CRÍTICA DE LIBROS

Crítica de 'Terres mortes': nadie puede huir del sitio que le corresponde

Esta novela, que ha dado a conocer a Núria Bendicho, es un oscuro drama rural con ecos de William Faulkner

bendicho

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Valèria Gaillard

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Núria Bendicho Giró (Barcelona, 1995) pisa fuerte en su debut literario con esta novela, 'Terres mortes' (Anagrama), cuya publicación fue recomendada por el jurado del 5º Premi Anagrama de Novel·la. El libro remite por su título a 'Terra Baixa', de Àngel Guimerà, pero enlaza con 'Els sots feréstecs' de Raimon Casellas o 'La punyalada', de Maryan Vayreda, por la aproximación psicológica de los personajes y el halo fatalista que emana. Bendicho describe un universo montañés opresivo donde la muerte, con la cadencia hipnótica de 'El cuervo', de Edgar Allan Poe, puntea las horas del día.

Han disparado por la espalda a Joan, uno de los hermanos Capdevila, y toda la familia asiste muda a su agonía. El misterio de su muerte se va revelando a fuego lento a partir de un relato polifónico que solo se cierra al final, con la voz del propio Joan, el hermano 'diferente' de este clan que vive aislado en una masía. Sin concreciones geográficas, se trata de un entorno inclemente marcado por una violencia ancestral: los hombres son las bestias más temibles, y las familias, los yugos más pesados puesto que “nadie puede huir del sitio que le corresponde”.

'Terres mortes' es una obra negra, poblada por personajes que se ahogan en su destino o terminan enloqueciendo. Incluso los verdugos se nos muestran como víctimas de este universo cerrado. Bendicho despliega una prosa a veces desencajada, cosa que refuerza una cierta oscuridad narrativa al estilo del Faulkner de 'Absalom, Absalom!', mientras que el léxico, con palabras que no recoge el DIEC2, pero que dan autenticidad al relato rural, contribuye a hacer creíble la historia sin forzarla en exceso.

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