Evento pionero

El Vida Festival, a punto para su "momento histórico" contra la pandemia

La muestra de Vilanova será la primera en aplicar el protocolo del test de antígenos y reunirá a unas 10.000 personas diarias sin distancias y con mascarillas, con un cartel encabezado por Vetusta Morla, Nathy Peluso y Love of Lesbian

La jornada del sábado se solapará con la nueva edición de Canet Rock, también sujeta al protocolo sanitario y que congregará a 22.000 personas

vetusta morla

vetusta morla / JM GARCIA/EFE

Jordi Bianciotto

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Emoción manifiesta en la organización del Vida Festival, que este jueves regresa, tras la suspensión del año pasado, convertido en el primero que se acoge al protocolo del test de antígenos, el mismo que aplicarán también Canet Rock (este sábado) y el Cruïlla (del 8 al 10 de julio). “Lo importante es que esta edición se pueda celebrar, disfrutando del momento histórico”, remarca Dani Poveda, director de esta muestra de Vilanova i La Geltrú, que se dispone a acoger a una cantidad de público inédita desde el inicio de la pandemia, 10.000 personas diarias durante tres jornadas.

Audiencia que se moverá sin distancia social y con mascarillas que serán relajables cuando se trate de comer o beber en cualquier punto del amplio recinto de la Masia de Can Cabanyes, siempre “apelando a la responsabilidad de cada asistente”. El Vida Festival, con Vetusta Morla, Nathy Peluso y Love of Lesbian en lo alto del cartel, ha trabajado de la mano de la Fundació Lluita Contra la Sida i les Malalties Infeccioses para aplicar el dispositivo ensayado con buenos resultados en sendos recintos cerrados, Apolo y en el Palau Sant Jordi, y que comporta el desfile diario, antes de acceder al recinto, de todos los asistentes por la cercana Zona Vida Test.

El festival asume “con plenas garantías” su carácter pionero, y se confiesa admirado por la rapidez con la que este año las instituciones (tanto el Ayuntamiento como las renovadas ‘conselleries’ de Salut e Interior) han facilitado permisos y licencias para poder celebrar el festival. El sábado, el Vida se solapará con la jornada única de Canet Rock, festival que ha agotado todo el papel y que se dispone a reunir a 22.000 personas con un cartel que ofrece a artistas como Oques Grasses, Stay Homas o Suu.

Sin sobrecoste

De las tres muestras que funcionarán vía test de antígenos, este es la única que no pone un sobreprecio a las localidades, ya que el coste del protocolo sanitario queda asumido por el presupuesto, de 1.800.000 euros (un 10% más que en 2019), cifra de la cual “solo un 20-25%” procede de instituciones públicas, apunta Poveda. El Vida cuenta ahí con la fidelidad del público: 6.000 de los 7.000 abonos vendidos se han conservado desde la frustrada edición de 2020. “Y el 7 de julio pondremos a la venta las entradas de 2022 y la gente responderá”, confía. “Pero entendemos que otros festivales hayan optado por otra solución”.

La muestra subraya que el aforo de 10.000 personas al día, el mismo que en ediciones anteriores, es muy inferior al que podría acoger, unos 30.000, porque la aversión a las aglomeraciones es una de sus señas de identidad. “El espacio nos hace únicos y especiales: no masificar y tratar al público como personas, y no como unidades”, destaca Dani Poveda. El festival espera consumar el lleno, o rozarlo, puesto que quedan, apunta el director, apenas unos pocos centenares de entradas a la venta.

Hasta la primera fila

Este año se ha aumentado el número de espacios en los que sentarte o escuchar a un ‘discjockey’, para hacer el recinto todavía un poco más esponjoso. Hay seis escenarios, cuatro para los conciertos y dos para ‘djs’. Y en el Vida, apunta Dani Poveda, “incluso en el caso de que el escenario principal se llene, es posible estar ahí con distancia social, y llegar cómodamente hasta la primera fila”.

Una diferencia significativa respecto a otras ediciones es la ausencia de nombres internacionales, categoría esta en la que bien puede situarse a los artistas autóctonos que encabezan el cartel, que “son internacionales cuando van a llenar recintos de México, Argentina o Chile”.

El festival se ha descrito a veces como paraíso del ‘hipsterismo’, si bien se muestra abierto en materia de estéticas musicales. Poveda ve el cartel como “un viaje” que parte, en franjas diurnas, con “dinámicas sonoras agradables, como el folk”, desplazándose luego hacia el pop, introduciendo “sorpresas que te generan un clic” y, ya de noche, los artistas más consolidados. Este año, las tradiciones del pop y el rock, con The New Raemon & Paula Bonet, Ferran Palau, Paul Vallvé, Hinds, Joe Crepúsculo, Mazoni, El Petit de Cal Eril o Núria Graham, conviven con propuestas de otro signo, como la exploración sónica con fondo popular de Maria Arnal i Marcel Bagés, el cante neoflamenco de María José Llergo y los sonidos urbanos de Sen Senra o Rigoberta Bandini. Variedad para satisfacer a un público que Poveda ve “libre de prejuicios”.