Big Data y cultura

La tecnología detrás del Festival Cruïlla

  • La empresa catalana Becomit desarrolla una plataforma que analiza en tiempo real los datos de los asistentes para mejorar la gestión y experiencia del festival

Público en los accesos del Festival Cruïlla para hacerse la prueba de antígenos.

Público en los accesos del Festival Cruïlla para hacerse la prueba de antígenos. / FERRAN SENDRA (EPC)

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Carles Planas Bou
Carles Planas Bou

Periodista

Especialista en Redes, algoritmos y la intersección entre política y tecnología.

Escribe desde Barcelona

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A pesar de la masiva campaña de vacunación ciudadana, el repunte de la pandemia ha seguido frustrando el regreso a la normalidad de los grandes eventos culturales que, como el Primavera Sound, el Mad Cool, el Bilbao BBK Live o el Sónar, se han visto obligados a volver a posponer sus ediciones al 2022. No es el caso del Festival Cruïlla, que arrancó este jueves desplegando un fluido sistema de cribaje previo que detectó 123 positivos en entre sus 13.000 asistentes.

Pero el protocolo sanitario no es la única herramienta tecnológica desplegada en el Fòrum. Muchos grandes festivales se alimentan de datos para mejorar su funcionamiento. Información que recoge redes sociales, aplicaciones de venta de entradas, analítica del tráfico web o las listas de música de Spotify, entre otros. Sin embargo, el Cruïlla cuenta estos días con un centro —apodado Knowledge Center— en el que se agregan todos estos datos y se analiza a tiempo real los movimientos de sus asistentes, que se prevé que lleguen a hasta los 25.000.

Eso es posible gracias a una plataforma analítica que el festival ha desarrollado junto a la empresa tecnológica catalana BECOMIT, su socio tecnológico desde el año 2020. “El Cruïlla han sido los primeros en tener esta integración de datos que permite perfilar mejor a los usuarios y ofrecerles una mejor experiencia de festival”, explica Xavier Vidal Zamarreño, director técnico de analítica.

Uso de los datos

Esa información tiene un uso fuera y dentro del festival. Con lo que se recopila antes del evento, los organizadores conocen mejor a sus clientes y pueden realizar microcampañas de marketing más precisas para vender su producto, saber si necesitan vender más entradas o qué artistas son los favoritos del público, algo que puede servirles para determinar el cartel de próximas ediciones. “Cada año se enriquece ese modelo con nueva información”, explica Pedro Jesús Diez Gutierrez, su director de negocio.

El centro de datos donde se analiza toda la información del Festival Cruïlla

/ Becomit

Por otro lado, esta plataforma también tiene una aplicación práctica durante la celebración del Cruïlla. Así, esos grandes volúmenes de información permiten mejorar el rendimiento del evento detectando en tiempo real si se están formando colas, si falta cerveza o ayuda en alguna de las barras o si algún ‘footruck’ no funciona.

Desde BECOMIT remarcan que esos datos se analizan de forma agregada, no individualizada, lo que permite al festival tener información valiosa para su gestión sin exponer la privacidad de los usuarios. “Además, el Cruïlla ha copiado el modelo de los hospitales y ha creado un comité ético para decidir qué se puede hacer con esos datos”, añade Vidal Zamarreño. Aunque el resultado de los test de antígenos queda grabado en las pulseras 'cashless' que los asistentes usan para comprar cosas, la plataforma no integra en su sistema esa información médica.

La empresa busca comercializar ese sistema de analítica de datos a otros eventos culturales como el cine, el teatro, los museos o competiciones deportivas.

Tecnología para festivales

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La pandemia ha obligado al Cruïlla a adoptar otras medidas tecnológicas para evitar que el festival se convierta en un foco de contagio. Así, como ya hicieron la semana pasada el Vida Festival y el Canet Rock, se está siguiendo un protocolo de test de antígenos que se valida a través del código QR de la aplicación móvil. Este dispositivo es esencial para poder entrar al recinto.

No es la primera vez que el Cruïlla hace uso de la innovación tecnológica. En su última edición, la de 2019, el festival se alió con Mobile World Capital Barcelona y el Ministerio de Cultura y Deporte para desplegar una experiencia de realidad virtual para que los asistentes pudiesen sumergirse en un vídeo de 360 grados como si estuviesen protagonizando un concierto real. Fue el primer festival de Europa en aplicar este experimento en 5G.