Estreno de cine

'Fast & Furious': los 5 ingredientes de una saga sin límites

La novena entrega de la serie de películas se mantiene fiel a las esencias de una fórmula ganadora

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Nando Salvà

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A lo largo de las dos últimas décadas, la saga ‘Fast & Furious’ ha sido reconstruida, rediseñada y tuneada varias veces; empezó siendo un simple ‘thriller’ de acción protagonizado por ladrones de coches y con el tiempo se ha convertido en una mastodóntica epopeya de espionaje internacional completamente desconectada del mundo real. Pero como queda demostrado en su novena entrega, ‘Fast & Furious 9’, sus ingredientes esenciales han resistido imperturbables el proceso de metamorfosis. Son los siguientes. 

Acción sin límite

La principal regla no escrita aplicable a las sagas de cine de acción es que cada nueva entrega debe ser más -más grande, más intensa, más ruidosa- que la anterior. Y, dado que la cantidad de cosas increíblemente absurdas que pueden hacerse al volante de un coche es finita, en el caso de ‘Fast & Furious’ esa superación constante lleva años siendo una misión especialmente difícil. Pese a ello, ‘FF9’ -hay confianza- se las ha arreglado para cumplirla. La película empieza con una escena en la que Dom Toretto (Vin Diesel) convierte un automóvil en una versión metálica de Tarzán y acaba con una en la que un Pontiac es enviado al espacio exterior -en serio-, y entre ambas hay varias en las que unos imanes son usados de forma bastante creativa para atraer y repeler coches.Todos esos momentos resultan lo suficientemente deslumbrantes como para impedir que nos demos cuenta de que nada de lo que sucede en pantalla tiene sentido.

Una cabeza de chorlito

‘FF9’ es tan descerebrada como el resto de películas de la saga, y eso es mucho decir. Una de sus principales excusas argumentales, de entrada, es un plan de dominación mundial que no tiene forma de ser entendido, y no hay razón verosímil que explique por qué un grupo de fanáticos del motor son las personas idóneas para detenerlo. La película, además, se saca de la chistera a un hermano de Dom Toretto, Jakob (John Cena), al que no se había mencionado en ninguna de las ocho películas previas y que no guarda con él ni el más mínimo parecido físico. Y por supuesto es necesario mencionar a Han (Sung Kang), que se reincorpora al elenco de personajes, vivito y coleando, tras haber muerto en ‘FF7’ -ya murió una vez más anteriormente, en ‘FF3’, aunque resucitó dos entregas más tarde-; las explicaciones que se nos dan al respecto no son nada convincentes pero, ¿acaso importa eso?

 

Ridiculez autoconsciente

Para lidiar con esos boquetes argumentales, la estrategia del director Justin Lin -que ya dirigió cuatro entregas previas de la saga, de la tercera a la sexta- es la misma que la de Dom Toretto para enfrentarse a un pelotón de esbirros: pisa el acelerador y se los lleva por delante. Dicho de otro modo: el universo ‘Fast & Furious’ siempre ha sido del todo consciente de su propia ridiculez, y en ‘FF9’ eso es así hasta tal punto que los personajes hasta bromean sobre su capacidad sobrehumana para desafiar todas las leyes de la física y salir indemnes de cualquier tiroteo, explosión o accidente a bordo de vehículo motorizado. Y lo más admirable de la saga en ese sentido es que, pese a no tomarse a sí misma en serio, en ningún momento cae en el cinismo.

Vis melodramática

Además de películas de superhéroes en las que las capas han sido sustituidas por botellas de óxido nitroso, también son folletines inyectados de la suficiente cantidad de testosterona y gasolina para complacer al espectador más machote. Si algo hemos aprendido de Toretto en los últimos 20 años es que lo único que le importa es la familia -además, claro, de los autos Dodge, las camisetas imperio y la cerveza Corona-, y también el resto de personajes tienen la mala costumbre de ponerse intensos cada 10 minutos de metraje, a menudo usando frases de no más de cuatro palabras. Quizá no haga falta decir que los mejores momentos de ‘FF9’ son aquellos durante los que nadie dice nada.

Vin Diesel

Es el cuerpo y el alma de la saga. No es un gran actor, pero hay que reconocerle la capacidad para sugerir todo un abanico de emociones sin necesidad de mover un solo músculo facial. En ‘FF9’ se esfuerza por envolver a Toretto de un aura casi mitológica, dotándolo de un gravedad que, es cierto, resulta menos conmovedora que involuntariamente cómica. Pero a Diesel/Toretto se le acepta eso y más. Todo cuanto queremos de él es verle hacer algo completamente imposible al volante, verse envuelto por las llamas como consecuencia de ello y, segundos después, emerger del fuego impertérrito.

 

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