‘Todo a pulmón’.
Con ese grupo que rebaja el tono y el volumen respecto al aparato rockero de otras giras, se diría que Miguel Ríos quiere ahora también oír cantar a los suyos, entregar las canciones a la audiencia ("mis mecenas") para que complete la formación y se consuma así la misión última de su labor como artista. Así fue cuando fueron goteando los clásicos, adaptados con tacto a la gramática acústica y secundados estrofa a estrofa: un ‘Rocanrol bumerang’ subido de swing o las milenarias baladas ‘El río’ y ‘Santa Lucía’. Después de todo, Miguel Ríos al 100%, electrizante aun con menos cables y enchufes, como vino a decir al despedirse. "Esto es rock acústico en español, 'and I like it!'".
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