EL LIBRO DE LA SEMANA

Crítica de 'Kalmann': un cazador de tiburones sobre paisaje helado

Joachim B. Schmidt nos traslada a la geografía islandesa a través de un personaje brillante

Joachim B. Schmidt

Joachim B. Schmidt

Marta Marne

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El cerebro de Kalmann no ha avanzado al mismo ritmo que el de los demás. Dicen de él que se ha quedado en primero de primaria, que las ruedecitas de su cabeza giran marcha atrás, que tiene los cables mal conectados. Eso no le impide vivir por su cuenta, visitar a su abuelo cada semana en la residencia de ancianos donde vive ahora y ser cazador de tiburones. Un día, durante una de sus excursiones para cazar zorros, encuentra un enorme charco de sangre en medio de la nieve y el hielo. No lo denuncia como un hecho grave, tan solo lo comenta de pasada con uno de los vecinos. Pero no tardarán en atar cabos al descubrir que Róbert McKenzie, el propietario del hotel local, ha desaparecido. Y la policía recurrirá a la ayuda de Kalmann para iniciar la búsqueda a través de los paisajes helados de Raufahöfn en Islandia.

‘Kalmann’ de Joachim B. Schmidt (Gatopardo, 2021) está contada en primera persona por su protagonista. Un narrador dudoso, que percibe la realidad de un modo distinto a los demás, pero que aún así sabe reflejarla para que el lector sea capaz de unir las piezas del rompecabezas por sí mismo. Rompe por completo con la tradición de la novela negra nórdica con policías atormentados y crímenes violentos de asesinos en serie. Todo es mucho más cercano, más real, más humano. A pesar de que la desaparición de McKenzie sea el hilo conductor de la trama policíaca, lo que nos atrapa durante la lectura es la personalidad de Kalmann. El amor que siente por su entorno, por una forma de vida tan limitada por las condiciones climáticas, resulta contagioso.

Las herramientas para construir una voz como la de Kalmann pueden convertirse en un arma de doble filo. Es necesario recurrir a una prosa sencilla, sin grandes artificios léxicos, lo que puede devenir en un texto pobre y carente de alma. Schmidt, suizo radicado en Islandia, sale triunfante de esta prueba gracias a la apabullante personalidad del personaje, convirtiendo un estilo —en apariencia— sencillo en una voz narrativa diferente. Las pinceladas de humor son impecables, y la atención al detalle convierte esta obra de ficción en un retrato delicado del horizonte islandés y de sus habitantes.

Como colofón, la novela está sembrada de reflexiones acerca del impacto que la despoblación de las pequeñas zonas rurales tiene sobre nuestro planeta. Lugares que vivieron un impulso económico y demográfico en los años cincuenta y que, debido a una desmesurada sobreexplotación de los recursos, se han agotado y dejado a su suerte. Las nuevas políticas medioambientales obligan a que existan cuotas de pesca, pero incluso esto da pie a la corrupción a través del monopolio de dichas cuotas en aquellos que tienen el suficiente capital para pagarlas.

‘Kalmann’ es un libro amable por su tono, por su construcción del lenguaje y por la belleza de las descripciones del paisaje. Pero busca remover conciencias y que nos paremos a pensar acerca de qué podemos hacer a nivel individual para no dejar un planeta peor de lo que nos hemos encontrado.